No leas más si aún no has leído
Soy una matagigantes.
A partir de aquí spoilers, y esta es una obra que cuanto menos sepas, más la disfrutarás.
...Decía que no puedo concebir un mundo sin magia, sin fantasía, y lo que manufacturan Joe Kelly y Ken Niimura con esta obra es MAGIA en estado puro
Niimura es dios.
No es ya las expresiones, los encuadres, los ojos, la sonrisa triste o la furia irreductible. Es que es capaz de darte una idea con una imagen, y lo hace muchas veces. Consigue que una historia digamos, común, incluso abusiva con el lector en búsqueda de la lágrima fácil, se torne especial por el modo de contarla y... dibujarla, de modo que los gigantes son reales, no hay porcentaje de error en esto, son sobrecogedores, Bárbara es fuerte "Yo mato gigantes" y vulnerable "no me estoy escondiendo" con la naturalidad que da el ser un niño y tener a
Niimura para dibujarlo, claro. De hecho dependiendo que cómo quiera
Niimura que nos sintamos, ya sea seguros de nosotros mismos o simplemente deseando desaparecer, utilizará picados o contrapicados
Si la idea es atrincherarnos en nosotros mismos y parapetarnos detrás de un muro infranqueable, la solución es fácil
¿Que
Bárbara es una niña solitaria aficionada a D&D, inadaptada y diferente a las demás niñas? No hay problema, le dibujamos una diadema con forma de orejas de conejo y arreglado. Ya tenemos una niña inusual, impredecible y rebelde.
¿He dicho que Niimura es dios?Hay composiciones de página que son puro deleite. No necesita expresividad en los ojos, de hecho solo vemos la montura de las gafas. No necesita tristeza ni alegría en sus labios, de hecho no tiene boca. Sobra con los hombros caídos y la inmovilidad que otorga la depresión y el auto abandono. Un par de viñetas sombrías que nos "acercan" al gigante y la imagen de sus sentimientos blindados tras la armadura.
No olvidemos su afición al beisbol, la historia de
Coveleski, seguramente un recuerdo feliz de antes de que su padre los abandonara y que da pie a su fantasía. Un simple llavero que se convierte en amuleto y luego en martillo matagigantes. Un clavo ardiendo al que aferrarse. ¡Qué bien narrado está esto! Las dudas, el temor a equivocarte, una grieta en la fe. A fin de cuentas no es más que un llavero de un bate de beisbol, un hechizo improvisado bajo una tienda de campaña hecha con una colcha de cama. ¿Y si no funciona? ¿y si dejo de creer en
Coveleski? ¿y si está roto? ¿cómo derrotaré al gigante cuando venga a llevarse a mi madre? Lo dicho:
Niimura es dios y lo resume con una imagen:
Porque ¡qué mas dan unas niñatas que se creen las amas del colegio! No son nada en comparación con el titán que se acerca. No me dan miedo. pero no debí intentar usarlo. por eso no funcionó. No era el momento. Lo utilizaré en su momento. El momento. El que no deseamos que llegue. Entonces será estrictamente necesario, pero hasta entonces, permanecerá en su encierro. No cometeré otra vez el mismo error. "No volverá a ocurrir".
Y ya la última, por no cansar. El sentimiento de culpa, el cómo reparar lo irreparable, los "por qués" sin respuesta. El sacrificio. Si pudiera, si tan solo pudiera... si estuviera en mi mano, moriría por tí.
Otra idea tan grande en una sola viñeta
Pues eso, que
Niimura es dios.
¿Y
Coveleski? ¿qué es en realidad? ¿un simple llavero o el mejor martillo matagigantes jamás fabricado, forjado a partir de un fragmento de hueso de la mandíbula del mismísimo Ur? Niimura ya nos lo deja claro cuando reaparece Bárbara en la casa y su martillo destroza las baldosas del suelo por su peso, aunque luego nos quiera hacer creer que no es más que un simple llavero y las baldosas están rotas por la fuerza del vendaval.
Los extras son fabulosos, o al menos a mí, me han encantado. Los guiones me los he leído tras la lectura y te ayudan a comprender alguna cosilla o profundizar más en alguna idea, y, sobre todo, mola ver como
Joe Kelly le decía lo que quería en las viñetas y
Niimura, en plan
soy dios hacia lo que le daba gana. ¿Que quieres a Bárbara con el pelo rizado? pues te la dibujo con el pelo liso. ¿Cómo? ¿que quieres que en la última página del comic te dibuje un Coveleski gigante con el mango del martillo apoyado en la cama a modo de protección? Ni hablar, como mucho te pongo un duendecillo intentando levantar del suelo un martillo. Ah, y de paso te pongo en la mesilla de noche una foto de bárbara con su madre, ya sin el dibujito del monstruo sobre su cara ¿vale?
Resumiendo una obra que debería estar en las escuelas, porque es un referente en el trato del acoso escolar y la pérdida. La amistad es tratada también con la importancia que merece, recordándonos que siempre es necesaria, pero más en tiempos de dificultades. Una nota con un "¿seguimos siendo amigas?" que debe ser guardado como recuerdo, aunque rompa la santidad del sello o un "no me abandonaste", son la definición perfecta de amistad. "¿Puedes correr?" "No". "Entonces no correremos".
Y para finalizar, el "Winning a battle but losing the war". Bárbara derrota al titán, pero no es una victoria completa. Fue el único momento en que tuve que contener el llanto durante la lectura: La splash page de Bárbara empuñando un Coveleski enorme y mortífero. Pura fuerza y pura vida. "No te la llevarás! ¡¿me has oído?! No te llevarás a mi madre". Me pilló desprevenido. Luego dos páginas para reconocer la derrota. Más asumible desde el coraje del que ha hecho todo lo que estaba en su mano. Has vencido, sí, pero has perdido. Con la muerte siempre pierdes. "Te he derrotado” le dice al gigante. “Va a vivir porque te he derrotado. Mamá va a vivir". El titán le habla, pero Bárbara no escucha, bueno, sí lo hace, pero lo que oye no es lo que quiere escuchar. "Pero te he derrotado", dice con la sonrisa tenue del que no se siente vencedor. "Pero te he derrotado..."
Como lector, quieres decirle, Bárbara, tú no pones las reglas en este juego. Lo lamento, la vida es muy hija de puta y... "pero yo tenía fe. He luchado tanto. Tanto... No podría haber hecho nada más... ¿verdad?"