-Eh -saludó Arcangelico.
-No me suenas pero nada. ¿De qué lo conoces? - le preguntó Vulturino.
-Es el Halcón Pelegrino. Nos conocimos en el Primer Concurso de Champiñones.
-¡Pero sí, casi te di para el cabello, mi amigo! -exclamó Halcón Pelegrino.
-No sabía que tuvieras problemas capilares, Arcangelico -dejó caer Falconete mientras metía tripa.
-Qué va, si tengo unas guedejas rubias naturales que...
-De momento. Tenías que haber visto los melenones que me gastaba yo cuando joven -dijo Vulturino, frotándose el bombillo.
-Es ley de vida -abundó Condorico.
-
Tempus fugit -coincidió Cuervo Rojillo.
-Tú no me sigas la corriente, que eres adoptao.
-Snif -snifeó Cuervo Rojillo.
-¿Y qué te trae por aquí, Pelegrino? -preguntó Arcangelico-. Yo creía que solo nos habían llamado a los más famosos. Claro que... -se interrumpió, girándose.
-Oye, a mí no me mires de hito en hito, que está muy feo -se molestó Condorico-. Y al mandrias de Cuervo Rojillo tampoco. Que sea indigno del Pueblo Pajarraco no te da derecho de mofarte de su lastimosa existencia como a mí.
-Esto... ¿gracias? -dijo Cuervo Rojillo después de sonarse.
-A mi opinión, voy a jugar un rol todo importante en esta novela, mis camaradas.
-Mira que hablas raro, hijo. ¿Por qué lo dices? -se extrañó Vulturino.
-Se encuentra que soy escribano como el autor de esta novela de aquí. Por eso os cojo el encima.
-Qué envidia -dijo Cuervo Rojillo-. Es una profesión muy bien remunerada. Yo iba para notario, solo que como el avión en el que viajaba de crío con mis papás se estrelló contra la isla del Pueblo Pajarucho, pues como que no pudieron encarrilarme a tiempo con eso de morirse en el acto.
-Con el Pueblo Pajarucho no te metas, infusorio desagradecido. Cría cuervos -se enfadó Condorico.
-Quiero decir que escribo unos romances.
-¿Eres poeta? -quiso saber Falconete.
-Qué va, lo que intenta decir es que es guionista de telenovelas -aseguró Arcangelico.
-¡Pero no, pero no! Escribo romances de todos los yernos: folleto, río, de capa y de espada, polares. Ah, y negros, bien seguro.
-Creo que ya lo pillo. Pero está muy feo firmar lo que escriben otros, que lo sepas. Aunque sean catálogos de ropa -le echó en cara Vulturino.