He leído
Nuevo capitán América Nº 50 - 54.
Retomo la lectura de esta serie tras mi
anterior comentario.
Por fin he podido leer el primer arco de esta nueva etapa del Centinela de la Libertad que, en esta ocasión, nos presenta bajo la máscara al bueno de Sam Wilson. No tenía ni idea de que esta fuese a ser la despedida de Remender del personaje. De hecho, se quedan varios aspectos interesantes en el aire, que espero que Spencer retome, aunque tengo confianza en él, porque me parece un buen guionista. Sin embargo, el cambio de guardia tras esta línea argumental parece que nos coge a todos fuera de juego, incluso a los propios autores. También se despide Stuart Immonen, que en estos momentos puede que sea el mejor dibujante del panorama actual y con bastante diferencia. Su trabajo aquí es espectacular. El primer número prácticamente deja al lector si aliento, mostrando una perfecta simbiosis entre un tebeo cargado de acción y un argumento interesante. Creo que es uno de los mejores arranques de todo este movimiento que ha recibido el nombre de
All New. Magnífico es quedarse corto.
Bajo mi punto de vista, Remender realiza aquí su trabajo más redondo, de todo lo que le he leído en los últimos años. Esta etapa ha abrazado con fuerza el género, se ha mantenido fiel a la esencia de los personajes y ha utilizado recursos de corte clásico para añadirle una pequeña pátina de actualidad. Además, ha conseguido situar a Sam en un lugar que otros guionistas no fueron capaces de hacerlo, de forma que se pueda ver el error que cometieron. El guionista no se deja llevar por el golpe de efecto que esto supone, sino que profundiza en la personalidad del personaje, mediante flashbacks de su pasado, estableciendo un nexo de unión entre esos ecos pretéritos y su situación actual. Destaca por encima de todo que Sam no es un soldado; que no tiene la confianza del público; que no tiene poderes especiales; y que, en cierta forma, no es habitual verlo actuar en solitario, por lo que en momentos determinados parece que pueda estar esperando esa ayuda providencial que posiblemente nunca llegue. No obstante, el Halcón es un héroe hecho a sí mismo, que conoce el sufrimiento de los más necesitados y que está dispuesto a sacrificar lo que haga falta por tal de estar a la altura del símbolo que representa. Todo eso y mucho más es representado en poco más de seis números, donde Remender da el do de pecho para encumbrar a un eterno secundario que, por primera vez, enarbola el paradigma del legado, aunque todos sepamos que es de manera temporal. Da igual el tiempo que Sam ostente ese nombre, sinónimo de esperanza y del sueño americano, ya ha demostrado con creces que es el héroe perfecto para un nuevo Capitán América; capaz de volar, tirar el escudo y comunicarse con los pájaros. Sin lugar a dudas, un superhéroe de altos vuelos.
Que duda cabe que lo mejor de esta línea argumental se encuentra en el tratamiento del protagonista, que poco a poco ira separándose de la alargada sombra que proyecta Steve Rogers, junto al magnífico trabajo que ejecuta Immonen. Por otro lado, la historia también esta bien; un buen tebeo de superhéroes cargado de adrenalina y con mucha tensión, pero que en ciertas situaciones abusa del golpe de efecto. Si bien es cierto que Remender ha demostrado ser capaz de dar bruscos giros de timón con un sentido y trasfondo que después ha intentado explicar, aquí hay varios que entran dentro del efectismo más propio de la diversión por la diversión. Eso no tiene porque ser malo per se, pero llegado a este punto, el lector debe de plantearse si la muerte de un personaje no es solo una puerta giratoria, sino un constante viaje de ida y vuelta que destroza cualquier momento dramático. Los dos primeros números del arco son realmente brutales y a lo largo de toda la historia tenemos varios
cliffhangers capaces de parar un corazón. No obstante, a medida que avanzas en la lectura, todo se disuelve como azucarillo en agua. En mi opinión, podía haber resuelto las situaciones de diferentes maneras, o no haber llegado tan lejos para después retroceder de una forma tan predecible. Realmente, quizá esta crítica sea extensible a todos los guionistas actuales, pero teniendo en cuenta la magnífica labor de Remender en esta cabecera, este abuso de la suspensión de la realidad resta algunos puntos a una valoración final que podía ser mucho más alta. Y es que pocos tebeos actuales te pueden hacer vibrar como este pistoletazo de salida del nuevo Capitán América. Desgraciadamente, debo añadir.
Por último, me gustaría destacar el interesante elenco de personajes que se pasean por esta historia tanto en la faceta de secundarios como de villanos. El nuevo Nómada es un personaje que a mí me gusta mucho y que espero que tras la marcha de Remender no caiga en el más oscuro ostracismo, porque tiene mucho potencial. El hijo de Steve criado en un mundo gobernado por Zola abre infinidad de posibilidades a cuál más interesante. En esta misma historia, él mismo se esfuerza por demostrar que no es como su padre y que hay una línea que quizá muchos no esperen que cruce, pero que no descarta hacerlo cuando sea necesario. Hay otro personaje que me ha gustado mucho verlo interactuar con Sam, pero que no desvelaré por arrastrar consigo una interesante trama conspiranoica que espero que se retome más adelante. Tengo que reconocer que hay un escena que me ha chocado, teniendo en cuenta su pasado, pero que no deja de ser cierto que ambos hacen buena pareja. Esto me parece más razonable que lo de Rhodey y Carol, que comentaba ayer en otro hilo.
Para buscar contrincantes, Remender bucea tanto en el pasado como en el presente. Recupera al olvidado Armadillo, que seguramente no ha molado jamás en su vida tanto como en esta historia. Lo mismo sucede con Batroc, que luce un diseño creado por Immonen que lo convierte en un enemigo menos risible y más amenazador. Y gracias a Dios por quitarle ese acento francés tan exagerado, que en Francia hablan inglés perfectamente, incluso español. Después tenemos a pesos pesados como el Barón Zemo, Calavera y Pecado. Los enemigos perfectos para superar una prueba de fuego como la que tiene que afrontar Sam. Incluso la presencia del Barón Sangre, en otro guiño al pasado, que genera una nueva y compleja situación para alguien muy cercano al Halcón. Sin lugar a dudas, el guionista ha realizado una excelente elección de los contrincantes, unido a un trasfondo con Hydra y otro buen número de villanos recurrentes de la colección, que contribuyen a ese ritmo frenético que comienza al pasar la primera página. Y es que el legado del Capitán América es mucho más que su escudo, algo que Sam Wilson descubre desde el primer momento.