He leído
CieloaltoEntre los barrios de Cieloalto, una ciudad perdida entre nubes y que se piensa eterna, se teje un tapiz de ciencia y fantasía donde el tiempo se retuerce y la humanidad, cómo no, polarizada, se enfrenta a un incierto destino.
En esta ciudad bidimensional (en el sentido de una sola dirección, eso sí, con dos sentidos) moverse por sus calles es moverse en el tiempo, hacia el pasado o hacia el futuro, pero con unos límites diferentes para cada persona. Y claro, no para todas.
Hasta la inmortalidad tiene sus reglas.
Los viajentes vigilan y observan, esperando su oportunidad. Los permas (de permanentes) manipulan los hilos del tiempo. Aunque bueno, en realidad manipular no es la palabra adecuada.
Pero un rebelde, Javier Dosaires, despierta la conciencia, desafiando el orden y la existencia perpetua. Y claro, tampoco rebelde es la palabra adecuada.
Será entonces, si no es un recuerdo, cuando un amor prohibido florecerá en un mundo donde los siglos se desvanecen como gramos de arena en un reloj. Pero para estos Romeo y Julieta, el sacrificio se vuelve el precio a pagar por la libertad de un destino inalcanzable. Puta relatividad del tiempo.
Este laberinto de pasado y porvenir nos lleva a una huida infinita. Refugiarse en la infancia o saltar al vacío son la misma consecuencia. En el tejido del tiempo, la eternidad solo es un ciclo en el que creemos que todavia queda tiempo.
Me ha parecido una pequeña obra maestra, recomendable para todas las edades y tipo de lector. Una joyita con la que adentrarse en un mundo donde el tiempo es manipulable y solo los recuerdos pueden matarte.
A través de los ojos de Javier Dosaires exploraremos las complejidades morales de controlar el destino de la humanidad. Y encima con una prosa sencilla y ágil que nos invita a reflexionar sobre el poder, el amor y el precio de la libertad en un universo donde el tiempo es tan solo otra variable.