Día 122: The X-Men #58. Julio de 1969
Banda sonora: De tal palo, tal astilla. Larry Trask ha heredado el fanatismo de su padre. Escuchemos "Son of a Preacher Man" de Dusty Springfield para ambientar los pecados del hijo.
https://www.youtube.com/watch?v=DjydOI4MEIw
Créditos: Roy Thomas; Neal Adams (dibujo); Sam Grainger (tinta, rotulación); Tom Palmer (tinta); ¿? (color); Artie Simek (rotulación).
Portada de Neal Adams, Tom Palmer y Sam Rosen.
Es tiempo de sumergirnos en la lectura de The X-Men #58, con la trama de los Centinelas llegando a su nudo, de la mano de Roy Thomas y Neal Adams. No os lo perdáis
.
La historia ya empieza calentita desde la portada, que no puede ser más histórica: vemos a Alex Summers enfundado en su icónico uniforme negro con extrañas bandas blancas flotantes sobre la cabeza, que confluyen en una gema. Además, se le llama Kaos por primera vez.
En el capítulo anterior: Bobby y Hank asistían atónitos a un programa de la tele donde Larry Trask, hijo de Bolivar, confirmaba haber reactivado el programa centinela para cazar a los mutantes. Todo ello mientras los propios héroes eran acechados por los robots, que, nada más empezar este tebeo, les atacan mientras estaban en el piso de Ciclo.
Imposible empezar con más tensión. Hay veces que una imagen vale más que mil palabras. Fijaos como transcurre la lucha en casa de Cíclope, mientras Trask va subiendo el tono de su discurso de odio. Es realmente alucinante la composición de la splashpage.
En esa escena hay otro dato importante: Trask hijo revela que ahora los centinelas han aprendido a adaptarse a los poderes mutantes para neutralizarlos en siguientes ataques. Esto es lo que ocurre con el Hombre de Hielo, que es sometido a una ducha de vapor y, con ello, derrotado.
Sin embargo, el juez Chalmers sospecha que el público puede ser reticente al programa centinela, en la medida en que fue precisamente en un plató de televisión cuando vimos a los robots atacar a los humanos para "protegerles" (ocurrió en The X-Men #14). Trask revela que esta vez posee un ingenio que le permite controlar remotamente a los autómatas. Al hacerlo y ponerse el cacharro en la cabeza, desvela asimismo que él era el misterioso tipo con un casco raro que vimos en el episodio anterior.
Por otro lado, Trask parece completamente enajenado. Llega a decir que solo las triquiñuelas de la Patrulla-X hicieron parecer que los mutantes se habían vuelto contra los humanos, algo que francamente no puede creerse nadie que leyera The X-Men #14.
Con semejante chisme puesto en la olla, va dirigiendo los ataques del centinela a la Bestia y el Hombre de Hielo. Estos centinelas siguen siendo como los que escribió Lee, es decir, bastante parlanchines, fríos pero con cierta capacidad para mantener conversaciones desmoralizantes. Aunque aquí eso se puede explicar porque Trask está detrás de todo.
Bobby, para despistar al robot, crea unas estatuas de hielo que funcionan como dobles, aunque supuestamente no es capaz de animarlas todavía. En The X-Men #53 observábamos que Jean podía moverlas con telequinesis, pero aquí no tiene su ayuda. De todas formas ¿no os parece que se mueven un poco? ¿O es la perspectiva? Yo lo que diga Adams.
El centinela demuestra ser muy duro de roer, por lo que, en un momento dado, Bobby le dice a Hank que escape, con la esperanza de que este pueda encontrar a Lorna, quien había sido capturada por un centinela, por cierto (igual que Alex), aunque esto no lo saben los héroes.
Es curioso comprobar que, con tal de dejar de escuchar los rebuznos de Trask, Hank no tiene empacho en romperle la tele al pobre Ciclo. Pero bueno, hace solo un episodio que tiene pisito salido de la nada. Que se fastidie
A Bobby lo de ganar tiempo no se le da bien, pues, en cuanto Hank se pone a salvo, es asimismo atrapado por el centinela y llevado a la base secreta de Trask. Hank aprovecha para ponerse en contacto con el resto de la Patrulla-X que, recordemos, se encuentra todavía en Egipto. Cuando la Bestia les pone al día, Scott y Jean se aprestan a tomar un avión de vuelta a NY, pero Ángel se va de vuelo transatlántico con sus propias alas, para llegar más rápido
.
Entretanto, el juez Chalmers empieza a tener dudas del sano juicio de Trask, después de la escenita de la captura de Bobby
Trask está en todas y, en una argucia digna del mejor villano, deja escapar momentáneamente a Bobby de su cápsula de vapor, para que este le ataque. Sin embargo, solo consigue ser detenido por un centinela, siendo la escena grabada por Trask para "demostrar" la maldad mutante.
Después de ese incidente, Bobby es llevado a otra celda donde se encuentra con ¡Lorna y Alex! Aquí tenemos el germen de uno de los triángulos amorosos más intensitos del UM, con Alex llamando a Lorna "diosa de pelo verde" y Bobby dejando claro que él llegó antes. ¡Salseoooo!
¡Un momento! Que nos hemos dejado llevar por los asuntos del corazón, sin reparar en que Alex Summers estrena traje y nombre en código: ¡Kaos! Tanto el uno como el otro son cortesía de Larry Trask. Aunque a Alex le debió gustar el nombre, pese ser algo peyorativo, porque se lo queda
.
Me parece algo anecdóticamente curioso que Alex Summers ya tiene nombre en clave, pero todavía no se ha llamado nunca "Polaris" a Lorna, y eso que apareció bastante antes que él.
Pero vamos a lo importante ¿Qué me decís de esos trapitos tan horteras que gasta Kaos? No sé qué pensáis del traje, pero desde luego a mí me parece que parece hecho con suma maldad por un villano y es, desde luego, la obra cumbre de Trask por encima de los centinelas
Aun así, Alex conservaría también el traje muchos años. Ya sabemos que siempre ha sido un poco masoca.
Aunque, estética aparte, tiene sus utilidades: el disco del centro del pecho le advierte a Alex sobre el "nivel de carga" de poder que tiene, aumentando o disminuyendo de tamaño en función de si tiene más o menos energía, respectivamente. Así Alex está advertido de si es peligroso, que es lo que ahora mismo le quita el sueño, aparte de la diosa de pelo verde.
De hecho, Alex parece haber aceptado de buen grado someterse a Trask con tal de dejar de ser una amenaza. Hasta ha hecho un trato con él, que consiste en colaborar con Trask (de alguna manera no muy clara, la verdad) a cambio de que Lorna no sufra daño.
Pero todo el mundo debería saber a estas alturas que no se puede confiar en la palabra de un villano, porque ipso facto asoma por la celda un centinela y se lleva a Lorna. Esto hace que Alex se desdiga de su pacto con Trask y combata al centinela.
Perdonad que me extienda en detalles, pero es que estamos ante un momentazo histórico
: primera vez que Kaos lanza sus famosos "círculos de energía". Y aprendemos que la gema de la frente del traje del Kaos vale para neutralizar la absorción de energía, para ventaja de Trask. Este, activando una especie de mando, lo pone en modo off.
Alex teme entonces que su pérdida de poder redunde en beneficio del Faraón Viviente. Recordad que el poder de ambos está ligado de forma que, cuando mengua el poder de uno, aumenta el del otro, y viceversa. Pero Trask está preparado para ocuparse del Faraón, ya que ha mandado a unos pocos centinelas a Egipto.
Y aquí observamos una vez más las habilidades adaptativas de los centinelas. Han envuelto al Faraón en una especie de líquido "repelente" de rayos cósmicos, con lo que ahora tanto Kaos como él están indefensos.
Pero ¿qué ha sido de Warren, Scott y Jean? El primero demuestra que sus alas no son ninguna broma, porque ha llegado ya a las inmediaciones del aeropuerto JFK desde Egipto, nada menos. De poco le vale, pues es capturado por una red de los centinelas. En serio, ¿cuántas veces hemos visto ya a Ángel ser atrapado en una red o jaula? Hay un subtexto pajarraco aquí que creo que se le activa a nuestros guionistas
Pero volvamos la atención a Scott y Jean, que van llegando en avión y presencian en vivo la captura de Warren. Por fortuna, los centinelas solo habían sido programados para llevarse a un mutante.
PEso no quiere decir que estén ociosos, ya que otro contingente de robots llega al escondrijo de Mesmero y Magneto para apresarlos igualmente. Trask está on fire.
Un momento, vamos a bajar una marcha. ¿Cuántas cosas pasan en este cómic? Qué 15 centavos más bien invertidos. ¿Magneto? ¿Mesmero? ¿Dónde se habían quedado estos? Refresquemos un poco la memoria. Mesmero, a las órdenes de Magneto, había fundado una "Ciudad de los Mutantes", una especie de comuna mutante supremacista situada en algún desierto ignoto. Esto ocurrió en The X-Men #50 (noviembre del 68), un número, por cierto, con dibujazo de Steranko. Al final de dicho episodio tenía lugar una revelación: Magneto vivía. Y esto es porque, técnicamente, había muerto ahogado en Avengers #53 (junio del 68).
El caso es que Magneto, en The X-Men #51, después de ser derrotado, para sorpresa de nadie, por los buenos, lograría huir, no sin antes volar por los aires su proyecto de ciudad mutante con todos sus fieles dentro, por cierto, incluido, que yo recuerde, Mesmero. Sin embargo, ahora los vemos juntos en una base secreta indeterminada. Pues bien, es con los deberes hechos que nuestra sorpresa crece más aún. Cuando los centinelas atacan a Magneto, se descubre que en realidad este era un robot. Mesmero se lamenta amargamente de haber seguido a un autómata todo este tiempo. Yo lo sabía pero no dije nada. Muahaha
Esto nos devuelve, por tanto, a la base 1: la última vez que vimos a Magneto vivo fue un Avengers #53, en aquella saga en la que el Amo del Magnetismo reunía a la hermandad de mutantes, con Pietro y Wanda a bordo, en medio de una crisis de fe vengadora. Desde entonces es un bot.
Cerramos este paréntesis, para volver a la trepidante historia. El juez Chalmers visita la base de Trask, ya completamente arrepentido de verse envuelto en semejante berenjenal. Un centinela avisa a Trask de que ha detectado a un mutante. Ojo al dato que es importante luego.
Trask y Chalmers discuten, este último horrorizado por el tratamiento inhumano que reciben los mutantes, metidos en capsulas de animación suspendida. Las llamadas a la mesura de Chalmers solo sirven para volver más loco todavía a Trask, quien dice que el plan seguirá sí o sí, aunque él sea detenido.
Mientras todo esto pasa, Trask espía en los monitores a Hank, reunido con Jean y Scott, ya llegados ambos a NY. Planean utilizar el Cerebro portátil para encontrar a sus amigos. Y en esas estamos, cuando, de la nada, aparece Banshee. Pero ¿esto qué es? Yo ya me levanto y aplaudo hoygan
El bueno de Sean había fingido rendirse al ser abordado por los centinelas en Irlanda, solo para meterse hasta la cocina de la base de Trask y atacar. Al final, es derrotado como el resto. Pero el incidente provoca que Trask pierda toda cordura y ordene matar a todos los mutantes
Y es entonces cuando tiene lugar el gran giro de guion. Chalmers le arranca a Trask el amuleto que llevaba durante todo el tebeo. Un medallón bastante cantoso y cani, la verdad. Imposible que no os hayáis dado cuenta
El tal amuleto ha sido ya recordado unas páginas atrás.
Fue un regalo de su madre, que, poco antes de morir, le entregó su padre, Bolivar, para que lo llevase siempre puesto. Pues bien, en realidad, sucedía que Trask es un mutante. El medallón camuflaba su condición a los centinelas. Y lo peor es que Trask acaba de ordenarles matar a todos los mutantes. Las tornas se vuelven contra el villano ahora cuando los centinelas le apresan, pero tendremos que continuar leyendo para ver cómo sigue esto.
Valoración: estamos sin duda ante un tebeo que no tendría nada que envidiar a algunas historias de Claremont. Este arco ha ido subiendo de nivel con cada tebeo y aquí llega a la cumbre realmente. Un pedazo de episodio y uno de mis cómics mutantes favoritos de todos los tiempos. Hay más detalles de los que he comentado, en esta reseña inusualmente larga. Porque con todas las cosas que pasan aquí (parece mentira que el cómic tenga solo 20 páginas, madre del amor hermoso), no se podía meter todo. Por ejemplo, es interesante los mensajes que Roy Thomas va dejando caer en los alegatos de los periodistas cuando se dirigen a su público, preocupados por una nueva caza de brujas de dudosa constitucionalidad.
Es que esto hoy pasaría por "novela gráfica" y tendría más sustancia en veinte páginas que un tpb entero
La cantidad de información, de trama y de personajes que desfilan por este cómic es casi abrumadora.
Y a eso se suma que este es otro de los números buenos de Adams. Todos lo son, pero hay algunos donde está particularmente sembrado, y este es uno de ellos.
Tal vez el tema del medallón es lo más traído por los pelos. ¿Larry no se lo quitaba nunca, ni para ducharse? Suponemos que esto tampoco es un problema digno de agujero de guion pues, al fin y al cabo, lo que hacía el medallón era ocultar su condición mutante a los sensores. Se me ocurre, por tanto, que en realidad todo sería idea de Bolivar Trask, porque sabía que su hijo era un mutante y estaba a punto de empezar su programa centinela. De esta manera, Larry estaría a salvo de sus engendros.
No sería la última vez que veríamos a algún exaltado antimutante confesar que en realidad su hijo era mutante. Pero eso tendrá que esperar por esta noche. ¡Qué tarde se me ha heho!