Frontera sangrienta Para finalizar esta historia, tenemos los lápices de Michael Rouge, cuyo estilo difiere un poco de Vance. Al contrario que su antecesor, Rouge tiene un estilo más limpio y menos recargado. Sin embargo, se amolda a la estética primigenia de Giraud con menos barroquismo. No me suele gustar estos cambios de dibujantes en medio de una saga, pero la verdad es que ambos ilustradores hacen un magnífico trabajo. Pese a ser dos estilos diferentes, encajan bastante bien.
Tras el final dramático del anterior volumen, nos encontramos en el rancho de Tess Buenaventura, la cual resulta que es conocida como el ángel blanco, una joven enfermera que curaba a los heridos en la guerra civil. Lugar en el que al parecer conoció a Blueberry. Sé que es un detalle sin importancia, pero en este tomo, da la sensación de que la relación entre ambos personajes es más cercana de lo que hemos visto hasta ahora. Incluso vemos como Tess lo llama su amigo. Es cierto que ya se han besado y que se nota que hay una pequeña relación, pero a lo largo de este volumen, desde su primera página, se nos transmite algo más intenso. Por un momento, puede dar la sensación de que nos hemos perdido algo, cuando no es así. En mi opinión, es como si se precipitara el final de la historia y el autor necesitara a Tess para lo que tenía planeado, pero con una relación menos estrecha quizá no funcionase igual de bien.
Bajo los cuidados de Tess y sus protegidas, Blueberry se repone durante la noche (sobre todo gracias a las atenciones de Tess en todos los sentidos imaginables), aunque su mano derecha está seriamente dañada y no podrá empuñar un revólver durante meses. Un pequeño contratiempo inesperado. No obstante, tras la revelación del cadáver de Newman, Blueberry comienza a atar cabos con Red y Tess, quedando todo más o menos solucionado. Ahora solo hace falta que alguien vaya a hablar con el chico del periódico para saber que había descubierto. Desgraciadamente, esa misma noche alguien ha incendiado el edificio con el chaval dentro. Cuando llega Red ya está muerto.
Entre la explosión del periódico y varios borrachos armando jaleo en el salón, Red tiene una noche bastante movidita. Mike también, pero es más agradable…
Me llama la atención como tras la muerte de Charlier, Giraud se preste más a mostrarnos la desnudez de las mujeres o a permitir que nuestro protagonista tenga relaciones con ellas. Posiblemente todo tenga relación con la censura y los recatados años setenta, pero en las últimas historias en las que Giraud ha tenido plena potestad, hay sexo y nos ha deleitado con la belleza del cuerpo femenino. Incluso en los últimos tomos de la Juventud de Blueberry también hemos visto muestras de ello. Ya digo que seguramente sea cosa de la libertad de expresión del nuevo siglo, pero me ha resultado curioso.
Blueberry vuelve al pueblo, donde se va poniendo al día hasta encontrarse con un agotado Red. A continuación dejan las celdas vacías, soltando a los alborotadores nocturnos. Después, visita al médico para que le ponga una molesta escayola. Hay que reconocer que dejar al protagonista tullido me parece absurdo, pero viendo como se desarrollan los acontecimientos, bien podría resultar un acierto…
De esta guisa, va a ver al alcalde, que tras conocer los planes de acusación sobre Carmody, un ciudadano ejemplar (o más bien uno muy rico e influyente), parecía tener preparado el despido para Mike que, por supuesto, ni acepta, ni acata. Solo será destituido por Sherman. No saben lo tozudo que puede ser Blueberry.
Poco después, se topa con el propio Carmody, que le insta a entregarle esos documentos que le inculpan del tráfico de armas. Mike se niega, pero el “empresario” ya tiene preparado un as en su manga: raptar a Tess, para chantajearle. Un hecho que conocerá Blueberry tras su charla con Carmody.
Presionado por las chicas de Tess, por el alcalde y ahora por Carmody, Blueberry debe tramar un plan para detener al traficante. En el salón hay unos disturbios que llaman su atención. Allí se encuentra con Jimmy, el corpulento tahúr con el que se topo de camino aquí. Ya decía yo que ese encuentro no podía ser casual…
Mike y Red lo llevan a la comisaría, donde le proponen un trato. De ese modo, descubren el complejo mecanismo con el que consigue ganar a las cartas sin que nadie se percate de ello. Dicho dispositivo, como veremos después, se emplea para disparar armas escondidas en la escayola, de modo que Blueberry no esté indefenso.
El día señalado y a la hora fijada, el marshal de Heaven se presenta en el rancho “Doble C”. Las instalaciones, perfectamente custodiadas por doce vaqueros armados hasta los dientes, reciben a Blueberry y lo conducen a la presencia de Carmody desarmado. Una vez que el teniente ha conseguido ver a Tess, para asegurarse que vive, revela la inexistencia de los documentos. Carmody, acompañado de Jessica, su iracunda mujer, solo ve como única solución eliminarlos a los dos. Tras el duelo dialéctico, lleno de tensión, Blueberry acciona su sorpresa eliminando a dos pistoleros. Mientras, Tess se ocupa de la señora Carmody a duras penas y Mike hace lo propio con su marido, que muere fulminado por un ataque cardíaco. Solo pueden detener a Jessica.
En el exterior, red y las protegidas de Tess mantiene a raya al resto de hombres del matrimonio Carmody. Parece que todo ha llegado a su fin, sin graves consecuencias. Poco después, en el despacho del alcalde, se descubre que Jessica es hija del juez, por lo que todo cobra sentido. Al volver a la cárcel, ya es demasiado tarde, padre e hija han huido.
La parte final de la historia me parece una auténtica maravilla. Una escena cargada de dramatismo en la que los personajes están perfectamente retratados, obteniendo lo más parecido a una justicia poética. Sencillamente brillante.
Tras recoger el oro obtenido con el tráfico de armas, el juez y Jessica huyen como almas que lleva el diablo en dirección ala frontera, acompañados de tres hombres. Las ansias por llegar a un lugar seguro y el agrio carácter de la mujer juegan un papel muy importante en el desenlace de los acontecimientos. El carro cargado pesa demasiado, por lo que el constante castigo al que someten a los caballos pasa factura sobre uno de ellos, que se rompe una pata. Por otro lado, los tres esbirros están hartos del mal trato que reciben de Jessica, que cada vez está más alterada. La obligada parada para sustituir el caballo herido es la gota que colma el vaso y los hombres se revelan contra ella. La mujer no duda ni un instante y mata a dos de los secuaces sin que tengan tiempo a pestañear. No obstante, se queda sin balas para el último pistolero, que recibe una bala del juez, que se encuentra en el suelo con una pierna rota. Pese a haber sobrevivido, Jessica parece perder la cabeza al ver su camisa llena de sangre. Su padre, intenta levantarse para subirse al carro, al ver que su parece estar a punto de suicidarse. El esfuerzo provoca que se rompa algo más y no sienta las piernas. Justo en ese instante, uno de los pistoleros, con su último aliento, apunta ala enloquecida mujer para matarla. Ella se gira y ambos se verán las caras en el infierno. Una magnifica escena que sirve para culminar una historia que ha ido ganando enteros por momentos.
Finalmente, red y Blueberry recogen el carro y comprenden que ha sucedido tras ver la dramática escena. Una vez concluido todo, aparece el gran Jimmy McClure, al cual había pedido Blueberry ayuda, pero que se ha entretenido un poco por el camino. Jimmy es un crack y Giraud también por culminar la serie de una manera perfecta: una celebración con los tres amigos juntos.
Ya venía diciéndolo desde el principio de esta saga: estamos ante la culminación del trabajo de toda una vida, con un pequeño homenaje al autor que lo inició todo y que ya no se encuentra entre los vivos. Y, sinceramente, no se me ocurre una mejor forma de hacerlo que con esta historia escrita por Giraud en el que volvemos a disfrutar de la esencia de Blueberry en todo su esplendor. Una lectura totalmente recomendable a aquellos que hayan disfrutado del Blueberry auténtico; el de Charlier.
Bueno, de esta forma llega el momento de despedirme. Ya se acabó Blueberry y nuestro viaje a las profundidades del salvaje oeste. Ahora solo nos quedan las relecturas. Por lo tanto, solo me queda agradecer a todos aquellos que hayan aguantado hasta aquí y a los que puede que en algún futuro se pasen por aquí a leer mis humildes impresiones. Espero que las hayan disfrutado tanto como yo lo he hecho escribiéndolas.
Guardaos los revólveres en el cinto, el peligro acabó. Cabalguemos hacia el horizonte, mientras cae la noche…