He leído
Joyland.
Acabé ayer la novela, y llevo todo el día intentando dar con la forma de expresar mis impresiones sobre la lectura. No sé si seré capaz de hacerlo, cuan dificil es transformar las emociones y los pensamientos en palabras legibles para lo demás....
Antes de que acabe enrrollándome de mala manera, debo decir que me ha gustado mucho; tanto que me ha sabido ha poco, la verdad. También debo de advertir, que no estamos ante una histria de terror, algo que ya he comentado en anteriores libros; tengo la sensación que el autor, sin abandonar del todo el género, está optando por historias de un corte muy diferente a aquellas con las que empecé a leerle. Esto es una historia humana, donde las sensaciones y los sentimientos entán a flor de piel. Si conectas con ella desde el principio, estás atrapado, si no es el caso, posiblemente no sea la misma experiencia. No obstante, el punto realmente fuerte de este relato es el desarrollo de los personajes. Al contrario que en otras novelas, tenemos un plantel muy reducido pero muy bien representado, a los cuales les acabas cogiendo cariño rápidamente. Cabe destacar que no tenemos ese personaje odiable tan típico de King, aquí todos son gente de lo más agradable. Quizá ese sea uno de los factores por los que todo resulta tan armónico.
Las historia está narrada en primera persona. Esto me ha llevado a pensar que el autor se siente más cómodo con este recurso narrativo, ya lo he visto repetir en sus últimas obras, las cuales me han parecido que han funcionado muy bien. De cara al lector, teniendo en cuenta la cantidad de emociones que vive el protagonista, ayuda a conectar rápidamente con él. De esa forma, desde el momento que conocemos la pena de Devin Jones, casi nos podemos sentir identificado con él. Aunque, también es cierto, diría que la historia funciona mejor con alguien que ha superado ampliamente la treintena, por el componente nostálgico que impregna cada página. Es muy fácil identificarse copn un joven que ha perdido a su primer amor y que debe afrontar un verano de trabajo en un parque de atraccciones de trercera para conseguir dinero para sus estudios. No obstante, una vez pasado el verano, decide seguir trabajando en Joyland, ya que no acaba de superar su desamor y necesita un tiempo para encarrilar su vida. Por otro lado, los rumores de que un fantasma ronda una de las atracciones de Joyland, le llevan a involucrarse en una investigación para encontrar al culpable.
A grandes rasgos, en esto podríamos resumir el libro, pero la historia encierra mucho más. Tanto el componente fantástuico y sobrenatural están presentes, pero de una forma meramente testimonial. Practicamente son desplazados por las dosis de intrioga que están muy bien dosificadas hacia el tenso final, donde incluye algún pequeño matiz de terror. En mi opinión, todo esto es un simple escenario en el que tratar temas más humanos, en un verano inolvidable, como: la amistad, la soledad, la perdida del primer amor (con su corazón roto correspondiente), la perdida de la virginidad y un cumulo de emociones que van desde el humor al drama, pasando por un romanticismo enternecedor. Un libro en el que poerse la piel tiene un resultad de lo más gratificante.
Si tuviese que hablar de algo negativo, sería de la incapacidad del autor por introducirme en los setenta, momento en el que se situa la historia, narrada por el protagonista. Al contrario que 22/11/63, me ha costado ponerme mucho en situación, incluso he llegado a olvidarlo en algún momento. A pesar de las referencias a películas de la época, y la ausencia de tecnología, bien podría haberse desarrollado en nuestra época. Sin emabrgo, todo esto pasa a un segundo plano si gonsigues conectar tanto con la historia como con el protagonista, llegando a vivir (y recordar) un momento que marcó su vida para siempre.
Y os preguntarés, ¿es una historia recomendable? Yo diría, rotundamente, que sí. Seguramente a aquellos que les gustó 22/11/63 les gustará mucho, porque sigue un estilo muy similar. A
Pumuki, sinceramente, no sé que decirle, porque no coincidimos nunca. Igual lo mejor es que ni se acerque a él.
De todas formas, a mi me ha parecido una historia muy bien escrita, con la que me he sumergido en un lectura como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Sin grandes giros argumentales, sino con una relato muy fluido y natural, cuyo resultado es una lectura apasionante y, en algunos momentos, emotiva. A mí, al menos, me ha llegado al corazón. Desde este momento, se sitúa entre las historias de Stephen King que más me han gustado, como sucediera con 22/11/63. Que conste, que el maestro del terror no aparece por ningún lado, pero el autor parece haber escogido un camino intermedio en el que utiliza sus habilidades narrativas para transmitir otras emociones, igual que lo ha hecho con el terror en muchas de sus novelas. Poco a poco, sigo reencontrandome con el autor. Si están interesados en la diversión, bienvenidos a Joyland.