He leído
Masacre: Factor curativo.
Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto del mercenario bocazas y esto es en gran parte debido al magnifico trabajo que hace Gail Simone. Sin lugar a dudas, la guionista conoce al personaje muy bien y es capaz de utilizar los diálogos hilarantes para hacerte pasar un buen rato al estilo Masacre. Creo que desde Joe Kelly no había leído a un Masacre tan Masacre. Además, el aspecto gráfico con el estilo manga procedente de Udon Studios encaja muy bien y me ha recordado a series posteriores como en la que compartió cabecera con Cable, que se publicó en los tomos Marvel Monster.
En este tomo, vemos a un Masacre henchido de fama. Uno de sus últimos trabajos supuso el canto del cisne (nunca mejor dicho) de su carrera como asesino a sueldo y ahora es un ídolo de masas entre los de su profesión. Además, regenta Masacre Inc., una agencia de mercenarios con la agenda saturada, la cual cuenta con una secretaria quiropráctica llamada Sandi y un biógrafo indigente con la cabeza peor que la de su jefe, que ya es dificil.
Cabe destacar como la autora es capaz de crear grandes personajes secundarios. Si bien es cierto que Rata, el biógrafo indigente, es un idiota balbuceante mangoneado por su jefe, se le acaba cogiendo cierto cariño. Y que decir de Sandi, que parte del estereotipo de secretaria buenorra para demostrar que es mucho más. Tanto es así, que se ganará el corazón del lector, así como el de su jefe, que por ella sacará su vena más heroica.
Tampoco hay que perder de vista a la Fugitiva, que posteriormente tendría mayor relación con Wade o a los asiduos del gimnasio que frecuenta nuestro protagonista, donde encontraremos momentos muy divertidos. Una vez más se demuestra que Masacre necesita secundarios de calidad para que su serie funcione. O sino que se lo pregunten a Al la ciega o aquella comedia de situación que nos recordaba la serie “Apartamento para tres”. Esa es la esencia del personaje y si un autor la encuentra, nos deja historias tan buenas como las de este tomo.
En este momento álgido en la vida de Wade, surge el Cisne Negro, un asesino a sueldo que considera su profesión algo cercana al arte y el honor, por lo que decide enfrentarse a Masacre, al cual considera indigno de llamarse asesino. Aunque posteriormente veremos que hay mucho más, sobre todo algo relacionado con una venganza.
El Cisne Negro introduce un virus en la mente de Masacre, que lo convertirá en un lisiado balbuceante. Pero los efectos no son tan rápidos como deberían y de momento solo estropean su puntería y tiene una dislexia muy particular. ¡Me encantan tus pomos!
A partir de ese momento, y a pesar de las limitaciones mentales, o quizá debería decir de las limitaciones añadidas, Wade aceptará varias misiones en las que cosechará un éxito sin precedente. Tanto es así, que llegará a nadar en dinero, literalmente.
En la primera de las misiones, será contratado por un matrimonio no demasiado avenido, que le pondrá en el punto de mira de Rino. Un villano de Spidey que se convertirá en un secundario muy divertido. ¿Quién no quiso tener un llavero del Rino en alguna ocasión?
Después deberá ejercer de guardaespaldas de Dazzler, acosada por un tipo que odia a los mutantes. Una historia en la que la música disco y los patines demostraran que siguen estando de moda, aunque sigan siendo igual de horteras que en el pasado. Y es que la música es otro de los elementos que están muy presentes a lo largo de este tomo, incluyendo críticas ácidas hacia diversos estilos y tendencias.
Así, misión tras misión, Wade continúa en la cresta de ola hasta que, con la ayuda del Supervisor, intentará recuperar la integridad de su mente (si eso es posible) aún a riesgo de perder la vida en el intento. Afortunadamente, la clave está apuntada en la palma de la mano…