Yo creo, y a lo mejor es fallo profesional mío, que un producto infantil no tiene que diferenciarse en gran cosa de un producto para adultos, y que sobre todo nunca deber ser sinónimo de estúpido, poco trabajado o inverosímil.
Una obra de ficción para niños tiene sus propias reglas (como para mi abuela el cine de barrio) y códigos, pero sorprendentemente es un público tan exigente como el que más, que sabe cuando le están dando gato por liebre y detecta de forma infalible la mierda.
Por poner un ejemplo, creo que la serie animada de Batman volvió loca a toda una generación de chavales porque era un producto buenísimo que respetaba a sus espectadores. Y conozco a muchos adultos a los que atrapó (sin ser del mundillo).
Si hoy me encargaran "adaptar" esa serie "para adultos" creo que no cambiaría nada.
Cuando algo tiene calidad rompe las barreras entre edades (El Principito, Momo, El soldado de hojalata, El rey león, etc)