He leído
Príncipe Valiente 2020.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Sinceramente, tenía totalmente olvidada esta serie, hasta que caí en la cuenta de que ya se había publicado un nuevo volumen y ni siquiera me había acercado a él. Y es que la realidad es que la tira sigue siendo una lectura entretenida con un buen dibujo de Tom Yeates, algo irregular en ocasiones, pero esta serie tiene ya poco que ver con aquella que a tantos lectores nos emocionó. Rafa Marín escribe un acertado prólogo en el que la define como una combinación de cómic clásico y moderno, algo totalmente apreciable en una narrativa que se acerca más al estilo propio del comic book norteamericano que al de una tira de prensa. Además, el ritmo narrativo es muy diferente, las tramas se desarrollan con una mayor lentitud, fomentando en cierta forma su lectura en recopilatorios como este. Si bien es cierto que todavía se mantiene algunos elementos que sembró el propio Foster, incluyendo la marcada personalidad de los personajes, lo que los hace reconocibles aún hoy en día, otros aspectos se han perdido, lo cual hacen inviable una lectura semanal de las planchas, por ejemplo, así como esa evolución hacia la senectud de los protagonistas, totalmente frenada en los últimos años. Como decía, la serie sigue siendo una agradable lectura, pero la sensación de mutación que ha ido experimentando, algo normal en cierta forma, la convierte en un producto distinto. Esto no tiene porque ser malo, obviamente, pero no quita que el lector más veterano no pueda evitar tener esa sensación que sin ser una mala serie, quizá habría que plantearse darle un final en algún momento. A lo mejor cuando este tándem creativo llegue a su desenlace. Quién sabe.
La primera mitad del tomo alberga un arco argumental completo que da comienzo con el regreso de Val y su familia a Britania. En una población cercana a la costa se encuentran con cierta agitación por la muerte de su barón, cuya culpa recae en unas mujeres que son acusadas de brujas. Val y Aleta ejercen el papel de detectives, a los que se une Gawain, recuperado como secundario habitual en este tomo, que investiga las irregularidades de la zona como enviado de Camelot. La historia está francamente bien, mostrando a nuestro héroe en una faceta de investigador poco usual. Además, la trama hunde sus raíces en la defensa de la naturaleza, curiosamente eligiendo un animal no muy querido en los tiempos que corren: el murciélago. Supongo que no es ninguna casualidad que el mismo año que se desarrolló una pandemia mundial, cuyo origen se atribuyó al guano de murciélago, entre otros posibles factores, los autores decidan mostrar algunos de los beneficios que aportan estas criaturas a la naturaleza. Desde luego, resulta interesante como aprovechan la actualidad en algunos casos para integrarla en su tramas, así como ver a Val ejerciendo de detective en la Edad Media. A mí me ha gustado, no sé si a los más fervientes defensores del estilo más clásico les habrá pasado lo mismo. En todo caso, es uno de los aspectos que mantienen viva esta serie, pese a que yo creo que tendrían que haberla finalizado hace ya tiempo.
Después tenemos una breve aventura durante el regreso a Camelot de Val y su familia junto a Gawain, en la que detienen la incursión de un grupo de sajones por la costa, para centraros de nuevo en la vida de la capital del reino. Además de la esperada reunión familiar, Val descubrirá con asombro que las tierras que dejó abandonadas en Camelot se han convertido en una fuente de riquezas. Gawain le informa de que esto se debe a la gestión de Rory Capucha Roja, de quién se ha enamorado y tiene una relación, a la que esconde de Arn en las tierras de Val. Esto nos lleva al siguiente tema en cuestión, la democracia, una de las cuestiones que defiende Rory y por la que es perseguida. En esta ocasión será Aleta la que abogue por su defensa, y la que consiga que la muchacha deje de ser una proscrita. Otro ejemplo más de lo moderna que se ha vuelto la serie, con ese papel predominante de la mujer en la sociedad de aquella época, con aspectos muy próximos a la actualidad.
Finalmente, tenemos el inicio de un nuevo arco argumental en el que Gawain y Val escoltan a Rory en su regreso a Lockbramble para intentar que pueda desarrollar su nueva política de que el pueblo se gobierne a sí mismo. Como era de esperar, tendrán una importante imposición al llegar a esta zona norte de Britunia con una batalla inicial que se cobra un herido. Gawain y Val se disponen a investigar el asunto. Nos quedamos con ganas de saber como continúa esta lucha por la democracia, que esperemos me acuerde a primero de año de leer su continuación. En definitiva, la serie sigue muy amena y divertida, con personajes reconocibles, pese a que es evidente que la serie ya no es lo que era, sino que se ha modernizado. Y es que al fin y al cabo, todo acaba sucumbiendo a la modernización, incluso nuestro querido Príncipe Valiente...