Yo he coincidido con Rubín varias veces, la última no hace mucho en el Gen X de la calle Puebla, donde me firmó Ether. En persona y en las distancias cortas, siempre me ha parecido un tío majísimo, agradable, cercano... es verdad que tiene un “punto” de actitud rockstar que no a todo el mundo puede entrarle bien de primeras, pero ya digo que es hablar con él, y poca queja del tío.
Su problema desde hace un tiempo son las redes sociales, que las utiliza como vertedero y lugar de desahogo, tanto para criticar cualquier cosa que estime oportuno como para atizar a quien ose criticarle. Un mal muy común hoy en día, todo sea dicho. Y aquí matizaría: no me parece mal en ningún momento que el dé su opinión, ya sea política, profesional o personal, el problema es cuando el modo ni las formas no es que no sean las adecuadas, si no que son una meada fuera de tiesto en toda regla.
Él podrá tener una opinión de lo que sea, y si le apetece compartirla, no me parece mal y está en su completo derecho, pero lo que no puedes es soltar toda la mierda que te viene, insultar a todo aquel que te debata, desear barbaridades... en ese momento, deja de tener razón, y aunque tu opinión no diste mucho de la suya (o sí, es indiferente mientras se haga con respeto) es imposible que compartas esa opinión. Ha confundido el opinar aún siendo políticamente incorrecto con ser un maleducado.
Y ya digo que en persona me parece un tipo majo, cercano, con el que incluso me iría a tomar unas cañas para conocer más de su trabajo, es un currante del cómic y su arte me tiene embaucado, pero con esas formas que tiene en las redes, es difícil empatizar con él o incluso llegar a admirarle por su trabajo.
Después de este tocho, solo volver a repetir que si os gustó Black Hammer, compréis Sherlock Frankenstein, que es una gozada