Leído el segundo álbum de
Infinity 8, Regreso al Führer, de Lewis Trondheim y Olivier Vatine que sustituye a Dominique Bertail en la parte gráfica.
Segunda parte de esta obra de ciencia ficción ligerita, cómica, con viajes temporales y espectaculares agentes.
En esta ocasión la Infinity 8 ve detenido su avance por la aparición de una necropolis (me imagino que la misma de la primera misión) y el capitan ordena a la agente Stella, que salga a investigar. Stella es una agente con problemas con la autoridad, obsesa de los selfies y que tiene una difícil relación con su robot/supervisor.
Sumemos a la ecuación que dentro del Infinity 8 hay una organización nazi... aunque nazi a su manera, donde hacen pasteles de la amistad o crean webs de decoración. Dicha organización también saldra de la nave hacia la necropolis al detectar la cabeza congelada de su fundador, Adolf Hitler. A partir de aquí la cosa se liara cosa mala y el destino de todos estara en juego.
Al igual que el primer álbum nos encontramos ante una obra que navega entre el pulp, la ciencia ficción y la comedia, con un tono que huye de cualquier atisbo de seriedad, el relato navega entre el sarcasmo, lo ridiculo, lo mordaz y lo divertido. Reconociendo que esta es una serie "menor", personalmente me he hecho muy fan de esta serie y la disfruto mucho aunque su estructura pueda resultar repetitiva puesto que supuestamente todos los álbumes partiran de la misma base (creo)
En la parte gráfica Vatine tiene un estilo parecido a Bertail pero menos trabajado, menos detallista. Aun así cumple a la perfección con el cometido y visualmente es una obra bastante chula y llamativa.
La edición de dibbuks, 96 páginas, tamaño álbum europeo, cartoné, 4 páginas de extras y un precio de 20 euros. Eso si, mi tomo cruje que da miedo