He leído
Conan el Asesino Nº 4-6.
Retomo la lectura de la serie tras
anterior comentario.
Con estos números llegamos al final de la serie, que en un principio estaba planificada con una mayor extensión y que no sé si por la recuperación de los derechos del personajes o simplemente por las ventas concluye antes de tiempo. En este ciclo argumental, Cullen Bunn y el español Sergio Dávila se centran en una adaptación del relato de Howard "El diablo de hierro", aunque me ha dado la sensación de que el guionista introducía elementos de otras historias del personaje, o quizá es que todo suena tanto que es más una sensación personal que otra cosa. La historia nos devuelve a Conan como dirigente de los kozaks, aliado con los piratas del mar de Vilayet para enfrentarse al ejército de Turan. Uno de los hombres de Yezdigerd planea utilizar a una de las esclavas para tenderle una trampa al cimmerio, que acaba envuelto en una trama de dioses arcanos en la isla de Xapur. Sinceramente, como historia para pasar el rato no está nada mal, pero como adaptación me quedo con el trabajo de Roy Thomas. Y es que Bunn abusa un poco de la dramatización y estira como un chicle algunos aspectos de la trama original. Mientras que la primera adaptación rondaría las 40 o 50 páginas, esta se dispara a las más de sesenta, sin aportar nada nuevo y mostrando aspectos del personaje que no me terminan de convencer. Aunque debo reconocer que Bunn no se distancia demasiado de la esencia de la creación del escritor tejano, siendo el bárbaro alguien totalmente reconocible y muy cercano a la imagen que todos tenemos de él, el alargamiento de algunas escenas que no sirven para otra cosa que el lucimiento del dibujante da como resultado un producto final inferior al principio de la serie. Diría que se ha desinflado un poco la serie, no tanto como para ser aburrida y poder así ofrecer su cuota de entretenimiento, pero con una calidad mucho más discreta.
En el apartado gráfico, Dávila sigue a un buen nivel, aunque yerra un poco en la narrativa. Se pierde demasiado en mostrar la naturaleza salvaje de la Era Hyboria, quedando en un segundo plano algunos conceptos más interesantes como la eterna lucha entre el mundo civilizado y el bárbaro, una lucha de clases eternas que plantean cuestiones básicas para entender la obra de Howard y su mensaje subliminal, más allá del propio género de fantasía heroica al que pertenece. Tampoco consigue transmitir el aspecto terrorífico de algunos elementos de la trama, debido a la narrativa, en ocasionas bastante irregular. Cabe destacar también el coloreado, que dota al personaje que da título al relato de un aspecto rojizo que poco o nada tiene que ver con su piel acerada. En realidad no son más que pequeños detalles, pero es precisamente por el poco cuidado en ellos lo que provoca que la serie haya descendido un poco con respecto a su arranque inicial. Por otra parte, cuando vemos el trabajo del artista español en blanco y negro, podemos observar una mayor calidad en sus lápices y que ha sido ligeramente perjudicado por la labor del colorista. Una pena, porque creo que a pesar de su idea de plasmar a Conan y los personajes con elementos que recuerdan más a la cultura arábiga, casi con similitudes propias de la mitología de la era de Salomón, para que nos hagamos una idea, en lugar de piratas y corsarios de la estepa turania, el artista en líneas generales no lo hace nada mal. No obstante, su paso por el mundo de Conan ha quedado por debajo de otros más recientes como Giorello, por ejemplo. No me ha disgustado gráficamente, pero podría haber tenido un resultado mucho más sólido del que nos ha proporcionado la serie de Dark Horse, la última con el personaje de Howard.
La serie se cierra con una historia bastante anodina, con la que Bunn cierra la subtrama dedicada a la embozada figura que persigue a Conan. La verdad es que ha sido un colofón bastante discreto, por no decir malo directamente. No sé si era realmente la idea que tenía el guionista, pero lo que sí transmite es la sensación de final apresurado y de epílogo de la saga anterior que si ya de por sí estaba alargada la trama, esta prolongación tampoco ayuda demasiado. También está la ausencia de Dávila que, pese a sus carencias e irregularidades, es mucho mejor dibujante que el desconocido Dheeraj Verma, más irregular si cabe y con más carencias y defectos. Además, el cambio de dibujante en la fase final empeora la situación y no nos permite disfrutar del todo de una conclusión que es bastante discreta de por sí.
Finalmente, comentar algunos aspectos de la edición. Yo soy un ferviente defensor de las grapas, pero Planeta parece que lleva un tiempo queriendo castigar severamente a los aficionados que quieren apostar por este formato. Lejos de ser un producto barato, y empeñado en publicar grapas de 64 páginas, cada entrega está acompañada de un montón de páginas en blanco y negro con los lápices de Dávila, siendo algo totalmente innecesario y perjudicial para el precio final de la edición. Un par de páginas o algunas muestras del arte del dibujante español no me hubieran molestado en absoluto, pero una media de 10 o 12 páginas me parece un abuso. Después, nuestro traductor de cabecera también se ha cubierto de gloria con algunos diálogos y esa versión de Conan más cercana a un protagonista de una película de acción de los noventa que a un guerrero cimmerio de la Era Hyboria, por no mencionar expresiones modernas que poco pintan en esta época. Además, habría que sumar la inexistencia de un índice de contenidos, o unos créditos meridianamente claros con los contenidos, así como la inclusión de portadas al final, en lugar de delante de cada episodio, facilitando así la ubicación de cada contenido original. Un auténtico despropósito que sigue la línea de los últimos años de Planeta, que parece dedicado a maltratar el fondo material que publica, excepto el manga y varios títulos concretos. Por lo general, parece que sus editores no están muy preocupados por cómo se publican sus cómics. Una pena, la verdad. Lo único realmente positivo es la inclusión de varios artículos, más o menos interesantes, aunque quizá al lector más veterano no le aporten gran cosa. Aún así, creo que es la aportación más loable de Planeta a esta edición, que ni ha sido barata, ni cuidada, y que encima se ha visto condicionada por el cambio de última hora de Dark Horse.
La verdad es que tras el buen sabor inicial de esta serie, está segunda parte me ha dejado un regusto agridulce, siendo injustos con la labor general de Dark Horse con Conan, que ha sido salvo casos puntuales mejor de lo esperado, aunque haya recurrido a historias de obras conocidas y no haya explorado en exceso las posibilidades que ofrece el mundo creado por Howard. Ha sido una lectura entretenida al fin y al cabo, pero al principio parecía que podría ofrecer algo más de calidad, y no ha sido así, dando como resultado una despedida entretenida, pero discreta. Esperemos que Marvel pueda ofrecer algo más sólido e interesante.