Como todos, yo tengo millones de esas.
Me acuerdo mucho de las excursiones que hacíamos al DÍA del barrio con el instituto, para no sé qué pantomima de los nutrientes, etiquetas y demás en Introducción a Ciencias de la Salud. A buena hora se le ocurrió al pardillo aquel de profesor (pobre, cincuentón apocado de estos que vivía con la madre, el típico Skinner) llevarnos cada semana. No le encontraba la explicación a que más de media clase fuera con chaquetón largo hasta cuando no hacía frío. Aquello era demencial. Pero una locura. Volcábamos el botín en las mesas al volver y era mejor que jaloguin. Palabrita. Refrescos, chocolate, mecheros, chucherías, condones, de todo
Lo mejor es que se lo enseñábamos al de la siguiente hora, al de Química.
"Mira, Luis, ¿has visto qué de cosas? ¿Quieres un chicle?"
Y Luis cogía el chicle. Moviendo la cabeza como diciendo "vaya grupo de animales", pero lo cogía.
Pero vaya, miles de cosas así, y mucho peores.
Es lo que tenía un instituto de barrio obrero en el que los primeros cursos de ESO de la historia no pasaron ni un 10% de curso. Absentismo de la hostia, gente con más de 200 faltas. Partes que volaban. Expulsiones cada semana. Peleas a piñas con profesores, profesores que tiraban borradores a la cara a mala hostia partiendo labios, encerrar a profesores en clases, a alumnos en azoteas, tirar mobiliario por la ventana (un par de mesas llegaron a la calle, y una silla a la carretera), quemar pizarras con alcohol, láseres, bombas de peste, sexo entre clases, gitanos en la puerta que venían buscando a no sé quién para darle (a un colega le quitaron las llaves de la moto, se la tiraron a la alcantarilla y le dieron una buena entre 30), llamadas de simulacro de bomba todos los días... aquello era Vietnam.
De los... 14 a los 18, creo que fueron los años más salvajes y felices de mi vida, pero a un nivel completamente de becerro. Hoy, si me encuentro, me doy dos hostias.
Hay que tener en cuenta que en aquellos años, con 12 te dejaban salir fuera del insti en el recreo. Y en nuestro caso, te comías el bocadillo sentado al lado de los yonquis que te quitaban el papel de plata casi antes del primer bocado
Los mismos y las juntas que por cierto se cargaron a Juan Holgado en la gasolinera (Padre Coraje, lo habréis escuchado).
Por eso digo que muchos no acabamos en la cárcel de milagro. Alguno sí.
Y yo era de los "más buenos". Yo leía.