He leído
MD La Patrulla-X: La Edad Heroica.
Anteriormente en vuestras pantallas...
Después de la oscuridad llega la luz. Con esta frase podríamos definir el contenido de este tomo que recupera la fase final del guionista Matt Fraction al frente de la principal cabecera mutante, pasando el relevo a Kieron Gillen. Un traspaso, por cierto, que sería gradual, realizando ambos escritores la última saga recogida en este recopilatorio. Muchos pueden pensar que esta frase bien podría encajar con el relevo en el procesador de texto, pero la verdad es que sería más apropiado para los argumentos que para los autores. Resulta curioso, porque a pesar de mi cada vez menor interés en esta franquicia, al contrario que sucediera con otras series escritas por Fraction, no solo he conseguido llegar hasta el final, sino que en líneas generales me han parecido tebeos bastante entretenidos, incluso interesantes en algunos aspectos. Quién lo diría de un guionista capaz de pervertir la esencia de personajes tan emblemáticos como Thor, Iron Man, Ojo de Halcón o incluso los 4 Fantásticos, pero que con los mutantes parece haberle cogido mejor el punto; al menos sin resultar soporífero y mortalmente aburrido, lo que ya es una auténtica novedad al respecto. Quizá lo que más me ha llamado la atención la capacidad de mantener cierta coralidad en un título de estas características, con un plantel de protagonistas diseminados por diferentes puntos del mundo, mientras establecía una línea argumental central como vehículo de la serie. Aunque tampoco se puede decir que sea la octava maravilla, por lo menos me parece una lectura minimamente entretenida.
Este volumen tiene como punto de partida un especial que sirve tanto de epílogo al punto de inflexión en la franquicia que supuso Advenimiento como de epílogo ante el nuevo
status quo de la comunidad mutante que parece comenzar una nueva era donde predomina la luz. esto es principalmente porque se intenta potenciar su salida al mundo como unos auténticos héroes, en contraposición con la habitual actividad clandestina a la que nos tenían acostumbrados. Bueno, todo lo clandestino que puede ser un grupo tan variopinto como la Patrulla-X, pero creo que se entiende el concepto, que enlaza completamente con el nuevo
land scape del Universo Marvel en aquella época, que no era más que un
back to basics de libro, con un regreso a los orígenes y el comienzo de un nuevo ciclo en el que predomina la heroicidad y quedan atrás las ambigüedades morales, estableciendo una clara línea divisoria entre el héroe y el villano, que se volvió tan confusa tras Invasión Secreta y sus repercusiones posteriores. En esa línea, y con una raza de mutantes en vías de extinción, tendremos de nuevo a la Patrulla-X en un papel que parecía olvidado, pero que fue con el que comenzó su trayectoria allá por los años sesenta: buscar y ayudar a los mutantes que van surgiendo. En este caso, serán 5, llamadas las 5 luces, los cuales tendrás que pasar una dolorosa transformación, guiados de la mano de Hope.
La pupila de Cable tendrá un papel fundamental en estos compases de la serie, no solo por ser la elegida como mesías de su propia raza, sino que con sus poderes ayudará en la transición de los nuevos mutantes, cuyas vidas dan un giro radical en apenas un segundo. Por otro lado, Hope, cuyo nombre presenta el doble significado de la esperanza de un pueblo abocado a la desaparición, escarbará e sus raíces para conocer a su verdadera familia, cerrando así uno de los episodios más importantes del personaje, que queda listo para protagonizar su propia serie regular. Poco a poco, Hope pasa a un segundo plano, dejando sitio a otros integrantes de la Patrulla en los que se centran los autores. Si bien es cierto que la serie es muy coral y todos tienen su espacio, no es menos cierto que la entrada y salida de personajes a veces es un poco confusa y parecen estar todos en una sala de espera ficticia esperando al momento en que se les necesite según la trama. Pero, bueno, no es una sensación muy generalizada, todo hay que decirlo.
Una de las grandes protagonistas de este tomo es sin duda Emma Frost, la antigua Reina Blanca, que debe solucionar un cabo suelto de su pasado, concerniente a Sebastian Shaw. Para ello contará con la colaboración, por decirlo de alguna manera, de Fantomex y Kitty Pryde. Aparte de profundiza en cierta forma en el caracter ambivalente de este personaje, que nunca deja claro del todo su es una villana redimida, si es fiel a Scott o si tiene alguna intención oculta, algo que también forma parte de su encanto, hay dos cuestiones que me han llamado especialmente la atención. La primera es la cantidad de amantes que ha tenido y todos los que podría seguir teniendo en esa ambigüedad moral en la que se mueve. Desde luego, no contaba yo a Fantomex entre sus conquistas, pero también es cierto que ambos encajan muy bien entre sarcasmos e ironías. Lo segundo es la cantidad de tiempo que Kitty lleva en ese estado fantasma, que diría que se está prolongando demasiado en el tiempo, como si nadie supiese resolver esta papeleta que han heredado de su predecesor.
El segundo arco argumental de este tomo, titulado "Cuarentena", pone de manifiesto que la nueva situación pública de los mutantes está pendiente de un hilo y cualquier evento los puede devolver al rechazo de las masas. Esto se hace aún más patente cuando en Utopía se desata un extraño virus de la gripe que parece afectar solo a los mutantes, mientras un conglomerado empresarial comienza a distribuir una droga muy adictiva entre clientes de un alto y exclusivo estrato social para convertirse en mutantes. No deja de ser curioso como aquellos que, en cierta manera, idolatran a miembros de la Patrulla-X hasta el punto de querer ser como ellos en todos los aspectos posibles sean los responsables de en la sociedad surja el miedo hacia el posible contagio de un virus que hasta el momento nadie sabe como curarlo y por el que mutantes como Lobezno han perdido sus poderes, estando en riesgo sus vidas. Una interesante trama que a su vez tiene ramificaciones por la división de los mutantes que se quedan en Utopía y los que están fuera intentando resolver el problema, así como el tema de Emma Frost o incluso los disturbios de Chinatown, de los que Lobezno no puede encargarse debido a su situación extrema. Si ya de por sí la Edad heroica consigue de alguna manera integrar más a los mutantes en el Universo Marvel de la época, con esta pequeña subtrama, se establece cierta conexión temporal con lo sucedido en la cabecera de Logan escrita por Jason Aaron. Desde luego, la coordinación del Universo marvel en la última década no ha sido especialmente destacable, a pesar de la multitud de eventos y
crossovers que han tenido lugar, pero con detalles como este es obvio que siempre hay autores que intentar mantener esa coherencia y cohesión de este universo de ficción, el cual está muy necesitado de guiños de este estilo.
A nivel argumental, me ha parecido entretenido, aunque algunas tramas quizá se han largado en exceso y provocan una sensación de cansancio en ciertos momentos. Asimismo, la coralidad constante y los vaivenes de personajes y escenarios no siempre están bien elegidos. Pero, bueno, me parece un trabajo mínimamente entretenido y creo que mantiene un buen tratamiento de personajes y una evolución lógica con lo que se ha ido vendo en los últimos años. En el apartado gráfico ya es otro cantar. Whilce Portacio será un autor que despierte nostalgia en algunos de los lectores de los noventa, pero con ese estilo clónico de Jim Lee, pero con mucho menos talento, y presentando una evolución casi nula tras años de trayectoria profesional, pues la verdad es que lastra bastante la valoración final del contenido del tomo. Aunque es cierto que ciertos entintados, como el de Leonard Kirk, suavizan mucho el estilo noventero del dibujante filipino el revival a los noventa está prácticamente servido. Ni Emma Frost enseñando carne, ni los escotazos furtivos de Pícara son capaces de salvar el trabajo de Portacio que nunca entenderé como ha durado tanto en la industria.
En la segunda parte del tomo la cosa mejor a un poco, pero no mucho, con el regreso de Greg Land, y su pasión por las imágenes masturbatorias. Yo tengo que ser sincero, como fotocopia humana no tiene precio. Ni tiene estilo propio, ni su narrativa es demasiado buena, ni siquiera creo que sea un buen dibujante, pero desde luego el tipo sabe mostrar a mujeres de ensueño, con sinuosas curvas y mucha lascivia. Si pudiera elegir a otro lo elegiría, pero por lo menos me alegra la vista y a mí ese postureo de revista me hace gracia en ocasiones y su "fotorrealismo" no me saca de la lectura. En fin, que no me disgusta tanto verlo en un tebeo, aunque sea consciente de sus muchas carencias. Y, oye, tiene parte de acierto elegirlo para una historia en la que la gran protagonista es Frost, narrando su pasado en el Club Fuego Infernal. El sado es el punto fuerte de Land, para qué negarlo.
En definitiva, un tomo entretenido, que sirve de punto de en la ce con la etapa de Kieron Gillen, a la que le tengo ciertas ganas, por lo que probablemente siga con esta edición de recopilatorios, al menos mientras me lo pase mínimamente tan bien como con este volumen.