A su manera es un buen momento. Uno coge un cómic de los años 40 y ve a Batman cargándose a un fulano y puedes decir que eran otros tiempos. El propio cómic ni siquiera se plantea que sea algo malo y el lector asume esa regla de la historia.
Sin embargo, aquí sí que se muestra a dos personajes que muestran repulsa por el acto, dejando en el lector el dilema si la acción es correcta o no. Ojo, crea un interrogante en una acción aislada accesoria a la historia principal y en tan solo dos viñetas. Todo un logro.
Decir que la mejor versión de Lobezno, por lo menos en mi opinión, es precisamente esta. Un tío que sus compañeros recelan de él y no comparten sus métodos, lo que provoca fricciones e interactuaciones.