He leído Super Humor Pocket Mortadelo y Filemón Nº 5.
Este tomo se me ha hecho un poco pesado. ha tenido sus momentos divertidos, con los que me he reído un montón, pero adolece de un problema típico de la obra de Ibáñez: la repetición de esquemas en su argumentos. De las cuatro aventuras incluidas en este tomo, ñas dos primeras son muy parecidas en cuanto a su esquema base, que no es otro que probar un invento del Bacterio. Entre invento e invento, se suceden los mismos gags en la oficina de la TIA con los mismos personajes, Ofelia, el Súper y la adorable Irma, la versión estilizada e idealizada de secretaria, que incluso tontea un poco con Mortadelo, algo que a Ofelia no le gusta demasiado, porque ella quiere ser agasajada por los dos agentes, incluso que la pidan en matrimonio. En ñas dos siguientes se retoman las presentaciones, pero sin el ingenio de las que veíamos en el tomo anterior, y se repiten los esquemas argumentales, aunque mucho menos acusado. Sin embargo, se observa una mayor repetición en los diálogos, donde se ven con demasiada frecuencia ciertas expresiones, sobre todo en personajes, cuyos diálogos tienen a incluir la palabra titi o nena de una forma excesiva, por mucho que sea con la intención de perfilar a los personajes dentro de su papel. Por otro lado, en este volumen se puede ver al mejor Ibáñez "de fondos", colándonos en prácticamente todas las viñetas un gag humorístico en su mayoría muy divertidas. Agentes volándose la cara, despertadores con péndulos colgados de la pared, animales montados en aviones de papel y un largo etcétera de detalles a cual más ingenioso. Casi te lo pasas mejor parándote a mirara las escenas en segundo plano que la propia historia.
Comenzamos con "El huerto siniestro", una aventura en la que nuestros dos protagonistas deberán probar una serie de armas ingeniadas por el profesor Bacterio basadas en productos alimenticios como una zanahoria, una patata, una seta o una calabaza, entre otros. La verdad es que durante las primeras páginas, la cosa tiene su gracia, y nos deja momentos verdaderamente divertidos con Mortadelo tras Irma, los intentos de Ofelia por evitar que este ronde a su compañera, o el uso sin demasiado control de algunas de estas particulares armas sobre inocentes viandantes. El problema es que tras pasar la novedad inicial, acabamos sumergido en una espiral algo repetitiva.Antes de conocer cada invento huyen a zonas alejadas, con el consiguiente chiste, el gag con Ofelia y la prueba con el arma hasta que la lían parda , saliendo en los periódicos, y vuelta a empezar. Si en lugar de 44 páginas dura la mitad, creo que funciona igual y resulta mucho más divertida sin que llegue al punto de cansar la dinámica. Por cierto, otro de los aspectos más acertados de Ibáñez en esta historia y la siguiente son las redacciones de las noticias, con exageraciones con las que no puedes soltar una carcajada.
"El estropicio meteorológico" sigue la misma pauta, pero en lugar de armas hortelanas tenemos un aparato que controla la climatología a voluntad. Digna de mención es una de las escenas iniciales, en las que cada vez que salen por la puerta tiene un tiempo diferente. Sin embargo, las repeticiones comienzan muy pronto, con un Mortadelo ilusionado ante la posibilidad de ser el héroe de Irma, volviendo a la realidad tras su experiencia onírica para encontrarse con Ofelia y su particular momento de confrontación. A los habituales se une la limpiadora de las oficinas de la TIA, que sufrirá a su particular modo las inclemencias meteorológicas pertinentes. Tiene momentos muy divertidos, como la búsqueda en la niebla del pollo tomatero de Mortadelo, pero tiene los mismos problemas que la anterior aventura, sin dejar de ser una lectura más o menos divertida.
Continuamos con "La perra de las galaxias", en alusión a la famosa guerra de las galaxias durante mandato de Ronald Reagan, que apodó así un proyecto de defensa estratégica para detectar y destruir cualquier misil que fuese contra los Estados Unidos. Volvemos a las presentaciones, en este caso para ponernos un poco en contexto, para iniciar una historia que reúne a los dos agentes con "Leididí", una perra capaz de olfatear un maletín que contiene los documentos secretos del proyecto "galáctico" en el que participó el fallecido profesor Baldo Mero. Además de convertirse en esta ocasión en un trío de investigación, la perra sentirá una atracción irrefrenable por Mortadelo, lo que dará lugar a todo tipo de situaciones de lo más pintorescas. Destacar que la perra habla pero no interactúa en los diálogos con el resto de personajes, muy similar a el papel de Rantamplan o Jolly Jumper en la serie Lucky Luke, pero sin ese humor ácido que les caracterizaba, sobre todo en manos de Goscinny. Dentro de las aventuras esquemáticas, esta se sale un poco del guion, consiguiendo cierta frescura en muchos momentos, pero llegados a cierto punto se vuelve a apreciar ese patrón que nos lleva ante cada preludio de la misión, que se ve interrumpida en multitud de ocasiones, ya que la piel de gorrino de la que está confeccionada el maletín lleva ala perra a seguir diferentes pistas con destinos tan dispares como un zoológico, lugar recurrente en las historias de esta pareja, a un taller mecánico o a un bar. De todas las aventuras del tomo quizá sea la mejor, o la más divertida e ingeniosa, combinando los elementos de forma mucho menos esquemática, a pesar de que la base habitual sigue estando muy presente.
Finalmente, tenemos "Los sobrinetes",d donde Ibáñez saca punta a las travesuras de la tierna infancia. En este caso, serán los sobrinos de Mortadelo y Filemón los que irrumpen en la oficina de la TIA, dejando huella allá por donde pasa. A su vez, hace acto de presencia Anselmo el "Cefalópodo", del cual tienen pruebas más que suficientes para enviarlo a la cárcel, por lo que el maleante decide asaltar el cuartel general de la agencia para toparse con los dos "angelitos". A pesar de que su encuentro inicial dista mucho de ser un asalto, sino más bien todo lo contrario, Anselmo decide secuestrar a los sobrinos para pedir como rescate los documentos. A partir de ese momento la historia regresa a un esquema muy similar al de la aventura anterior. Es como si las historias coetáneas tuviesen patrones parecidos, aunque debo admitir que sobre todo al principio ha sido tremendamente divertida. Con el gag de los dedos me he reído un montón. Después tenemos un detalle interesante como es la utilización de rudimentarios métodos propios del CSI para averiguar el lugar en el que se esconde el villano, que como secuestrador está sufriendo lo suyo. Casi he estado a punto de valorarla como la mejor historia del tomo, pero también es cierto que Ibáñez juega con uno de los tópicos que más ha explotado a lo largo de su obra, ya fuera en esta misma serie o en 13 Rue del Percebe, con aquellos niños traviesos del segundo. También hay que reconocer que consigue hacerte reír mucho en bastantes escenas y que, pese a la repetición de esquemas, la primera mitad de la historia es muy dinámica. Pero volvemos a lo de siempre, la excesiva extensión de unas aventuras a las que quizá le sobran páginas, lo que permitiría que no se notara tanto su déficit, además de ayudar a que se disfrutase más de la lectura, sin tener la sensación de que el argumento se ha alargado sin ningún motivo de peso. Además, después se concluye todo en dos viñetas, lo que te hace pensar que el punto de corte lo marca más la paginación que el desarrollo de la aventura, lo cual es bajo mi punto de vista el primer síntoma de que algo no está del todo bien. De todas formas, sigo disfrutando de esta selección de historias, donde podemos ver un poco de todo dentro del trabajo de Ibáñez con sus creaciones más importantes.