Flash Gordon 1938-1940
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Tercera entrega de esta colección publicada por Dolmen, que al parecer constará de 5 volúmenes para completar la etapa de Alex Raymond al frente de la tira dominical, que a estas alturas contaría con el apoyo en los guiones de Don Moore, sin que se tenga muy clara que clase colaboración tenían ambos autores, a pesar de que Rafa Marín apunta en el prólogo hacia un rudimentario método similar al de Marvel. De todas formas, sin que argumentalmente salgamos de las líneas habituales hasta el momento, si hay algo que destaca por encima de todo es el apartado gráfico de un Raymond que evoluciona a pasos agigantados. Si en anteriores comentarios hacía mención a las técnicas de rayado, en esta fase vemos como el artista llega a su máximo nivel en la búsqueda de la belleza, con mujeres de una belleza sin igual, equiparable tan bien a los hombres de figura escultural, y prolifera especialmente su acercamiento al realismo. Desde mi punto de vista, y sin que un servidor sea un gran conocedor del arte, este acercamiento al realismo del artista viene en cierta forma influenciado por la tira contemporánea de Hal Foster: Príncipe Valiente. En el prólogo se pueden observar muestras de artistas que también fueron una importante influencia para Raymond, sobre todo en ese canon de belleza femenina y en ese tono pictórico más propio de la pintura que de los cómics, pero mi impresión es que al final todo acaba recayendo en Foster. La eliminación de bocadillos, primero con textos flechados hacia el interlocutor hasta su desaparición total posterior es sin duda uno de los sellos más característicos de las aventuras de Val, que poco a poco, aunque ya hubo un tímido intento anterior que ya comentamos, es quizá la pieza clave. Esto vendría acompañado de un coloreado también muy similar al empleado por Foster, que coincide con la eliminación del amarillo de la piel de los habitantes de Mongo, incluso la desaparición paulatina de los híbridos de humanos y bestias, que también hicimos mención anteriormente. Y para terminar, tenemos esa expresión facial, buscando también la introducción del humor en algunas escenas, de una forma muy similar a como lo hacía Foster. Obviamente, Raymond tuvo otras influencias y demuestra en esta serie ser un dibujante al que le gusta experimentar constantemente, lo que le lleva a una evolución casi continua, pero más allá de su talento natural, o el innegable mérito de los conceptos que planta y su influencia posterior en otras obras, la transformación de la tira bebe mucho de la obra de Foster, quizá por encima de otras influencias. La cuestión es si realmente lo hizo de manera libre, o realmente el éxito de Val propició que
King Feature Syndicate le indicase que debía dirigir la tira hacia esa dirección, al igual que le señalaron el personaje que querían que creara. Sea como sea, el resultado final, sobre todo en el apartado gráfico es magnífico, qué duda cabe.
Rafa Marín comenta a los aficionados que no nos quejemos del tamaño, que la edición original era incluso más grande, pero se le olvida decir que el periódico no se mantenía rígido durante la lectura, como sí ocurre cuando se le ponen tapas duras a los tebeos. Por no mencionar que un simple doblez por la mitad, el habitual de la prensa escrita, propiciaría que tuviese unas dimensiones más fáciles de encajar en las estanterías. Yo sigo pensando que este formato es un error y no es cómodo para leer, aunque debo reconocer que le estoy cogiendo el truco y este lo he leído con una mayor comodidad. La edición es muy bonita, y sirve para apreciar de forma detallada el magnífico arte de Raymond, pero tiene sus aspectos negativos también están muy presentes. Además, sigo detectando varias erratas en los textos, cuatro o cinco, no más, pero que resaltan demasiado cuando el fallo radica en la falta de una letra.
Volviendo a las historias, no solo me parece destacable el dibujo, la parcela donde más me gusta esta tira, incluida su narrativa, sino la fluidez que ofrecen estas aventuras para el disfrute de la lectura. Ciencia ficción y aventuras engarzadas plancha a plancha en una historia-río sin fin muy disfrutable y entretenida. El papel de la mujer, a caballo entre la damisela en apuros y la heroína con carácter, tendrá momentos de todo tipo, alternando esa figura típica y tópica de la época, con otra diferente y con mayor protagonismo, de manera que Flash Gordon también es rescatado de vez en cuando por Dale Arden. Un equilibrio realmente interesante en el papel de los protagonismos, bastante adelantado a su época. Por otro lado, y después de prácticamente cinco años de planchas, se comienza a observar una repetición de esquemas, no solo en las aventuras de Flash Gordon, sino también en la tira de Jim de la Jungla. La primera mitad del tomo se centra en la revolución de Flash contra el emperador Ming, líderada principalmente por este rubio terráqueo, pero que contará con todo tipo de aliados que se unirán a la facción rebelde. Un toma y daca de lo más entretenido que nos llevará a escenarios nuevos como las tierras subterráneas o a viejos entornos como los dominios de Barin, Arboria. Ahora ya Raymond busca descaradamente el nexo de unión con Robin Hood, algo que se pone de manifiesto en el capitán Sudin, que es la viva imagen del actor Errol Flyn. El principal problema, a mi modo de ver, es que si bien es cierto que las aventuras son muy dinámicas, la narrativa es fantástica y los diseños de escenarios y todos los elementos de la historia son fabulosos, al final, todo acaba reducido a un trasfondo continuo sobre la relación de Flash y Dale, que van rompiendo corazones allá por donde van. De hecho, todo el conflicto de Ming se inicia porque quiere tomar a dale como su esposa. Quizá como punto de partida, incluso como recurso ocasional puede valer, pero cuando el esquema se repite satura un poco; y el argumento se resiente un poco, comenzando a ampliarse la diferencia de calidad entre guion y dibujo. A pesar de que estemos hablando de tebeos de hace décadas, perfectamente disfrutables hoy en día, también tenemos ese tema recurrente, algo simplista y sin demasiada profundidad, que resta cierta calidad a una serie que poco a poco va quedando un poco por debajo de Príncipe Valiente, mucho más sólida en ese aspecto.
La segunda mitad del tomo recupera la aventura de Flash Gordon y sus amigos en Frigia, el reino más al norte de Mongo, que destaca por sus fríos escenarios y por su reina Fría. Allí vivirán todo tipo de peripecias contra los gigantes de la zona y un gigantesco monstruo que debe eliminar una expedición del reino, mientras la relación entre Flash y Dale sufre todo tipo de inclemencias debido a celos provocados y a la desconfianza de dale en ocasiones. Así surgen intrigas palaciegas, conspiraciones y todo tipo de situaciones que surgen de ese interés amoroso por Flash o Dale, dependiendo el caso. Curiosamente, a nivel argumental, a mí me ha parecido ver muchas similitudes con la historia en la que se presentaba el líder de los hombres halcón, que bien podrían ser sustituidos por los gigantes. Y después con la búsqueda de un reino para Flash, que vendría a ser una aventura similar a la de estos parajes helados. Una repetición de esquemas bastante evidente, al menos en este tipo de recopilaciones, quizás mucho mejor maquillada en una página semanal. No obstante, también hay que reconocer que la historia siempre sigue avanzando, mientras que en Jim de la Jungla llega a tener ocasiones en las que se frena durante varias planchas, sin un motivo aparente. Quizá es posible que tras casi cinco años ininterrumpidos, la falta de ideas pueda pasar factura, o también se establezca en una zona de confort argumentalmente, mientras Raymond se dedica a explorar en el aspecto visual.
Todo esto también se aplica a la historia protagonizada por Jim de la Jungla, que creo que cada vez es más evidente que estamos ante las bases sobre las que se asienta una futura creación de Raymond: Rip Kirby. Aunque mantiene su nexo de unión con la naturaleza y el cómic de aventuras, Jim se encuentra a caballo entre un detective privado y un aventurero, siempre acompañado de su fiel Kolu y Shangai Lil, que deja definitivamente su papel ambiguo para convertirse en su pareja de correrías, incluso quizá en su interés romántico, aunque el tema se quede un poco en el aire. De ese modo, tenemos varios casos de Jim en los que irá tras un pirata apodado el "Fantasma", intentará evitar que el asesino Karnak gobierne un grupo de islas de Malasia, o incluso vaya en busca de la esposa perdida de un cliente que asegura que su mujer tiene el mal de la jungla. Posiblemente donde he notado cierto descenso ha sido en la parte final, donde Jim deberá encontrar a un hombre que parece tener un negocio turbio en la isla de Nahia, lo que nos lleva muchas similitudes con una de las primeras aventuras del personaje contra unos traficantes. Y es que, como decía antes, la repetición de esquemas de aplica a ambas series, en algunas ocasiones.
Aunque haya podido destacar los aspectos más negativos, mi valoración de esta serie sigue siendo muy alta, sobre todo porque al hablar de historias realizadas hace ya más de 70 años, es complicado que no se resientan un poco. A pesar de ello, creo que el principal hándicap no es otro que el tratamiento de los personajes en ciertos aspectos, algo que si uno se pone ne situación no es muy difícil pasar por alto. No obstante, a no ser que en los dos tomos siguientes haya un cambio radical, sí creo que sin que haya que menospreciar la calidad de esta serie, está un poco por debajo de la obra de Foster, mucho más sólida y con un mejor trasfondo. También creo que la lectura se resiente un poco en este formato de dos historias en paralelo, que provoca que de alguna forma la menos interesante acabe pasando a un segundo plano. En este caso, la de Jim ha ido perdiendo fuerza, disminuyendo en muchas ocasiones el número de viñetas, y provocando que no avance su trama demasiado. Pero, bueno, también es interesante ver por primera vez como se publicó originalmente y replicar la experiencia en la lectura, que a veces supone todo un desafío. En definitiva, a pesar de sus defectillos, Flash Gordon sigue siendo un clásico imperecedero y una lectura altamente recomendable.