-Nada, que no arranca -refunfuñó la Kosa en la cabina de mandos de la espacionave.
-¿Y eso? -preguntó Bumerang.
-Creo que es la junta de la culata. Burquini, colega, hazme un favor: tráeme la caja de herramientas del maletero mientras voy abriendo el capó.
-Éramos pocos... -dijo Madame Güeb desde los asientos de atrás.
-... y parió la abuela. Sin ofender -contestó el Doctor Rarillo-. Esto, una cosa: como igual esto va para largo, ¿te importaría leerme la buenaventura?
-No sé por quién me tomas, Esteban. Yo profetizo. Juego en primera, no en tercera regional. ¿Tú no tenías el Ojo de Amaretto a todo esto?
-Es que, conjuntivitis aparte, creo que se está quedando un poco miope.
-A ver, dame las manos.
-¿Y eso?
-Para jugar al corro de la patata, no te digo -dijo Madame Güeb-. Cierra los ojos y siente la profecía a través de mí, el futuro fluyendo por tus dedos.
-Eso suena bien. Muy profesional. A ver si me acuerdo de usarlo más adelant...
-¡Chitón!
La figura de ébano se acercará y con un simple sortilegio entrará sin llamar en la Sancta Casa del Doctor Rarillo. La mente de este, reacia en un principio, se doblegará ante el peso de la realidad.
-¿Quién...? Ah, eres tú, Hermano Yuyu. Pasa.
-Ya he entrado.
-Pues no son formas. Podías haber llamado a la puerta. Cuarenta y seis años, que se dice pronto. Cuarenta y seis años ocupando como interino la plaza de Hechicero Sumo para que manden al primer jovenzano aparecido a sustituirme.
-Jovenzano jovenzano, tampoco. Que tengo cuarenta y siete tacos -se defenderá Genarico Tambor.
-Claro, saben que al ser recién llegado estarás pegando saltos con la primera nómina y no vas a reclamar trienios, sexenios ni pluses de peligrosidad y dedicación exclusiva. En fin. Ven y te cuento. -Esteban Rarillo le indicará el salón con un ademán.
-Vaya choza guapa tienes aquí. ¿Qué es esto?
-¿Eso? Es el Cayado Sapiencial de Googlalgoryzm. Yo no lo tocaría si fuera tú -advertirá el maestrillo de las artes místicas.
-¿Por? -preguntará Genarico.
-Puedes usarlo una sola vez en cada lugar y te responde al enigma que desees: el sentido de la vida, el origen del universo, los números de la bonoloto... todo. Ahora bien, si lo usas dos veces en un mismo lugar, te mata de forma atroz.
-¿Lo has usado?
-Creo que sí, pero no estoy seguro. El otro día no encontraba el mechero.
-¿Qué se entiende por "lugar"?
-Pues no sé exactamente, venía sin instrucciones: una habitación, una casa, una ciudad, provincia, continente... Tú ve probando a ver.
-¿Y esto otro? -querrá saber el Hermano Yuyu.
-El Orbe Fuliginoso de Pantumak; revela misterios arcanos de esos y te hace engordar las posaderas diez kilos cada vez que lo consultas. No te recomiendo usarlo junto con el Libro Escolástico de los Misterios Vedados de Ternask-Alhorn.
-¿Y este flautín tan chulo?
-Es el Pífano Impío de Zip-Otong. Al tocarlo, ahuyentas a vecinos y demás entes demoníacos que da gusto, a cambio de un episodio de priapismo ultradoloroso de dos semanas de duración.
-Pues sí que...
-Este es un oficio ímprobo cargado de responsabilidades. Y poco reconocido, me permito añadir -añadirá Esteban Rarillo.
-Por lo menos hay mucho espacio para mi difunto hermano -se consolará Genarico Tambor.
-¿No era un fantasma? -se extrañará Rarillo.
-Sí, pero cuando posee a la peña se la trae a casa. Es lo que tiene estar poseso, que no controlas.
-Poseído -corregirá Rarillo.
-Pos eso.
-Bueno, yo me voy. Ahí te dejo las llaves. Que vaya bien, Hermano Yuyu.
-Doctor. Doctor Yuyu.
El Doctor Rarillo saldrá algo triste de su Sancta Casa. Entonces recordará que los Guishanti le soplaron que Genarico no durará mucho en el puesto, pues ha de morir en acto de servicio, y esbozará una sonrisa, que saber que tu sustituto la va a diñar es algo que a uno, por alicaídas que estén, siempre le alegra un poco las pajarillas.