He leído Superman: Superman y los hombres de acero.
Se trata de un tomo publicado por ECC hace ya algún tiempo, en el que se reeditan los 8 primeros números Action Comics con motivo de la iniciativa New 52! Los responsables del relanzamiento del Hombre de Acero son el guionista Grant Morrison y el dibujante Rag Morales, que es sustituido por Andy Kubert, también tenemos la participación de Gene Ha y Brent Anderson en el apartado gráfico. El planteamiento del escoces, así como su desarrollo me han gustado, pero volvemos a lo mismo de siempre: no sé por qué cada cierto tiempo hay que actualizar el origen de los personajes del Universo DC, cuando al fin y al cabo, por muchos autores ilustres que contraten, siempre quedará en el inconsciente colectivo el único reseteo que verdaderamente ha marcado a los lectores de este cosmos de ficción, que no es otro que los arranques de los héroes tras Crisis en Tierras Infinitas. En este caso, la revisión y actualización del personaje que hiciera John Byrne ha calado tanto, que cualquier otra cosa lo único que hace es presentar algo parecido a un Elseworlds, sin que uno pueda tomarse demasiado en serio estas modificaciones o actualizaciones del icono. No obstante, debo reconocer que Morrison consigue construir algo ligeramente diferente, con un refrescante enfoque, ofreciendo como resultado una lectura interesante y entretenida. Desde luego no va a pasar a la historia como uno de los grandes trabajos del escocés, pero sí presenta un buen cómic, con un guion sólido e inteligente y algunos aspectos que nos devuelven en cierta forma al héroe primigenio, pasado por un tamiz izquierdista moderno, por definirlo de alguna forma.
Contar los orígenes de iconos como Superman una y otra vez no solo me parece absurdo, sino totalmente innecesario. Es decir, no hablamos de personajes de tercera fila, ni de un auténtico desconocido para los aficionados o los neófitos del mundo del cómic. Prácticamente todo el mundo, haya leído un tebeo del Hombre del Mañana o no, tiene nociones suficientes para saber quién es Superman y sus orígenes básicos. A pesar de ello, en DC parecen obsesionados con este tema cada vez que quieren reiniciarlo todo y actualizar sus conceptos, que después de todo no dejan de ser variaciones mínimas del arquetipo de superhéroe que está implantado en el conocimiento popular más básico. Sin embargo, Morrison acomete la tarea en esta iniciativa editorial, añadiendo sus "actualizaciones" pertinentes, pero bajo un enfoque narrativo diferente. Esto es quizá lo que más me ha gustado del trabajo del guionista escocés, que aunque termina contando lo que todos ya sabemos en mayor o menor medida, consigue que sea desde una perspectiva novedosa, o todo lo novedosa posible dada los elementos icónicos que rodean al personaje. Al final, básicamente, es lo mismo de siempre, pero lleva implícita una pátina humanizadora, la clave para entender a este Superman de Morrison y Morales, que busca realizar en definitiva un back to basic en toda regla.
Como viene siendo habitual en los últimos trabajos de Morrison, hay una característica que no debe faltar, y esa es la referencia al pasado de la editorial. El escritor es ante todo respetuoso con la esencia básica del personaje, de ahí que opte por presentarnos a un Superman más a ras de suelo. Un joven que tiene muy claro los valores que quiere defender, gracias a la educación de dos granjeros que vieron como el sueño de sus vidas les caía del cielo literalmente. Ese muchacho tiene un potencial extraordinario que explotar, pero está en vías de desarrollo, por lo que sufre heridas y magulladuras en sus aventuras, aunque se cure muy rápido. tampoco vuela totalmente, sino que realiza grandes saltos, igual que cuando nació de la mente de Siegel y Shuster. A diferencia de sus primeras apariciones como héroe, al no tener madre que le cosa el traje, solo tiene una camiseta con el símbolo de la capa que lo envolvía al aterrizar en la tierra, unos pantalones vaqueros, símbolo inequívoco de la América profunda, y sus botas de granjero. Intentará luchar por aquellos que no pueden defenderse por sí mismos, luchando incluso contra el poder corrupto de Metropolis, aunque para ello se convierta en el enemigo mediático de aquellos que pretende ayudar, muy en consonancia con el Spiderman de Lee y Ditko, con problemas para pagar el alquiler incluidos. De hecho, me da la sensación que Morrison busca las similitudes con nuestro amistoso vecino arácnido como las mejores herramientas posibles para humanizar a un personaje que con el paso de las décadas se ha convertido en un dios superpoderoso que no solo puede suponer un obstáculo a la hora de construir aventuras donde ejerza realmente de héroe. De ese modo, los transforma en un símbolo de la América humilde, convirtiéndolo en un defensor de las libertades desde dos aspectos muy diferentes: uno es el periodismo de investigación y el otro es su labor como superhéroe marginado.
Superman es, a ojos de los demás, un alienígena, por lo tanto, lejos del candoroso recibimiento de épocas anteriores, ahora es una amenaza para la sociedad que, recordemos, teme y odia por igual aquello que no conoce. Personificando ese odio irracional, mezclado con un poco de envidia, tenemos a Lex Luthor, que no solo ayuda al ejército del gobierno en un experimento que pueda detener a este superhombre extraterrestre, sino que sirve para transmitir ese odio mediático hacia él. Asimismo, es la manera de Morrison de poner en marcha la era de los prodigios, donde el primer superhéroe de este renovado Universo DC deberá ganarse la confianza del respetable con sangre, sudor y lágrimas. Una historia de superación, humanidad y valores que estaba claro que era un trabajo a la medida de Superman.
Podría hablar de los diferentes cambios de los personajes en este reinicio, unos más acertados que otros, pero creo que el mensaje básico es otro. Y al final, acabaríamos haciendo comparaciones innecesarias, sobre personajes que tienen una continua revisión cada vez que el editor de turno cree que es lo mejor para aumentar las ventas de los tebeos. Un ejercicio inane que no nos llevaría a ningún sitio, más allá de comprobar que en muchas ocasiones no reconoceríamos a tal o cual personaje, o que esta versión aporta un nuevo enfoque, como pueda ser el caso de Brainiac, o la que parece que será la nueva encarnación del villano Mentallo. No obstante, a medida que más leo sobre el Universo DC de la última década. menos importancia le doy a esos detalles, ya que ni siquiera la propia editorial parece importarle la historia de sus creaciones, a las cuales no sabe hacer más que resetearla una y otra vez, como si esa fuera la clave del éxito. Realmente si no fuese porque tenía curiosidad de ver que había hecho Morrison, y porque se ha recopilado en un par de tomos, ni me hubiera acercado a esta historia. Pero, bueno, sin ser la octava maravilla, es un buen tebeo, realizado por uno de los mejores autores de la actualidad, que a pesar de sus defectos, ofrece una calidad media alta dentro del cómic mainstream, que cada vez muestra más signos de agotamiento, sobre todo en las dos grandes.
En el apartado gráfico hay que destacar el trabajo de Rag Morales, que no sé por qué me esperaba algo más noventero, pero me ha sorprendido con una narrativa sólida y un buen dibujo. Sin grandes alardes, con algunos deslices como caritas a lo Mark Bagley, pero pocas irregularidades para lo que yo me esperaba. Muy cumplidor para la propuesta que plantea el escocés, quizá gracias también a las tintas de Brent Anderson. Andy Kubert también me sorprendido, sobre todo tras ver como los Kubert parecen estar en decadencia actualmente, muy por debajo de los que han ostentado este legendario apellido en el mundo del cómic. Tampoco es que dibuje muchas páginas, pero no lo hace nada mal, un poco noventero quizá, pero muy levemente. El nuevo uniforme, el oficial, no el casero, es un diseño de Jim Lee, que para ser de él no está mal del todo. Me ha gustado, tiene su punto. Lee no tiene el talento de Romita en este tipo de cuestiones, pero por lo menos no nos ha salido con una moda de múltiples bolsillos u otro tipo de extraños complementos. Muy sobrio y moderno, a saber cuánto durará este antes de volver a lo clásico.
En definitiva, un tomo entretenido, con un Morrison a medio gas, pero siempre con aportes interesantes sobre ciertos aspectos del icono de los que se puede extraer una reflexión, como esa dicotomía muy mundana de si eres de donde naces o de donde te crías, vital para entender incluso al personaje en su base y a todo lo que representa, con un dibujo cumplidor y una buena alternativa para leer algo de Superman realizado en este siglo; prácticamente un punto de entrada perfecto para conocer a Superman. Si se os ha pasado, tampoco os preocupéis, que seguro que tarde o temprano pasará otro tren. Al fin y al cabo, el Universo DC es cíclico. Aunque a buen seguro que el encargado de reiniciar al personaje no tendrá el talento de Morrison, ni su capacidad para convertir lo clásico en una novedad, o lo moderno en un clásico instantáneo.