He leído
Little Bird. La lucha por la esperanza de los ancianos.
A primera vista, puede parecer una obra un tanto inaccesible con un dibujo, intrigante y surrealista, que acompaña a una narrativa nada lineal que aparentemente entorpece la lectura y que por momentos incluso perturba, pero lo cierto es que la trama es muy simple y sencilla de leer. Es por ello que hay que tomárselo como lo que es: un ejercicio de aventura distópica que busca el entretenimiento desde el cariz más convencional y donde no hay mucho más que rascar. Ni falta que le hace, claro, que no hay que buscar la relevancia y cuatro mil subcapas para hacer un trabajo entretenido y que, a mí, particularmente, me ha gustado mucho. Muchísimo.
Eso sí, hay que saber a lo que se va, y aquí se viene a ver sangre, tripas desencajadas de su cubículo habitual y miembros cercenados en cortes limpios, cabezas incluidas, qué duda cabe. Todo ya contado mil veces, pero que está tan bien narrado que vale la pena meterse en harina.
Todo comienza con unos Estados Unidos distópicos, que lejos de ser "la república que conocemos", es una teocracia radical basada en "la única verdad es dios” y un exacerbado ultranacionalismo que busca la conquista de territorios adyacentes. La presidencia está en manos de
"El obispo", que gobierna desde su particular Casa Blanca denominada
"Nuevo Vaticano" y que se deja llamar "Eminencia" como si fuera el máximo pontífice. Por cierto, la bandera americana de barras y estrellas ha mutado en un estandarte de barras y cruz cristiana.
En una de esas incursiones en busca de nuevos humanos a los que convertir a su fe, atacarán una aldea canadiense que arrasarán y a la que sobrevivirá nuestra pequeña
"Little Bird", a la que su madre ha dado una misión, encontrar a
"el Hacha", un hombre que personifica al héroe crepuscular, al que debe pedir que ayude a
la Resistencia. Como digo, todo muy mainstream.
Así que en esas estamos, un pueblo conquistador e inquisitorio contra un grupo revolucionario,
la Resistencia, cada vez más debilitado y sometido. El David contra Goliat de toda la vida, pero contado de una manera tan inmersiva y atrayente, que a mí al menos, me ha cautivado.
Darcy Van Poelgeest el autor, nos lleva por el presente mientras zigzaguea por el pasado, agitando la continuidad temporal para ir descubriéndonos los "por qué" y los sentimientos de cada personaje y metiendo también algunos pasajes oníricos muy reveladores. También toca levemente conceptos como la esperanza (en los pensamientos de nuestro "pajarito") o el genocidio, que en la obra no es por cuestión de raza, sino de humanos modificados genéticamente y el exterminio del libre pensamiento basándose en su rígido fundamentalismo religioso.
Todo esto que puede parecer muy denso y bla bla bla, es tratado muy hábilmente por
Darcy Van Poelgeest, que lo incluye en la narración con naturalidad y soltura, llegando a construir una cruz de cruces bastante ilustrativa del tono imperialista y genocida que quieren transmitir los autores.
En el apartado gráfico y antes de pasar al dibujo, quiero destacar la rotulación que se ha cascado
Nuevo Nueve muy fiel a la original y que me ha gustado, y sobre todo el color de
Matt Hollingsworth que imprime una atmósfera malsana cuando es necesario o evocadoramente sugestiva cuando la trama así lo requiere.
Ian Bertram, en mi opinión, lo borda al dibujo, aunque aquí ya entran los gustos personales y habrá lectores que lo odien, pero su proyección en imágenes de las ideas de
Poelgeest me parece muy acertada, con todas esas ideas ciberpunk o steampunk o lo que sea, pero que ya nos entendemos. Se saca de la manga unos zarcillos o tentáculos rojos, o vete a saber qué palabra poner para describirlo, que son lo más surrealista y raruno que he visto en tiempos.
Los diseños de los personajes son un derroche de imaginación. El atuendo del
Obispo con sus túnicas imposibles, el personaje del
Hacha, viejo e hiper musculado, o el jefe de la Guardia del Norte,
El Reverendo, cheposo y de nariz digna de una buena rinoplastia, son brutales, aunque no logran hacer sombra a nuestra
Little Bird. Ese atuendo con gafas de aviador y protector nasal que asemeja al pico de un ave carroñera, su abrigo y su melena, esconden una niña bella de mirada triste que por momentos parece mendigar un abrazo.
Una obra no sé si recomendable para todo el mundo, pero que a mí me ha encantado y he disfrutado mucho. Si no os llama el dibujo, yo no entraría, porque me parece tan importante como el argumento. Pero si la indecisión viene sobre la posible densidad de la obra o su complejidad, entrad sin miedo. Ni es densa, ni mucho menos compleja.
Es simple y llanamente, entretenimiento del bueno.