Si nos fijamos en el modelo, el western americano, como bien dice Chimov, el género había sido ya explotado de todas las formas posibles. Por si fuera poco, John Ford había finiquitado genialmente el asunto con la maravillosa "El hombre que mató a Liberty Valance", Sam Peckinpah buscaba nuevas formas de abordar el género en la seminal "Duelo en la Alta Sierra" y los grandes estudios intentaron realizar un epílogo gigantesco, un western definitivo y apabullante, con la fallida "La conquista del oeste".
"Érase una vez en el Oeste"
10Efectivamente, como ya comentamos anteriormente, "La conquista del oeste" pretendía epatar por acumulación. Más personajes, más estrellas, más historias, más duración, más paisajes... más dinero que ningún otro western anterior, todo ello en pos de conseguir el western de los western, el superwestern. Sin embargo, esa película conservó pocas de las virtudes de las películas del oeste clásicas (grandes actores, bella fotografía, temas universales) y recogió y amplió muchos de sus defectos (excesiva ñoñería, buenos muy buenos y malos muy malos, historia de amor metida con calzador por el productor de turno...)
Ante el camino del exceso y la continuidad seguido en Estados Unidos, Sergio Leone se decantaría por la senda del talento y de la perversión.
El americano impasible. Para empezar, Sergio Leone contrata finalmente a su deseado Henry Fonda. Fonda es algo así como el americano modélico, el prototipo del hombre honrado e insobornable ("Doce hombres sin piedad"), el Atticus Finch del western ("Incidente en Ox-Bow"), el hombre recto incapaz de transgredir la ley ("Falso culpable") todo un dechado de virtudes (americanas) y estandarte en el cine de los más altos valores del país de las libertades. Henry Fonda lleva haciendo de héroe de la película, de hombre bueno y recto, algo así como 30 años (desde "Sólo se vive una vez" del genial Fritz Lang).
Pues bien, Leone, en su eterno homenaje al western clásico americano, toma uno de sus iconos y lo corrompe y pervierte hasta modelar un villano abominable, un tipo repugnante, uno de los más grandes malvados de la historia del cine, interpretado magistalmente por el más curtido especialista en honrados ciudadanos (junto a Gregory Peck y James Stewart), Henry Fonda, que nos hace olvidar en cada una de sus apariciones todos sus buenos antecedentes y llega a parecer que no ha hecho otra cosa en su vida que disparar por la espalda a mujeres y niños.
Frank.
El potro lituano. Otro de los grandes sueños de Sergio Leone se hace realidad con la contratación de Charles Bronson. Su cara fue durante años sinónimo de cine de acción de bajo presupuesto y en cierto modo su recuerdo ha quedado estigmatizado por esto. Esto es así ya que este rudo actor pasó la etapa final de su carrera, ya entrado en años, interpretando a vengadores solitarios, jugando en la misma liga en la que actualmente compite Steven Seagal. Dicho esto, no hay que olvidar también tuvo el honor de participar y engrandecer obras maestras tan absolutas como "La gran evasión", "Doce del patíbulo" o la que nos ocupa aquí y de realizar notables propuestas como "El luchador", debut del añorado Walter Hill. Por tanto, los años 60' y 70' de su carrera acogen buenas y grandes películas, alternadas con productos que ya anticiparían el tipo de films que exclusivamente realizaría en los 80'.
De una forma física envidiable, no es desde luego Bronson un alumno del Actor's Estudio, un seguidor del llamado método de interpretación. Por suerte esto no es obstáculo para bordar su personaje, pues Bronson luce palmito de tipo duro sin apenas esfuerzo, escupe sus palabras cuando toca y pasea su innegable carisma por la película, interpretando al misterioso personaje central, el misterioso y musical
Harmónica.
El pillo. Jason Robards, que el año anterior interpretara a un inolvidable Al Capone en la interesante "La matanza del día de San Valentín", cambió audazmente de registro por completo en este film, componiendo al canalla de la cinta, un personaje similar en intenciones al Feo de "El bueno, el feo y el malo" y que anticipa en cierto modo su cómico personaje protagonista en la excéntrica "La balada de Cable Hogue" de Sam Peckinpah.
Cheyenne.
Y Leone creó a la mujer. A las habituales bellas e indefensas damas del oeste americano, siempre mirando por su buena reputación, Leone contrapone a la belleza mediterránea Claudia Cardinale, de un erotismo descarnado que traerá de cabeza a medio estado, funciona como uno de los motores de la historia y la dota de un pasado (que nos será desvelado en su momento), de un presente (la película) y de un futuro (buena parte del mensaje de la película). El innovador personaje femenido, por tanto, ni de lejos supone el descanso del guerrero o sirve de bonito florero, como en tantísimos otros westerns clásicos.
Jill.
Si vemos en órden las cuatro películas comentadas hasta el momento, constataremos que la evolución en los personajes es notable y en ésta, pese a encuadrarse en los arquetipos habituales cuentan con mucha más profundidad que el "Clint Eastwood" medio (en especial Frank, mucha atención a sus escenas "románticas", y por supuesto, el personaje de la Cardinale" y también el de Robards). La historia de "Érase una vez en América" es también la más compleja y ambiciosa de las cuatro.
Habitualmente y dado el nivel de los contertulios, no citaría la enciclopedia amiga pero es que esta descripcion me viene de perlas:
"En C'era una volta il West está resumido casi el género entero: el ferrocarril, los pistoleros a sueldo, los bandidos, el personaje enigmático que llega de ninguna parte buscando venganza, los pioneros, la mujer de dudoso pasado y carácter indomable, etc."Sobre esto dice Chimov que
"A Leone no le interesa el ferrocarril, ni las vacas, ni la caza de búfalos, tampoco le interesan los indios, ni los problemas territoriales, ni los pastos, ni las alambradas, ni las fronteras, ni nada de nada, a Leone solo le interesan los hombres que se abren camino con el uso de la violencia."Mi opinión es que el género entero está resumido en la película a nivel formal, ahora bien, por suerte, Leone sabe muy bien qué es lo que quiere contar y se sirve de ciertos detalles formales para enmarcar a esos antihéroes que se abren camino a balazos en el escenario descrito como el del "oeste definitivo". Esto que le faltó a "La conquista del oeste": una historia que explicar, lo halla Leone fácilmente. Con la experiencia ganada anteriormente y la posibilidad de ambientar la película como a él le venga en gana gracias a los dólares frescos con los que ahora cuenta, seguirá ofreciendo lo que siempre ha ofrecido a la audiencia: Más y mejor.
Dicho esto, realmente pienso que "Érase una vez en el Oeste" no es únicamente un gran cómic violento donde un puñado de viriles pistoleros intercambian parcas palabras y balas directas al corazón. Aquí hay vida, se huele, se palpa el oeste. Desde el primer travelling que firmaría el mejor Brian de Palma, intuímos que ahí hay una sociedad en movimiento, en plena ebullición, en desarrollo, y que nuestros personajes están jugando sin saberlo un papel clave en esta evolución. De hecho, tras el relato, quedará de manifiesto que ya no hay espacio en el oeste para este tipo de personajes solitarios y pistoleros y sí para otros personajes fuertes y emprendedores. Como en otros westerns clásicos, en el ferrocarril viaja también el progreso y finalmente la civilización llega hasta los más salvajes lugares.
Ésta debió ser el principio de otra exitosa trilogía, que finalmente completaron la mutilada "Agáchate, maldito" y la notable "Érase una vez en América", que tristemente supuso la última película del romano.
Por hoy es suficiente, amigos.
saludos!!