He leído Drácula de Fernando Fernández.
Hace poco, en este foro, un compañero ponía sobre mi radar esta obra del cómic europeo realizada por uno de los grandes artistas de nuestro país que trabajó en la industria del tebeo hasta la década de los ochenta, cuando decidió marcharse al terreno de la pintura, donde podía profundizar más en el arte que tanto le apasionaba. Conocida es su trayectoria bajo el ala de Toutain, incluso su aportación a las revistas Warren, pero tras leer este tomo, me he dado cuenta que a veces no valoramos suficientemente lo que tenemos aquí, mientras alabamos a los grandes autores americanos como Neal Adams o Hal Foster. Tuvimos aquí a un maestro de la ilustración que combina pintura y dibujo adaptados a un relato gráfico para delicia de los lectores y pocas veces se le menciona cuando se habla de lo grandes del medio. Una auténtica pena, porque este tomo es una obra maestra en muchos aspectos y una obra de arte secuencial. Cada viñeta es prácticamente un cuadro. ¡Y vaya cuadro!
Me apena mucho no ser un entendido del arte para poder expresar mejor lo que supone acercarse a esta obra. Posiblemente podríamos hablar de la combinación del Romanticismo y del expresionismo alemán, pero lo realmente importante es que este tebeo es arte de verdad. El estilo pictórico y la utilización maestral de la paleta de colores es una delicia para los sentidos. Cada viñeta, cada imagen, es un cliché que inmortaliza una escena extraída de la novela escrita por Bram Stoker. No obstante, a pesar de que las páginas se convierten en un lienzo de papel, no hay estática en la narrativa, todo lo contrario. Fernando explora la narrativa desde diferentes puntos de vista con un conocimiento total del movimiento de la figura y la anatomía. Fotograma a fotograma, la historia cobra vida, consiguiendo que nos sumerjamos en la lectura de un relato que nos conocemos al dedillo. Aunque a mí me gusta siempre recomendar que se lea la fuente, es decir la novela original, muy recomendable por cierto, esta obra ofrece una experiencia muy similar a la lectura del libro. Si hay alguien que aún no conoce el Drácula de Bram Stoker y tiene reparos en leer literatura de otro siglo, aquí tiene un producto perfecto para adentrarse en ella. Seguramente salga fascinado en todos los sentidos imaginables.
Qué duda cabe que el apartado gráfico es el principal exponente de esta obra. Sin embargo, Fernando Fernández es un autor completo y utiliza la prosa de Stoker para trasladarla al cómic con bastante acierto. Los recargados cuadros de texto acompañan muy bien las magníficas ilustraciones pictóricas, dando como resultado una interesante simbiosis que nos presenta de una forma novedosa a uno de los grandes iconos del terror moderno, consiguiendo transmitir sensaciones como la sensualidad imperante en la obra de la que procede. Tras esta lectura, uno no puede hacer otra cosa que exclamar: ¡Drácula vive! Si es que alguna vez estuvo muerto…