Recomendaciones por la patilla (I)
Los carnívoros, de Peter Milligan
Se dice mucho eso de que no todos los tebeos son para todo el mundo.
Es una frase que es intrínsecamente cierta, ya que ni todos somos iguales, ni las historias, independientemente de sobre qué traten, están enfocadas del mismo modo ni para el mismo público.
Por eso, aunque sea de perogrullo señalar igualmente que no todo lector es para cualquier tebeo, quizás convendría matizar que no todo autor sirve para cualquier serie.
Es otro ejercicio de lógica aplastante:
No irías a hacer la compra con un Ferrari igual que no correrías el NASCAR montado en un vespino.
En el caso que nos ocupa, ocurre exactamente igual.
Peter Milligan, es un guionista inglés de corte Vertigo, es decir; inteligente, complejo retorcido, adulto, psicológico, brillante y de gran imaginación. Que un autor así debería ser capaz de hacer magia con apenas tres letras, es algo que a priori uno podría pensar casi inconscientemente, quizás equivocadamente, hasta darse cuenta de que puede que un autor con el ingenio afilado de series como Shade, puede no casar demasiado bien, por ejemplo, en la compañía del pato Donald, dependiendo del encargo.
Entiéndase; es que no tiene por qué. Puede que no se dé. Aunque hay ciertos factores verdaderamente determinantes.
Aunque sean tan Marvel el brillante villano de estética victoriana que creó en Las aventuras de Cíclope y Fénix, como los extraños y desangelados X-Men que comandó hace ya una década, puede que haya un buen motivo para estas diferencias de "intensidad":
Cuantas menos interferencias editoriales acerca de gran público y personajes tenga un autor como este, mejor será la calidad de la obra. Es algo de sentido común. Muchas veces, las grandes marcas, caras, cifras y ventas, maniatan a los mejores autores, quitándoles precisamente lo que los hace brillantes, tratando de que se asemejen al escritor por encargo, que puede ser un magnífico artesano de su trabajo, pero que puede no tener nada que ver con el perfil de estos.
Algo parecido ocurre con la maravillosa serie X-tatix, que pese a encuadrarse dentro del folclórico mundo mutante, se erigía en una serie con personalidad y estilo propios, corrosiva y fresca, o a su trabajo junto a Leonardo Manco en la estupenda Alas fantasmales.
Pues bien, Los carnívoros (The Eaters), sin duda, pertenecen a este segundo grupo de grandes obras.
Empecemos diciendo que Los Carnívoros, en sus 56 páginas de extensión, constituyen lo que yo llamaría una obra “perfecta”. Una obra cerrada, coherente, compleja. Autosuficiente se mire por donde se mire.
Deliciosamente escrita, con un sentido del humor surrealista y altamente macabro, punzante, de esas lecturas que te sacan una sonrisa culpable a cuchilladas, mientras por dentro te retuerces ante lo que estás leyendo y acabas literalmente babeando ante el enrevesado y ácido sentido del humor de un colectivo, británico, que para más señas, hacen lo que hacen mejor que nadie. Y es que en la prosa de Milligan no sobra una coma, no falta una caracterización, no hay una incongruencia.
En ella encontraremos una lógica retorcida y perversa, pero lógica al fin y al cabo, de hecho, mucho más aguda y sólida de lo que lo son muchas otras. Un retrato de la familia americana, del sueño de la tarta de manzana, del lugar como individuo que ocupa el hombre dentro del colectivo de la sociedad. Y de cómo comer más sano, claro.
Los Carnívoros es una obra perfecta. Aunque como hemos dicho antes, la perfección no tenga porque ser para todo el mundo ni haya dos personas que la entiendan igual.
Puede que los más melindrosos entre nosotros sucumban ante toda esa mala baba y oscuridad retorcida que destilan aquí Milligan y Ormston y salgan corriendo en dirección contraria, pero los que consigan sobreponerse al banquete de vísceras y pasteles rellenos de carne, se darán un auténtico festín, con una de las lecturas más inteligentes que puedan encontrar en el mercado actual.
Que aproveche.