Action Comics #1 (Junio 1938). 3ª Historia. Primera aparición de Zatara
Hacemos un alto en el camino, y volvemos atrás por un momento, nada menos que a Action Comics #1, sí, el mismo que contiene la primera aparición de Superman y con el que inauguramos mi casi solitario club de lectura
Y es que en su momento pasamos por alto que en la tercera historia de este mítico número, se contiene otro debut de un personaje de DC Cómics importante en el universo superheroico, aunque sin tanta importancia como Superman: se trata de
Zatara, el Mago Maestro, personaje creado por
Fred Guardineer. Se trata de un personaje que reviste cierta importancia, ya que formaría parte, en algún momento, de equipos como la Liga de la Justicia o la Sociedad de la Justicia de América, entre otros. Asimismo, Zatara ha hecho aparición en alguna serie animada, aunque quizá es más conocido por el ser el padre de una superheroína de moda en la actualidad: Zatanna.
Sin embargo, en sus inicios todavía no sabemos nada de esto, ni siquiera su nombre completo, que en algún momento posterior se mencionará que es Giovanni "John" Zatara, pero todavía no hemos llegado ahí. En cuanto al aspecto de Zatara, se nos presenta como el típico mago ilusionista, con su chistera, su chaqué y todo un repertorio de trucos, entre otros hacer aparecer cosas de la nada. Sin embargo, Zatara es mucho más que un mero ilusionista, y en esta primera aparición vamos a tener ocasión de comprobarlo, cuando esgrime sorprendentes poderes que no pueden ser fruto sin más de técnicas ilusionistas. Además, Zatara se vale de la ayuda de su sirviente personal, en este caso un personaje oriundo de la India llamado Tong, de piel morena y turbante a juego(por más que ahora mismo, en esta primera historia, no sepamos su exacta procedencia, ya que no se dice, aunque algo podemos intuir por los aires exóticos del personaje). Aunque Zatara aparece ya desde Action Comics #1, su primera portada exclusiva la obtiene en Action Comics #14, que sirve para hacernos una idea del aspecto del personaje y su sidekick
Resulta llamativo el hecho de que Zatara lleve un bigotito a lo Tony Stark, ya que en su aparición inicial no lleva ese bigote. Por el atuendo y las hechuras generales del personaje, parece que estamos ante un remedo de Mandrake el Mago, personaje que había sido creado en 1934, cuatro años antes de Zatara, por Lee Falk (creador, entre otros, de El Hombre Enmascarado) y Phil David, que se publicaba en diversos periódicos en tiras de prensa por la editorial King Comics. También Mandrake llevaba sombrero de copa y chaqué. Además, se hacía ayudar por otro exótico compañero de faenas, Lothar, esta vez proveniente de África. Eso sí, Lothar no es un sirviente cualquiera, ya que sus orígenes son principescos, siendo así que Lothar abandonó sus comodidades aristocráticas para embarcarse junto a Mandrake en sus aventuras. Finalmente, tanto Mandrake como Zatara tienen poderes hipnóticos.
Como podéis ver en esta ilustración, el parecido de Mandrake con Zatara es más que obvio, y la añadidura posterior de un fino bigote a Zatara no hacía sino acentuar su parecido.
Pasando a la historia ¿qué tenemos aquí? Pues un episodio en el que se nos presenta, en la primera viñeta, un resumen de la vida y obras del personaje, pese a ser su primera aparición. Y así, se nos explica, antes de empezar, que Zatara, en compañía de su sirviente Tong, es un mago que ha consagrado su vida a luchar contra el mal, cuya Némesis es una villana llamada la Tigresa. Sobra decir que en esta primera historia de Zatara, la tal tigresa hará acto de presencia como archienemiga de nuestro mago.
Pero vayamos por orden, porque tenemos por delante una intensa historia de acción sobre trenes en marcha, ahí es nada. Todo comienza con la pretensión de Zatara de tomar cartas en la avalancha de robos en trenes que se está produciendo últimamente, y que en ocasiones se ha cobrado la vida de detectives y otros empleados ferroviarios. Tong le dice entonces que indudablemente tales fechorías son obra de la Tigresa (porque sí, sin más), pero, por si quedaba alguna duda, Zatara mira en su bola de cristal, que le informa con una admirable precisión de cuándo y dónde será el próximo asalto al tren. Desde luego que empezamos fuertecito
Con tamaña ayuda no está, sin embargo, todo hecho, ya que todavía hay que atrapar a los bandidos. Zatara, Tong y otros compañeros suyos de la ley, entre los que se cuentan el detective Brady, montan en el tren que está predestinado a ser robado. Pero, por alguna razón que no puedo comprender por más que le de vueltas, se suben encima del tren, es decir, no ocupan sus asientos, sino que se suben encima de los vagones. Todo ello sin duda en pos de la emoción de la historia, está claro, porque mola más una escena de acción encima de un vagón que dentro de él, pero no tiene ninguna lógica, en principio, tomar esa decisión, o al menos no se explica
Imagino que la razón podría estar en que los vagones, al no comunicarse entre sí, solo son accesibles trepando encima de ellos. Pero no desbaratemos nuestra ilusión con pequeñeces argumentales: el caso es que el tren llega a un túnel, y entonces, como es obvio, los personajes tienen que agacharse para no pegársela contra las paredes del túnel. Brady va en cabeza, y nuestros protagonistas lo pierden de vista por un momento. Cuando pasan el túnel, una figura que aparentemente es Brady les dice por gestos que se acerquen pero, cuando lo hacen, les dispara, hiriendo a uno de los detectives que viajaban con Zatara. ¡Atención, porque parece que Brady estaba compinchado con la Tigresa y ha traicionado a nuestros héroes! O al menos eso parece ¿habrá gato encerrado? Lo hay, como luego veremos, pero también hay un detective herido que atender. Así que Zatara hace aparecer de la nada un botiquín, tras lo cuál se apresta a investigar el suceso. Se adelanta mientras sus compañeros se ocupan del herido, para presenciar que, desde un vagón, alguien está arrojando al vacío el cuerpo sin vida del mismo Brady.
Esto ya no tiene tanto sentido, pero todo se aclarará en su momento. La Tigresa (una hermosa mujer rubia ataviada con una bandana) aparece de repente a la espalda del sorprendido Zatara y lo arroja al vacío. Pero la muy villana no contaba con los indeterminados poderes de nuestro mago ("lo hizo un mago..."
). Zatara solo tiene que quedarse suspendido en el aire y aterrizar sobre un mullido arbusto. Mientras tanto, Tong ha alertado al conductor de lo sucedido, que detiene el tren, permitiendo a Zatara llegar al tren y comenzar la investigación de los hechos criminales. Mientras la policía cree que todo se explica por la traición de Brady, Zatara cree que hay algo raro que no cuadra en esa versión. Inspeccionando más de cerca uno de los vagones, descubre una "X" que lo distingue del resto, y deduce que se trata de una marca hecha con tiza que señala a los bandidos qué vagon hay que saquear.
Zatara se entrevista luego con el inspector de trenes, Babcock, y solo por lo desabrido que resulta en sus respuestas, el mago ya deduce que seguro que está implicado en los hechos. No se le escapa una, y eso sin bola de cristal
Poco después, Tong le comunica a Zatara que al lado de los trenes hay una barraca con tipos de pinta diabólica. Zatara entonces deduce también, con una mente preclara, que esos son los ladrones que van a robar el tren, dirigidos por la Tigresa. Y se va pues a la barraca, donde, ni corto ni perezoso, hipnotiza a los malos. Atentos porque la manera en la que Zatara hipnotiza a la gente se muestra mediante un recurso curioso: se escriben las letras al revés:
You are now in my power!!!!
Sin embargo, cuando ya los tenía bajo su control, aparece la Tigresa, una vez más atacando por la espalda, y golpea a Zatara, lo que hace que la hipnosis se rompa y permite que el mago sea capturado por los maleantes, quienes le atan las manos. La Tigresa decide dejarlo atado en la barraca y quemarla luego, para que Zatara la palme allí mismo. La Tigresa y sus secuaces montan en el siguiente tren para cometer un nuevo robo, y dejan a Zatara en medio del edificio en llamas. Como es evidente, si algo sabe hacer un buen Houdini es librarse de unas ataduras, así que esto es pan comido para Zatara: las ataduras caen.
Zatara se ha quedado en tierra, pero eso no es problema para un mago con sus posibilidades: así, sin más, invoca a su aliado Tong, que aparece alli, bueno, pues eso, por arte de magia
Ambos, escondidos en las sombras, ven salir al inspector Babcock de un edificio y, al ver la barraca ardiendo, se atreve a decir, en voz alta, que esta vez sí se han librado de Zatara. Esto es todo lo que necesita el interpelado para saltar hacia Babcoc, hipnotizarle, y decirle a Tong que se lo lleve a la comisaría, mientras él emprende la persecución de los malos.
A tal efecto, Zatara tiene la suerte de dar con un expreso, en el que se monta, y, como el expreso es más rápido que el tren convencional en el que viaja la Tigresa, pronto el expreso se pone a la altura del tren del robo, de modo que Zatara no tiene más que saltar de un tren a otro, y ya está metido otra vez en faena. Seguidamente, nos espera una intensa batalla final, con épicas escenas de acción encima del tren. Por supuesto, Zatara acaba enfrentado una vez más a la Tigresa quien, esta vez, ha decidido matar al mago a tiros. Para su infortunio, cuando le apunta con la pistola, Zatara transforma el arma en un plátano, y la Tigresa desaparece en la oscuridad de la noche.
Eso sí, el resto de maleantes han sido capturados, saliendo a la luz su plan: el inspector Babcock, quien sabía de antemano, por su puesto, en qué vagón viajaban las mercancías valiosas, lo marcaba con una X; luego, los bandidos se dividían: unos subían al tren y, una vez en el vagón, arrojaban al suelo las mercancías valiosas, mientras la otra partida de ladrones se acercaba con una camioneta a recoger el botín. Y además, la historia termina con puntos extra para nuestro protagonista: Babcock confiesa que Brady (recordemos, el detective asesinado al principio de la historia) no era un traidor, sino que lo mataron cuando el tren pasó bajo el túnel, amparados en la oscuridad, y le pusieron su gabardina y sombrero a uno de los secuaces de la Tigresa, para que pareciera él. Con el nombre de Brady limpio, pero eso sí, con una nueva amenaza de la temible Tigresa en el horizonte, acaba este debut.
Como valoración de la historia, podemos decir que es tirando a malilla
Los momentos épicos e resuelven simplemente con magia, lo que resta emoción a una historia que en sí es confusa, un tanto atropellada y narrativamente secuenciada un tanto extrañamente, aunque se entiende en lo esencial. En fin, un comienzo anecdótico del personaje y poco más.