Un largo adiós. De Robert Altman. Es de 1973.
Curiosa elección con un actor interesante para hacer de un personaje difícil dada la época en que se estrenó la peli (en los setenta, los noir de corte clásico ya no tenían la pegada que habían tenido). Aun con todo, Elliot Gould es un Marlowe distinto y con sus garantías de éxito, gracias en parte a la veteranísima Leigh Brackett, quien ya coescribió en los años cuarenta El sueño eterno (con ayuda de William Faulkner y otro tío que ahora no recuerdo) para el gran Howard Hawks. Esta versión del personaje resulta un tipo listo y deslenguado, el cual no duda ni en sus planes ni en sus decisiones.
No me gusta tanto como las versiones de Bogart para Hawks y Mitchum para Richards, pero ha estado bien.