Tampoco creo que poner de ejemplo a un director homófobo, maltratador, misógino y antisemita sea la mejor de las opciones.
Con esa perspectiva, hoy no tendríamos películas de Stanley Kubrick, Sergio Leone, Woody Allen o John Ford. Algunas de las mejores películas de la historia del Cine no existirían, se les habría hecho boicot y apartado.
Pero más allá de eso, es que nos ponemos una venda. Pongamos que Mel Gibson sea escoria. Vale. Pero, ¿y los que trabajan con él? ¿Y las mujeres, hombres gays, personas de color, o incluso aburridos hombres blancos cisgénero que hayan colaborado en la película? ¿Por qué tienen que pagar ellos por la vida privada de su director, como ha pasado con cosas de Kevin Spacey o Woody Allen? Es algo que nunca entenderé, como por una persona, la masa hunde un barco entero precisamente con muchas personas pertenecientes a minorías.
Y luego están los cupos, que en una empresa pública o privada pueden ser necesarios, pero que en terrenos como el arte o el deporte, serían una chorrada supina, porque un director, un entrenador, un coreógrafo, se rodea de la gente que elige y que artísticamente le aporta más.
¿Os imagináis que esto se traslada al mundo del deporte?
¿Que en lugar de tener en cuenta únicamente parámetros deportivos se tiene en cuenta la capacidad de inclusión, de visibilización y respeto de un club?
Imagina ahora que para jugar en la Champions tengas que tener alineados mínimo tres jugadores de color, uno de etnia gitana, al menos dos hombres gays, un andaluz (mira, por meterme yo), y que el portero tenga alguna discapacidad certificada. Y los equipos ya no puntúan solo por jugar, también por si la afición es decorosa y no comete insultos racistas (+1 punto), si la mitad del público es femenino (+2 puntos) y si durante los descansos pasan vídeos de concienciación social (otro puntito por partido).
Es que es un disparate mezclar parámetros deportivos con sociales.
Igual que es un disparate mezclar una valoración artística con motivos sociales.
Lo que hay que hacer es cerrar un estadio si hay insultos racistas, sancionar a un club, denunciar judicialmente a un director si abusa de sus actrices, denunciar en sus sindicatos laborales si las trabajadoras cobran menos que sus compañeros masculinos, si hay discriminación racial en un estudio o una persona no puede conseguir trabajo por ser afroamericana o mujer.
¿Pero dar una piruleta en un jurado que debería regirse únicamente por las virtudes artísticas?
¿Coaccionar veladamente o explícitamente "si metes actores de cierta orientación sexual, más actrices que actores, y ciertas razas, te voy a puntuar mejor, no lo olvides"?
¿Qué mierda es esa?
Vivimos en la simpleza de las tres conchas de Demolition Man. Venga papel para limpiarse el culo.
Superficialidad y pose en lugar de ir a la raíz de los problemas.
Hemos vuelto 500 años atrás.
A un tiempo en el que un texto era bueno o no, depende de si alababa como era debido a dios y los valores cristianos.
Mester traigo, que es de clerecía.