Entramos en mi década preferida, los años 50, donde conviven armónicamente los últimos años del periodo clásico y los primeros años de la modernidad.
Dejo mi top 10, como es habitual

1) Con la muerte en los talones (Alfred Hitchcock)
2) Apur Sansar (El mundo de Apu) (Satyajit Ray)
3) Pickpocket (Robert Bresson)
4) Historia de fantasmas de Yotsuya (Nobuo Nakagawa)
5) La hierba errante (Yasujiro Ozu)
6) Los cuatrocientos golpes (François Truffaut)
7) Con faldas y a lo loco (Billy Wilder)
8) Río Bravo (Howard Hawks)
9) Nazarín (Luis Buñuel)
10) El pisito (Marco Ferreri)
Un breve comentario sobre cada una de mis elecciones:
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Con la muerte en los talones para mí representa la quintaesencia del cine de Hitchcock, pues tiene todo lo que hizo realmente grande al director: intriga criminal, MacGuffin, trama del falso culpable, planificación visual soberbia, elegantísimas soluciones para burlar la censura (ese beso interrumpido por diálogos, ese tren entrando al túnel como metáfora del acto sexual), actores en estado de gracia (no solo Grant y Saint: ahí está mi adorado James Mason), alguna de las escenas más icónicas de la historia del cine (la persecución de la avioneta)... En fin, mi película favorita de mi director favorito.
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Apur Sansar pone el broche de oro a la trilogía de Apu de Satyajit Ray, quien nos ofreció un cine limpio, puro, despojado de todo artificio... y al que, por fin, añadió una carga emocional que nos vinculó para siempre a su personaje protagonista (qué belleza inmensa la imagen de Apu llevando a su hijo en hombros al final de la película).
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Pickpocket es el Bresson más preciso, conciso y existencialista, una joya más del (a mi juicio) mejor director francés de la historia. Solo por detrás de la del burro (Al azar de Baltasar).
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Historia de fantasmas de Yotsuya es probablemente la gran desconocida de mi lista. A todos los amantes del cine de terror: por favor, ved esta joya. Adelanta muchos de los tropos y lugares comunes del cine de fantasmas japonés, que tuvo su revival gracias a la espléndida
Ringu (1999), pero que medio siglo antes estaba alumbrando obras maestras como ésta de Nakagawa o
El más allá (la de Kobayashi). Lo mejor que puedo decir de
Historia de fantasmas de Yotsuya es que, además de ser muy entretenida, da miedo de verdad. Hay al menos un par de imágenes potentísimas que me acompañaron hasta mucho después de haber visto la película por primera vez.
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La hierba errante es un Ozu algo atípico: a color, cargando las tintas en lo dramático, y alejándose en cierta medida de sus temas más habituales. No llega al nivel de Cuentos de Tokio, claro, pero es realmente buena.
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Los cuatrocientos golpes supone el pistoletazo de salida de la nouvelle vague (con permiso de la coetánea
Hiroshima mon amour) y, aunque esta corriente nunca ha sido santo de mi devoción (más bien al contrario), hay que reconocerle su valor y, de entre la amplísima producción que se estrenó en aquellos años, la obra de Truffaut me sigue pareciendo la más honesta, la más auténtica y la más representativa. Me he visto todas las películas de la saga de Antoine Doinel, y ninguna iguala la belleza de esta primera película (qué final con el joven Jean-Pierre Léaud descubriendo el mar).
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Con faldas y a lo loco (horrible título si lo comparamos con el original, que la censura nunca hubiera permitido) no necesita carta de presentación. Es la comedia más icónica de Wilder (aunque para mí no la mejor, ese honor le corresponde a
El apartamento) y Lemmon y Curtis están sensacionales.
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Río Bravo va preparando el terreno para el canto del cisne del western clásico. Howard Hawks ofrece una obra de madurez (en su filmografía y en el género) y, aunque a mí me conquistan más sus screwball comedies (¡ya llegaremos a
La fiera de mi niña!), aquí no da puntada sin hilo.
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Nazarín es una de las grandes películas de la etapa mexicana de Buñuel (que dio auténticas JOYAS a principios de esta década) y, en este caso, sirve para atizar a la Iglesia, a la moral cristiana y las costumbres religiosas, así que miel sobre hojuelas. La novelita de Pérez Galdós en la que se basa también es un filón (de hecho, hice un análisis narratológico de la misma), pero la mala leche y la agudeza visual de Buñuel son inigualables. Inolvidable la escena surrealista del ecce homo. ¡Ah! Y tal vez la mejor interpretación de Paco Rabal.
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El pisito es el culmen del humor negro español durante la dictadura. Solo un guion de Azcona podría plantear como premisa el infierno de un joven que se casa con una vieja esperando que se muera pronto para heredar su piso y tener donde vivir... con la salvedad de que, una vez casados, la vieja no se muere ni de casualidad. Una de esas películas que uno no sabe cómo sorteó la censura en su momento. Magnífica.
Me dejo montones de películas buenísimas: Ben Hur (Wyler), Anatomía de un asesinato (Preminger), La momia y El perro de los Baskerville (Fisher), Imitación a la vida (Sirk), Sombras (Cassavetes), Misión de audaces (Ford), Window Water Baby Moving (Brakhage)... y Plan 9 del espacio exterior

Pero esta década va a ser así, me voy a dejar muchas joyas atrás por necesidad.
PD. Admito mi herejía: tengo pendiente la trilogía de La condición humana de Kobayashi