Sinopsis:Los Comandos Aulladores conocen a su nuevo miembro, Percival Pinkerton. El Capitán "Happy" Sawyer les envía a Alemania a capturar a un científico nazi, que ha creado una nueva arma que puede ser definitiva para la guerra. A su llegada, Gabe Jones les salva de un tanque, pero resulta herido. Dum Dum Dugan carga con él hasta una ciudad próxima, donde obligan a un doctor a tratarle y le utilizan para engañar a sus perseguidores. Los Aulladores llegan al castillo del Dr. Zemo y derrotan a sus hombres. Zemo utiliza las trampas de su castillo contra ellos, pero éstos las superan. Zemo utiliza el Rayo de la Muerte, desintegrando los escalones en los que se encuentran. Robert "Rebelde" Ralston lanza un lazo para quitarle el arma. Zemo escapa en aeroplano y el Sargento Furia le dice a Ralston que tire el arma acertando con sus sospechas de que Zemo la hará explotar, salvándoles.
Edición española:
Marvel Limited Edition Sargento Furia: ¡Siete contra los nazis!Datos importantes:
-Primer número de la colección dibujado por Dick Ayers.
-Primera aparición de Percival Pinkerton, el nuevo miembro de los Comandos Aulladores, en sustitución de Jonathan “Junior” Juniper.
-Primera aparición cronológica del Barón Zemo, sin su máscara, y antes de su historia narrada en The Avengers #6.
Reseña:
En este bloque de reseñas centradas en los cómics publicados por Marvel durante julio de 1964 me ha vuelto a tocar una serie de la que aún no había tenido la oportunidad de comentar para este proyecto. Hasta el momento, nuestro querido Pato ha sido el cronista oficial de los Comandos Aulladores, el grupo que surgía de una apuesta de Stan Lee. Siempre he sido de la opinión de que muchas de las fanfarronadas y logros de Stan no hubiesen sido posibles si no tuviese a su lado a un todo terreno como Jack Kirby, con una capacidad creativa tan solvente como rápida. No se puede negar que ambos hacían una gran pareja artística, siendo capaces de complementarse en muchos aspectos, y esta serie es un buen ejemplo de ello. En esta ocasión, y de manera puntual, sustituiré a mi compañero para hablaros de un número cargado de momentos históricos, un ritmo trepidante y mucha acción. Estad atentos, porque comienza una nueva y apasionante aventura del Sargento Furia y los Comandos Aulladores. ¡Wah-hoooooo!

Tengo que reconocer que nunca he sido un apasionado del género bélico, en ningún medio en particular. Realmente han sido muy pocos los cómics que habré leído de este género en mi vida. No obstante, confieso que siempre me he sentido atraído por este proyecto tan especial, cuyo esperpéntico título desde luego no invita demasiado a su lectura, pero que es un claro exponente de su curioso origen editorial. Sin embargo, me llevé una grata sorpresa la primera vez que pude leer algo de esta cabecera, incitándome a seguir. Cómo bien dice un propio integrante del comando: “Con los Aulladores no hay tiempo para aburrirse”. Creo que no hay una mejor forma de definir que se puede encontrar un hipotético lector a la hora de afrontar un capítulo cualquiera de esta colección; y este no es diferente.
Muy atentos al título de la historia, porque puede que muchos asocien ese invento del Dr. Zemo a cierta arma utilizada en un conflicto ocurrido en una galaxia muy lejana, pero eso está aún muy lejos de producirse, por lo que esa mezcla entre Star Wars y el Dr. Caligari es puro espejismo, aunque con el segundo quizá sí que tenga alguna similitud, al menos como figura arquetípica del científico loco encerrado en su castillo y dedicado en exclusiva a creaciones de la más diversa índole. A pesar de ello, esta nueva presentación de Zemo nos retrotrae aún más en el tiempo, añadiendo un mayor recorrido histórico al personaje. Pero no adelantemos acontecimientos y volvamos al principio de esta entrega para centrarnos en la primera novedad importante, la cual se encuentra en los propios créditos.
Aquellos que hayan accedido a esta historia a través de la reciente edición de la línea dedicada a los clásicos Marvel Limited Edition, de la mano del tándem editorial formado por SD Distribuciones y Panini Comics, pueden comprobar que los rotulistas españoles no tuvieron reparos en cambiar a Dick Ayers por Jack Kirby en el apartado de dibujante, cuando se ve a la legua que este número es imposible que esté ilustrado por el Rey de los Cómics. Una errata bastante importante, ya que estamos ante la primera entrega de la que se encarga Ayers, y la primera que no dibuja Kirby, precisamente en el momento en el que la cabecera deja de ser bimestral, comenzando a estar de manera mensual en los kioscos, al igual que ocurre con otras series ese mismo mes. Una vez más, presenciamos la marcha del Rey de un título de la Casa de las Ideas que no solo ha puesto en marcha, sino que ha conseguido mantenerlo en el candelero durante poco más de medio año. Obviamente, un dibujante, aunque sea tan rápido como Kirby, tiene complicado estar en muchas series a la vez y tiene que ir dejando algunas, pero aquí en concreto su despedida me parece muy significativa. Ayers, con el tiempo, se acabaría convirtiendo en el dibujante fijo de la colección y mostraría una significativa mejoría, pero en su debut con los Comandos Aulladores, su trabajo me parece muy flojo. Para colmo, el entintado de Roussos se vuelve demasiado grueso y tampoco ayuda, por lo que el resultado final es a todas luces muy inferior a lo que veníamos disfrutando

Si bien es cierto que hemos perdido la espectacular narrativa gráfica del Rey, seguimos contando con la pluma de Lee, que aunque tiene sus defectos, también tiene sus virtudes, sobre todo en el interesante retrato de los personajes protagonistas, perfilando aún más si cabe sus diferentes personalidades, muy definidas por su estrato social o por su procedencia dentro de los Estados Unidos de América. Esto es algo que quizá se pierde en gran medida en las traducciones, por la casi imposibilidad de traducir el slang propio de la cultura norteamericana, pero sí se puede apreciar esa evolución y desarrollo de las personalidades de los personajes, una de las claves del éxito de Sgt. Fury. De ese modo, la primera escena nos lleva a esa construcción del héroe de guerra americano, personalizada en nuestro particular comando protagonista, que a estas alturas es prácticamente un cuerpo de élite dentro del ejército aliado en esta lucha contra el nazismo. Se trata de una hazaña más que demuestra que son un grupo preparado para cualquier tipo de misión, por muy loca y arriesgada que parezca. Nada puede detener los Comando Aulladores; el número de enemigos es algo totalmente secundario para ellos.

Pero si hay un verdadero denominador común en este cómic es que estamos ante un número muy centrado en los estrenos. Debuta un dibujante, cambia su periodicidad de publicación y ahora tenemos la presentación de un personaje muy importante para los Aulladores: Percival Pinkerton. Se trata de un aliado inglés, ataviado con un curioso sombrero y un paraguas, que constituye otro elemento distintivo que debe encajar en este grupo, de por sí plagado de diferencias étnicas, sociales y de personalidades, dotando al comando de una diversidad humana bastante significativa e interesante, teniendo cierto mérito que semejantes personajes acaben encajando tan bien en un grupo. Aunque es obvio que el secreto de todo ello está en el honor y el valor, además de defender una serie de valores ligados al arquetipo del héroe que lucha contra la opresión y en defensa de la libertad. El héroe clásico llevado a un escenario bélico histórico, donde el bien y el mal están claramente definidos, porque parece que nadie puede discutir que los alemanes fueron los malvados de esta guerra.

Creo que Percy se gana el cariño del lector desde el primer momento. No es menos cierto que lo tenía complicado, ya que tiene la difícil misión de sustituir a un compañero caído, cuya muerte fue un auténtico jarro de agua fría, demostrando que en esta colección cualquier cosa podía ser posible. A pesar de todo, a lo largo de la aventura, Percy será capaz de ganarse el respeto de sus compañeros, convirtiéndose en un “Aullador” de pleno derecho, compartiendo esa escala de valores tan importantes para los integrantes del comando. Aquí nace una fuerte amistad, fruto de la necesidad y la camaradería, pero no por ello menos sólida.
Tras los preámbulos habituales, llegamos al meollo de la cuestión: la misión de este número. Como suele ser habitual, es un trabajo hecho a medida para estos aguerridos soldados, cuyo valor no parece tener límites. Deben adentrarse en la Alemania nazi para detener al Dr. Zemo, el inventor del Rayo de la Muerte, un arma que podría declinar a favor de los alemanes la Segunda Guerra Mundial, algo que no pueden permitir nuestros protagonistas. El capitán Sam “Feliz” Sawyer es el encargado de transmitir las órdenes, partiendo de un esquema que ya comienza a ser habitual en la serie.

Una de las principales características de las aventuras de los Comandos Aulladores es la acción, la cual no se hace esperar demasiado. Antes de llegar a la costa se tropiezan con un submarino al que arrollan literalmente antes de arribar a la costa alemana. La sensación de peligro es una constante, igual que la utilización de las aptitudes lingüísticas de Dino Manelli, aparejadas a sus dotes de interpretación, haciéndose pasar por un soldado alemán, facilitando así la incursión de sus amigos en territorio enemigo. Quizá se podría hablar de reutilización de ideas, pero una vez que nos dejamos llevar por la dinámica de la historia, eso da un poco igual.
Durante el enfrentamiento, Gabe Jones sale herido, pero de nuevo tenemos otra exposición de valores, en la que nuestros protagonistas se empeñan en demostrar que el grupo no está dispuesto a dejar a nadie atrás durante la misión. Esto provoca que se desvíen del plan inicial, buscando a un doctor alemán para que ayude a su compañero, antes de proseguir su camino.
La escena que protagoniza Furia deja meridianamente claro que la raza superior quizá no lo sea tanto pero, sobre todo, que están dispuestos a lo que sea por un compañero, sin importar las consecuencias. Una vez más tenemos esa importante presencia de valores fundamentales, un concepto muy importante para entender que clase de héroes está construyendo Stan Lee; unos que están hechos de una pasta muy especial.
Finalmente, los Aulladores llegan al castillo de Zemo, para afrontar el desenlace de su misión en un asalto marcado por el ritmo trepidante tan habitual de esta serie. El enfrentamiento con Zemo está dividido en dos partes. En la primera deberán superar las trampas que el científico ha colocado en sus dominios, mientras que en la segunda fase tendrán una confrontación frontal, en la que deberán hacer frente al famoso invento: el Rayo de la Muerte.

Tras la presentación formal del villano en las páginas de la serie de los Héroes más Poderosos de la Tierra ese mismo mes, Stan reutiliza al personaje para mostrarnos como era antes de que la máscara se le quedara pegada irremediablemente a su cara. La figura de Zemo queda retratada como la de un científico nazi dotado de ese aire de megalómano con el que se acabará asociando en el futuro. La continuidad del Universo Marvel sigue ampliando sus fronteras, retrotrayéndose en el tiempo, mostrando encuentros entre personajes del universo de ficción de la Casa de las Ideas anteriores a la propia creación del mismo. Una madeja que se enreda cada vez más y que utiliza un concepto tan complicado como la retrocontinuidad para situar al villano nazi en dos marcos temporales distintos en el mismo mes. Aquí, su presencia se circunscribe a las últimas páginas del número, pero qué duda cabe que tiene un importante papel dentro de la trama, contribuyendo así al desarrollo de un villano que se convertiría con el paso del tiempo en una pieza importante dentro del Universo Marvel tal y como lo conocemos hoy en día. Como curiosidad, añadir que no deja de ser anecdótico que, en el mismo mes, veamos a Zemo huir en dos ocasiones montado en un avión, sin contar el flashback en el que supuestamente muere Bucky. ¿Casualidad? Yo creo que no, pero juzguen vosotros mismos.
Valoración:
Acción a raudales, interesante desarrollo de los personajes y la incorporación de un nuevo miembro al grupo ya son elementos más que suficientes para asegurar el divertimento durante la lectura de este número. A todo eso habría que sumarle la ampliación de la cronología del Universo Marvel, incluyendo esta serie dentro de la historia oficial del mismo, algo que en un principio no parecía estar del todo claro. No obstante, con el paso de los números, está colección está perfectamente imbricada en el cosmos de ficción de la Casa de las Ideas, que parece empeñada en mostrar un escenario cada vez más sólido y complejo, creando nexos de unión entre todas su publicaciones. Este tebeo es por encima de todo muy entretenido, dinámico y un perfecto ejemplo de cómo realizar un cómic de un genero a priori tan poco atractivo como el bélico, convirtiéndolo en un producto de puro divertimento. A pesar de que el argumento presenta pequeñas inconsistencias, resolviendo algunas situaciones de forma inocente y apresurada, saliendo del paso, arrastrada por una trama necesitada de fluidez, sin dar un respiro al lector, que no tiene tiempo de determinar si algo es todo lo coherente que debería ser o simplemente todo queda auspiciado bajo el paraguas de la aventura sin límites. De ese modo, se utiliza un recurso tan generalista como el denominado “historia de aventuras”, que prácticamente nos haga pensar que todo vale. No obstante, no debemos llevarnos una impresión equivocada, Sgt. Fury es una serie divertida, entretenida, con tics propios de la época, pero también con una importante carga moral y un experimento cuyo resultado es bastante interesante. Sin lugar a dudas, esta serie merece una oportunidad y me alegro que por fin se hayan animado a recuperarla en ediciones mejores que las de Vértice. Ahora tenemos la oportunidad de unirnos a los Comandos Aulladores al son de su grito de guerra: ¡Wah-hoooooo! ¡Que tiemblen los nazis!