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« en: 10 Enero, 2024, 08:30:04 am »
No trato de justificar ni validar nada. Lo que intento concretar es que el incremento de un coste si se compara respecto a los ingresos, en mi opinión, es más correcto porque el coste de algo es más o menos asumible en función del ingreso. Si el ingreso se incrementa en la misma proporción en que se incrementa el gasto, el incremento no se nota.
Realmente no es así porque unas cosas suben más y otras menos, y los precios van a su ritmo y los salarios a otro. Desgraciadamente no a todo el mundo se le sube el sueldo todos los años ni se le sube tanto como la subida de precios. A algunos sí y a otros no.
Como digo, trato de poner en contexto. No digo que no suban las cosas. Digo que las cosas suben, todas.
Y por último, justificar o validar una subida no es relevante ni aporta nada. Justicar algo o no justificarlo, o validar algo que ha pasado o no validarlo no va a cambiar lo que pase ni va a afectar a que siga pasando o deje de pasar.
Las empresas, igual que las familias tienen costes e ingresos. Si los costes suben, su margen no va a bajar porque es en base a ese margen al que pueden funcionar y ganar dinero (pocas empresas hay, si hay alguna, cuyo objetivo sea ni ganar ni perder).
Puedes/podemos quejarnos. Pero eso no vale nada. Lo que sí puede valer es no comprar aquello que consideramos caro. El tema es que si no podemos vencer ese deseo que tener, y compramos al precio que sea o compramos todo lo que deseamos, el que tiene problemas es uno mismo. Si ha dedicado dinero a eso no lo puede dedicar a otra cosa (ahorrar, viajar, ir al gimnasio, lo que sea). La opción: no comprar aquello que consideramos caro. ¿qué puede ocurrir? que bajen los precios desde luego que no. Lo que ocurrirá es que ese producto dejará de venderse o comercializarse y entonces, si no gestionamos bien nuestros deseos de tener, experimentaremos frustración.
Todo tiene que ver con el deseo de tener algo. Cuando he estado en el paro, no comprar comics u otras cosas no era ningún problema, porque tenía otras prioridades. Cuando nos centramos en quejarnos por la subida de los precios, eso no está mal, pero no olvidemos el problema de raiz. Deseamos algo que no podemos tener al coste que nos gustaría y experimentamos frustración.
También experimentamos frustración muchas veces porque aunque uno mismo haga algo, el resto no lo hace, y nuestra acción no tiene el efecto deseado. Ese es otro tipo de frustración. La frustración que se experimenta cuando nos hacemos conscientes de que según que cosas que son más importantes para uno mismo no lo son para los demás (que pueden pagar el precio). El comprender y aceptar que las cosas son como son, que apenas podemos controlar lo que pasa (nuestro poder de control sobre lo que ocurre es mucho menos del que nos creemos), conduce de experimentar frustración a experimentar aceptación, tranquilidad, paz. Es así de sencillo. No hay mucho más. Cada uno elije lo que desea y por tanto elije lo que experimenta. Lo que experimentamos es consecuencia de nuestros deseos. Si deseas frustración experimentarás frustración, si deseas paz experimentarás paz.