He leído Paletos Cabrones Nº 1: Aquí yace un hombre.
Posiblemente, a estas alturas, no vaya a poder aportar gran cosa sobre esta serie de Image, en la que Jason Aaron y Jason Latour se unen en un proyecto que de alguna forma tiene el sello característico de Aaron, con el cual no solo ha cosechado mucho éxito, sino que se ha labrado una trayectoria profesional en el medio. Paletos Cabrones aúna esa combinación de géneros con los que tan cómodo se siente el guionista, el western, el género negro y el drama humano. Earl Tubbs encarna el papel de protagonista, y es fácilmente identificable con el perfil de un conocido actor maduro como Clint Eastwood, regresando a su pueblo natal, donde la alargada sombra de su padre pende sobre él, impulsándole a actuar en defensa de las sencillas y buenas gentes del condado de Craw, Alabama. A pesar de que el objetivo de Earl no era otro que recoger las cosas de la vieja casa de su tío, acaba involucrado en una espiral de violencia tras la muerte de un viejo conocido de su infancia. Harto de huir toda su vida, decide que ha llegado el momento de afrontar la situación, enfrentándose cara a cara a Euless Boss, el entrenador de fútbol americano del pueblo, quien desde las sombras controla a la población y a sus habitantes con miedo, violencia y muerte.
Siendo totalmente honestos, Aaron utiliza un buen número de clichés en sus personajes. No hay demasiada originalidad en ese aspecto. Earl Tubbs es fácilmente comparable con el protagonista de Gran Torino, el film interpretado por Clint Eastwood. Al igual que el perfil de sureño malhablado y violento, cuya principal preocupación es el resultado del partido semanal del equipo local. El mismo entrenador sigue esa senda de maniqueísmo, así como sus secuaces, con el típico capitán del equipo, que al final no es más que otro niñato pagado de sí mismo. No obstante, la caracterización de los personajes tiene mucha fuerza, transmitiendo intensidad as la trama, que consigue que te se te revuelvan las tripas y te golpee fuerte en el estómago. La muerte de un pobre desgraciado, la paliza a un niño inocente, todos son elementos cargados de tópicos que sirven para epatar en el lector, consiguiendo que se sumerja en un argumento poco original en su base al menos, pero que va cobrando cierta fuerza a medida que te familiarizas con los personajes.
Estos primeros cuatro números, como punto de arranque y presentación del escenario y los protagonistas no está nada mal. La verdad es que saben a poco. Sin embargo, a Jason Aaron se le exige un poco más, yo creo. Aunque de entrada me está gustando mucho, antes de poder valorarla en su justa medida tendría que ver que evolución tiene con el paso de los números y cual es la dirección a la que nos quiere llevar Aaron. Los personajes han quedado muy bien definidos, sobre todo el protagonista, un tipo con mucho carácter, veterano de Vietnam, y un hijo de puta cabreado que se siente impulsado a repetir la historia de su padre, por mucho que intente no ser como él, o sus diferencias en el pasado con su progenitor le llevase a emprender una huída sin retorno. Además, me ha gustado mucho ese giro final, descubriéndose la identidad de la persona al otro lado del teléfono, que nos ha servido también para conocer un poco mejor las inquietudes de Earl. Por otra parte, los villanos, si es que realmente hay villanos aquí, están poco definidos y necesitan de cierta evolución y tratamiento. Aaron no profundiza en los negocios turbios del entrenador Boss, ni cuales son los intereses que lo mueven. Desde un principio, parte del arquetipo más básico en cualquier película de acción de los ochenta y los noventa, creando una clara línea que divide a los buenos de los malos para poder enfrentarlos poco después, pero le falta desarrollo y un poco de profundidad. Surgen demasiadas preguntas sin respuestas. Mientras el protagonista queda bien definido, sus antagonistas quedan difuminados en esa neblina de maldad violenta, incluso puede que irracional, que de entrada puede estar bien, pero que si no se acaba desarrollando un poco después perderá su fuerza e impacto inicial. Sinceramente, aunque me está gustando, veo muchas similitudes con Scalped, incluso se cuela un tímido elemento sobrenatural con esas señales que impulsan a Earl, lo cual me hace ser prudente, para ver si Aaron realmente va a repetir la fórmula de la serie de Vertigo, o si va a mostrar esa madurez adquirida con la experiencia para ir evolucionando en otra dirección. Esta duda es la que a mí me pone en guardia tras la lectura de este tomo, que estando muy bien, lo cual no es poca cosa, no me permite dar un veredicto muy claro sobre si es la serie revolucionaria de la que muchos hablan, o si simplemente es otra buena serie sin más.
A falta de ver si Aaron profundiza en algunos elementos de la trama, el otro aspecto que menos me convence es el dibujo de Jason Latour. A pesar de que ese trazo tosco y poco definido encaja muy bien con el tono de la propuesta de Aaron, además de que tiene una potencia narrativa innegable, también muestra varias carencias importantes. Una serie de este estilo debería transmitir más en las escenas de diálogos, algo muy complicado con esos rostros indefinidos o poco reconocibles en ocasiones. Al dibujo le falta más un punto de realismo y un poco menos de caricatura, que es lo que parece en muchos casos, con esos rostros feos y sin demasiada definición. A medio camino entre el estilo de Charlie Adlard en The Walking Dead y Ryan Ottley de Invencible, creo que a Latour le falta pulir un poco más su dibujo para dar un mayor empaque a su trabajo en esta serie.
En definitiva, una buena lectura, un buen arranque de colección, pero también una llamada a la calma, porque a Aaron hay que exigirle un poco más de desarrollo en sus argumentos, para poder redondear así una serie que apunta muy alto y que debe captar la atención de los aficionados al cómic. Image sigue siendo una auténtica mina para el cómic americano independiente, que no deja de depararnos sorpresas. No obstante, hay que decir que Planeta también se ha lucido, con ese formato un poco más reducido del cómic estándar y con unos precios bastante abusivos. Parece que solo las obras de Kirkman salen a un precio razonable, porque vaya clavada con este y el segundo tomo. Y eso que es un formato de batalla... En fin, seguiremos atentos a este viaje por la América profunda de la mano de Jason Aaron y Jason Latour, donde a buen seguro nos mancharemos las botas de barro y viviremos en primera personal la experiencia de la vida rural junto a una buena barbacoa. Una versión quizá menos idílica que la de Norman Rockwell, pero quizá también más auténtica y real. Esperamos sobrevivir a la experiencia.