LOS SURCOS DEL AZAR Los Surcos del Azar, que dijo Machado, para qué llamar caminos. Son destinos inexplicables, son momentos compartidos, perdidos, fuera del tiempo, la conciencia, la tierra... y el olvido. El olvido de la identidad, de las raíces, del yo. Porque cuando te arrebatan la memoria, destruyen también tu futuro.
Y es en esas lindes en las que Paco Roca sigue el largo exilio del bando republicano tras la Guerra Civil, por Orán, Francia, el desierto, la guerra en Europa, y finalmente, la Guerra Mundial. Una historia contada con las tablas habituales, y la sencillez de quien sabe narrar sin artificio, pero sobre todo, con un proceso de documentación tan extenuante y detallado, que se convierte en parte principal de la historia. Es una novela gráfica sobre la creación de la propia historia y su recuerdo, coexistiendo perfectamente en un instante que aúna presente y pasado. Un biopic, si se prefiere, de uno de tantos héroes anónimos, al que se fuerza a recordar primero con dolor, y después con aceptación.
Se agradece que el cómic no caiga en sentimentalismos, y que además, se permita un pellizco de incomodidad o autocrítica, por leve que sea, en una época aciaga en la que suele deshumanizarse por completo la vida. Es complicado humanizar a un nazi, a un franquista, lo sabemos, pero, hay que intentar buscar siempre matices en la historia para que no ocurra como antes. Los vencedores siempre escriben la historia, y aún en el derecho moral, el camino del narrador debe ser buscar los matices y la extrañeza, de las ideas políticas, los bandos y el propio pensamiento.
En definitiva, una lectura muy recomendable, con un proceso de investigación admirable, que recorre el sendero de la memoria con las formas de un documental. Quizás, eso sí, el final es algo pobre, sucinto, mínimo, aunque puede ser la intención del autor. En cualquier caso, Los surcos del azar, si no son camino, tampoco dependen del punto de destino, sino del viaje.