Los Vengadores: Omnigold 9: Traicionada… ¡Por Amigos! (1979-1981) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-los-vengadores-omnigold-9-traicionada-por-amigos-1979-1981/Turno para el, noveno ya, volumen recopilatorio correspondiente a las aventuras de los héroes más poderosos de la Tierra.
Venimos del mejor tomo de la colección hasta ahora, el que recoge buena parte de las etapas guionizadas por Jim Shooter y David Michelinie, y que incluye tres sagas esenciales de los Vengadores, de modo que esta nueva entrega asume el reto de situarse al menos a un nivel digno.
Del mismo modo que ocurría a lo largo del anterior tomo, la estabilidad del equipo de autores sigue siendo fluctuante.
En el caso de los guionistas, que son quienes acostumbran a poner nombre a una etapa, en teoría es David Michelinie quien ostenta la titularidad, sin embargo, el tomo arranca con dos números escritos por Steven Grant. Dos números, por cierto, tan integrados en continuidad que el cambio de guionista ni se aprecia.
Mayor baile tenemos en el apartado gráfico, si bien no hay mucho por lo que alarmarse. Por fortuna, el grueso de números se lo reparten entre George Pérez y John Byrne, más uno a cargo de Sal Buscema, mientras que la peor parte se la llevan dos episodios salteados realizados por Carmine Infantino y Arvell Jones.
Por lo que respecta a los entintadores, todo va bien mientras están firmados por Dan Green y mal cuando quien estampa su rúbrica es Jack Abel.
Todo esto alcanzando hasta lo que podríamos considerar como primera mitad de la etapa incluida en este volumen, tomando como punto de corte el comic-book de doble grosor conmemorativo del número 200 de la colección.
Para ponernos en situación, una de las novedades más trascendentes del anterior tomo consistió en el nuevo estatus de los Vengadores como organización regulada por el Gobierno de los EEUU. El grupo veía coartado su libre albedrío como nunca anteriormente, quedando a manos del hombre designado por el Gobierno, Henry Peter Gyrich. La primera consecuencia, limitar el número de miembros activos a siete. De tal modo, este volumen parte de una formación oficial formada por Iron Man, Capitán América, Visión, Bruja Escarlata, Avispa, Bestia y Halcón. Aunque Wanda lleva un tiempo semi retirada y su puesto lo viene ocupando temporalmente Ms. Marvel.
Pero eso no implica olvidarse del resto de Vengadores históricos, como ya vimos a lo largo del anterior volumen. Y es que, sin ir más lejos, el protagonismo de la primera aventura incluida recae en un miembro en la reserva, Ojo de Halcón, que sigue molesto por haberse quedado fuera del septeto. Un buen episodio en el que el arquero se enfrenta a Ave de Muerte, ya conocida de la colección propia de Ms. Marvel.
Precisamente, la cuestión acerca de la elección de los miembros activos de los Vengadores centra buena parte del interés del primer tramo del volumen. El grupo acaba harto de las imposiciones autoritarias de Gyrich, lo que desemboca en un litigio entre ambos bandos, sentenciando a favor del supergrupo. La imagen de Gyrich puesto en evidencia cuando los Vengadores (con la ayuda de Daredevil) salvan a la ciudad de la amenaza de la Gárgola Gris es un chute de felicidad para los lectores, cosa que siempre viene bien. Pero lo mejor de todo es el trabajo narrativo de un John Byrne que se sale en las escenas de acción.
El siguiente arco, ya con el Hombre Maravilla en el grupo en sustitución del Halcón, enfrenta a los Vengadores a Infierno, un hombre bañado en metal fundido, en la clásica trama del monstruo y su propósito de vengarse de su creador.
Por el momento, buenas historias sin mucho más, en las que destaca el trabajo gráfico.
Lo mejor o más destacable de esta etapa creo que es la saga de presentación del Supervisor. Un supervillano que ostenta la asombrosa capacidad de imitar a la perfección habilidades físicas de cualquier índole, incluidas las de cualquier superhéroe. Algo así como el Superadaptoide en versión orgánica. Con todo lo aprendido a lo largo de los años, el tipo montó una academia para entrenar a villanos y así negociar su cesión a los grandes supervillanos, cual representante de futbolistas. La idea es muy buena y, además, el Supervisor luce imponente en su traje diseñado por George Pérez.
La historia resulta apasionante, ya desde la ayuda prestada por los dos superhéroes en miniatura, Chaqueta Amarilla y el Hombre Hormiga, para infiltrarse en el Instituto hasta el desenlace. Es la primera ocasión en que Hank Pym y el heredero de su antigua identidad superheroica, Scott Lang, actúan en equipo. Pero el papel de gran heroína del arco seguramente corresponde a Yocasta. La mujer metálica convence definitivamente a Iron Man y al Capitán América, que le proponen, de forma un tanto informal, formar parte de los Vengadores. La cuestión es que Yocasta pasa a participar en el grupo como un vengador más sin, en realidad, haber obtenido el estatus de miembro oficial.
La robótica fémina aporta algo más que la acción pura y dura. Los diálogos de Yocasta con la Visión muestran una relación de complicidad entre ambos a causa de su naturaleza artificial, pero también evidencian la distancia que los separa en sus respectivos recorridos hacia la aceptación de sus realidades, tanto por parte de sus compañeros, como de ellos mismos. Yocasta observa asombrada la relación entre la Visión y Wanda. O quizás debería decir... celosa.
Menos interesante me parece el arco del Ronin Rojo. La historia parece hecha para dar continuidad, en uno de los grandes títulos de la casa, a este gigantesco robot creado en una de esas colecciones con licencia externa que parecen imposibles de recuperar: Godzilla. El particular Mazinger Z de Marvel, un robot construido por SHIELD y Stark Internacional para hacer frente al lagarto gigante, resulta aquí robado y controlado por un chiflado.
Como acostumbra a ocurrir con las líneas argumentales pensadas para dar el cierre a tramas o elementos de otros títulos, la impresión de encajonamiento resulta inevitable. De todas formas, sin ser la gran cosa, Michelinie logra imprimir emoción a la historia. Nick Furia participa como invitado.
Lo más interesante de estos números está, una vez más, en el plano costumbrista. Por un lado, la creciente relación de colegueo entre la Bestia y el Hombre Maravilla aporta un componente de humor y distensión que nos dibuja una gran sonrisa en el rostro. Por el lado opuesto, en el plano enigmático, el encuentro extra-grupal entre Wanda y Carol Danvers es testigo de un asombroso giro de los acontecimientos que desemboca en el polémico episodio que centra todas las miradas de este volumen.
El número 200 de los Vengadores, un especial de doble grosor, sorprende al contar con un trabajo argumental a cuatro manos entre Jim Shooter, George Pérez, Bob Layton y David Michelinie, quedando los guiones y dibujos a cargo del equipo oficial formado por Michelinie y Pérez.
Ms. Marvel sufre un embarazo de tan sólo dos días, dando a luz a un niño al que no reconoce como suyo. Un niño, autobautizado como Marcus, que crece a edad adulta en cuestión de horas ante la perplejidad de los Vengadores al completo.
El caso es que los argumentistas construyen una historia según la cuál Marcus, hijo de Immortus y condenado en los límites del limbo, extirpó a Carol de su realidad y la usó como incubadora de sí mismo en nuestro tiempo. Una desagradable historia de violación e incesto que se torna en infamia en un final que normaliza realidades de sumisión machista, maltrato y pasividad, en un tiempo en el que la liberación de la mujer y el rechazo a las actitudes misóginas estaban ya consolidadas. Jim Shooter parece ser el responsable de ese final en que vemos como una sumisa Carol accede a marcharse con su violador ante la indiferencia y normal aceptación de sus compañeros de grupo.
Eran otros tiempos, pero ya no tanto, y la prueba está en que no tardaríamos en encontrarnos con una rectificación al respecto, en un número anual también incluido en este mismo tomo.
Dejando de lado el triste asunto de la violación, el episodio es francamente entretenido. Marcus provoca extraños fenómenos por los que elementos del pasado de la Tierra pegan un salto en el tiempo y siembran el terror en las calles de Nueva York. Un episodio que aprovecha para reunir a todos los Vengadores que han estado participando recientemente en alguno de los conflictos, incluido Thor, que es reclamado en su identidad del Doctor Donald Blake para asistir el parto.
Los últimos números a cargo de David Michelinie como guionista único no denotan demasiado entusiasmo en su escritura, quizás asumiendo que ya no tenía mucho más que contar en este título de los Vengadores.
Michelinie le cede protagonismo a Jarvis en una historia corta de complemento, divertida sin más, insertada en medio de un nuevo arco.
Un arco que trae de regreso a Ultrón en una de las sagas del robot de adamantium menos afortunadas hasta el momento. La idea del control de Iron Man es buena, pero el desarrollo de la historia es pobre. El problema principal radica en que Michelinie se mete en un jardín de razonamientos de unos y otros que creo que están fuera de cualquier lógica.
Finalmente, David Michelinie vuelve a contar con los lápices de Carmine Infantino en un episodio independiente protagonizado por la Bestia y el Hombre Maravilla. Una historia que mezcla barrios marginales de inmigrantes, familias desestructuradas, bandas callejeras y experimentos científicos con humanos, en lo que acaba resultando una aventura "fantasma" ocurrida en otra dimensión. Una historia, en realidad, de denuncia de las condiciones de vida de los inmigrantes, representadas en el rechazo a esas criaturas recluidas en las cloacas. Un guion bienintencionado pero una historia que queda totalmente aislada dentro de la continuidad.
Etapa de transición.A partir de aquí y hasta finalizar el presente volumen, la colección vive seguramente su periodo de mayor desconcierto a causa del absoluto baile de autores.
David Michelinie todavía sobrevive un par de episodios más, pero ya bajo la batuta de otros autores en el apartado argumental, quedándose él como guionista.
De tal forma, Bob Budiansky y Jim Shooter comparten la autoría en los argumentos, mientras que Don Newton y Alan Kupperberg se reparten el trabajo gráfico, en un arco que trae de regreso a Garra Amarilla a la primera línea de una contienda.
Este personaje de apelativo y personalidad impuesta un tanto racistas, parece recoger todos los tópicos referentes a los "pérfidos" chinos. Un personaje que, si nos fijamos en su trayectoria hasta ese momento en el Universo Marvel, podríamos calificar como el nómada de los supervillanos. Porque resulta curioso como sus intervenciones en el UM hasta el momento se cuentan por largas sagas y cada una de ellas en un título diferente. Concretamente, Garra Amarilla ha venido desempeñando su papel de antagonista en Nick Furia, Capitán América, Iron Man y Nova, títulos a los que se añade ahora el de los Vengadores.
El arco en cuestión cuenta el enésimo intento de conquista mundial del villano. Una aventura en la que se opta por el entretenimiento puro y duro, que inicialmente peca de un problema similar al del arco de Ultrón, el pobre desarrollo de los acontecimientos y los razonamientos bastante inocentones. Entre otras cosas, la fortaleza del supuesto genio del mal parece un queso gruyere por la facilidad con la que los Vengadores se cuelan en ella uno a uno.
Lo mejor es el trabajo de Don Newton en el primer número y la emoción que los escritores logran transmitir en el segundo. El plan de Garra Amarilla de procrear varios hijos para asegurar el reinado de su saga y al mismo tiempo esterilizar al resto de la población mundial mediante un gas, no cabe duda que nos traslada a los tiempos de bendita ingenuidad de los sesenta, y quizás por ello la idea goza de su encanto. No está mal, a fin de cuentas.
La inestabilidad en el apartado escrito no hace más que multiplicarse, pero no así en lo referente al dibujo. Gene Colan regresa como dibujante estable durante un pequeño periodo (con la única excepción de un episodio a cargo de Alan Kupperberg) siendo ésta una de las pocas buenas noticias que nos depara lo que resta de volumen. Aunque no es menos cierto que las tintas de Dan Green no le sientan demasiado bien a Colan.
Bill Mantlo es el siguiente en tomar el testigo en un episodio que no pasa de aceptable. Los Vengadores se enfrentan a Pirón, el hombre térmico, el enésimo tipo en llamas. Precisamente, la Antorcha Humana aparece como invitado.
Sigue un relato de dos números, guionizado a dos manos entre Bob Budiansky y Danny Fingeroth, en el que entramos en la recurrente temática referente a las leyendas sobre antiguas civilizaciones. Los autores nos cuentan como una antigua comunidad avanzada a su tiempo, que logró desarrollar poderes increíbles, fue la responsable de la erupción del Vesubio que sepultó la ciudad de Pompeya. Una muy interesante premisa que se va al garete cuando acaba con los Vengadores metidos en una película de romanos y enfrentados a un ridículo villano montado en el clásico carro romano, tirado por dos caballos mecánicos.
J.M. DeMatteis se ocupa de un solitario número (el dibujado por Alan Kupperberg), que limita el protagonismo a tan sólo cuatro Vengadores: Bestia, Hombre Maravilla, Bruja Escarlata y Visión. El cuarteto se ve envuelto en una aventura consagrada a los viajes en el tiempo, en busca de una gema bajo coacción de un malévolo skrull. Su atractivo prácticamente se limita a la visita de los protagonistas a diferentes épocas del pasado, porque el guion es más bien discreto. Aunque tampoco es que ayude mucho el dibujo de Kupperberg.
Bill Mantlo, de nuevo, coge las riendas para otro solitario episodio que considero que tiene más miga. Los Vengadores investigan alteraciones climáticas de extraña procedencia desplazándose a diferentes partes del mundo. El caso es que, mientras el grupo intenta hacer frente a la amenaza a hostia limpia, una ignorada Yocasta usa el coco y descubre que el origen de todo está en la estación espacial Samarobryn. La computadora de la estación se ha adueñado del control, en un claro guiño al HAL de la película 2001. Una computadora que intenta, sin suerte, seducir a Yocasta, como su supuesta igual como máquina que es. Una evidente puesta en ridículo de los Vengadores, como representantes de la especie humana, en favor de la inteligencia artificial de la marginada Yocasta.
El último número de la colección regular de los Vengadores incluido en este tomo trae de nuevo a Jim Shooter a la batuta, en lo que, en realidad, es el número que da inicio a la segunda etapa guionizada por Shooter.
Lo primero que hace el escritor y editor es resetear a su conveniencia el título marcándose un nuevo "el viejo orden ha de cambiar". Bajo argumentos poco convincentes, el Capitán América se saca de la manga que el grupo debe limitar sus miembros activos a sólo seis. Es curioso como Shooter repite la misma jugada que hizo con Henry Peter Gyrich, usando ahora al Capitán América en su lugar.
El problema es que Shooter insiste en la misma idea, pero esta vez de forma mucho más dispersa.
La sorpresa aparece cuando empiezan a presentarse innumerables superhéroes a la reunión para tratar el tema, convocados por algún tipo de fuerza mental. Entre ellos, tanto antiguos Vengadores como otros que nunca lo han sido. Concretamente, Ojo de Halcón, Hércules, Viuda Negra, Chaqueta Amarilla, Pantera Negra, Dazzler, el Ángel, Hombre de Hielo, Tigra y el Caballero Luna.
Detrás de todo resulta estar Dragón Lunar. Fiel a su conocida mentalidad autoritaria y supremacista, la titán ejerce manipulación mental sobre todos ellos y toma el control de la reunión como le da la gana.
La participación de Dragón Lunar en la trama debe obedecer al gusto de Shooter por los personajes opresivos y maltratadores (Gyrich o Marcus, sin ir más lejos), porque no veo la necesidad de montar semejante circo para llegar a donde se pretendía. Parece como si todo respondiera a la intención de meter en el grupo a un nuevo miembro, a falta de mejores ideas. Me refiero a Tigra, que acaba siendo aceptada como nueva Vengadora, pese al desconocimiento que hay de la chica por parte del resto de miembros.
¿Y qué hay de los otros cinco integrantes? Pues no son otros que los que formaron la alineación que podemos considerar como la más clásica y arquetípica de los Vengadores: Iron Man, Capitán América, Thor, Chaqueta Amarilla (bueno, el ex-Hombre Hormiga) y la Avispa.
Lo único interesante del episodio está en descubrir lo que pasa por la cabeza de unos y otros a la hora de tomar su decisión de abandonar el grupo o seguir en él, pero poco más.
Dejo para el final el anual número 10 de los Vengadores, del que he hecho mención más arriba, pese a que viene insertado entre los últimos números.
Chris Claremont y Michael Golden se ocupan de narrarnos esta ambiciosa aventura aderezada con la presencia de varios invitados. En concreto, disfrutamos de la participación de Spiderwoman y de la Patrulla-X, así como el esperado regreso de Carol Danvers. En el lado antagonista Claremont se trae también de la serie de la Patrulla-X a la Hermandad de Mutantes Diabólicos. A la nueva Hermandad, la formada por Mística (la líder), la Mole, Avalancha, Destino y Piros. Pero lo más importante está en la nueva incorporación del grupo de villanos, una mutante conocida por Pícara, que hace aquí su primera aparición en el Universo Marvel. Una Pícara que juega un papel crucial en el episodio, lo mismo que Spiderwoman y Carol Danvers. Sello Claremont, desde luego.
Porque, ¿qué mejor que Chris Claremont, situado en el polo opuesto de cualquier planteamiento misógino, para intentar arreglar el atentado perpetrado en el polémico número 200?
El resultado es un episodio que deja a los Vengadores al completo retratados ante las explicaciones de Carol. La que fuera Ms. Marvel expresa sin tapujos su relación forzada con un maltratador y echa en cara a sus excompañeros que restaran impasibles.
Claremont barre para casa en el acercamiento final de Carol a la Patrulla-X y su alejamiento de los Vengadores, un colofón que parece poner como símbolo la sensibilidad de ambos grupos.
La historia era más una necesidad que una fuente de la que pudiera salir algo con posibilidades reales. Y es que, en el plano estrictamente argumental, creo que su mejor virtud es también su principal problema, porque toda la trama no puede evitar ser un vehículo para llegar a ese fin, pecando un poco de falta de espontaneidad.
En cualquier caso, es un número recomendable también en buena parte por el trabajo gráfico de Michael Golden. Un dibujante diferente a lo visto hasta entonces en la editorial, que yo creo que tiene algo de avanzado a su tiempo. Un estilo de dibujo diferente, más detallado y de rostros más expresivos, que no impide construir secuencias de alto poder narrativo. Esa batalla de alto voltaje entre los Vengadores y la Hermandad de Mutantes Diabólicos creo que es la mejor muestra.
Para cerrar el tomo se incluyen dos spin-off.
El primero es un episodio único protagonizado por el Hombre Maravilla, editado en el título Marvel Premiere.
El clásico equipo formado por David Michelinie y Bob Layton escribe esta historia dibujada por Ron Wilson en la que Simon Williams se encuentra con su pasado como empresario. La Maggia, y su misteriosa directora, es el enemigo a batir en este modesto y correcto relato que nos deja el enigma sobre la identidad de la directora.
El segundo es un relato muy corto de la Visión, que apareció originalmente en forma de complemento en el Vol. 2 de Tales to Astonish. Una historia sin relevancia sobre el secuestro de un avión y moraleja final.
Conclusión.Un volumen que viene marcado por el tristemente famoso número 200 de la colección. Un episodio que, polémicas aparte, no está nada mal, lo mismo que el anual número 10, el que intenta arreglar el desaguisado.
Un tomo que, en su conjunto, podemos dividir en dos partes. La primera, principalmente guionizada por David Michelinie, sin ser ninguna maravilla queda por encima de la media y destaca en el apartado gráfico. La segunda es claramente la peor, viéndose perjudicada por los continuos saltos en el puesto de guionista.
Un volumen, desde luego, muy por debajo de su precedente y que podríamos situar a media tabla.