Spiderman: Omnigold 5: ¡Por Fin Desenmascarado! (1969-1971) Quinto tomo recopilatorio de las aventuras de Spiderman, tercero de la “etapa Romita”. Es un decir, porque el bueno de John no participa en todos los números ni mucho menos, pero se entiende.
El equipo creativo sigue siendo el mismo que el de la parte final del cuarto tomo. John Buscema y John Romita se van alternando y mezclando hasta prácticamente la mitad del volumen, con Jim Mooney ejerciendo las labores de entintador. Por supuesto, Stan Lee se encarga de todos los guiones.
El primer personaje con disfraz que se estrena en el presente volumen es el Merodeador. Un adolescente con problemas de autoestima sin ningún tipo de poder, pero muy habilidoso fabricándose diferentes artilugios con los que trepar por las paredes y disparar cargas de gas.
La historia termina con una demostración de humanidad por parte de Peter Parker, que descubre que tiene bastante en común con el chaval.
El Camaleón y un nuevo villano, el Canguro, son los siguientes nombres apuntados en la agenda del trepamuros. Villanos poco carismáticos que ponen música de fondo a la principal línea argumental: los problemas en la vida real de nuestro protagonista.
Primero un ataque de celos está a punto de echar al traste su relación con Gwen. Y luego Tía May se desmaya al sufrir un fuerte shock, todo por un patinazo un tanto irresponsable por parte de su sobrino. Su temor a que unos y otros sospechen de su identidad secreta…
Poco importa que el nivel de algunos villanos no pase de correcto. Los diálogos de Stan Lee fluyen de forma tan natural, y la narrativa de los dos John es tan mesurada y potente visualmente, que casi resulta imposible despegar nuestros ojos de estas páginas.
El nuevo enfrentamiento contra Electro es un magnífico ejemplo de lo que es una constante en esta colección. Es tan apasionante el propio enfrentamiento al villano como todo lo que hay detrás.
Es emoción a dos bandas. Por un lado, la acción y la integridad de Spidey en su pelea contra el villano. Y por otro, todo lo que vive el plantel de secundarios, en este caso todos los espectadores de un gran teatro en grave peligro por la irresponsabilidad de Jameson.
La primera gran línea argumental del presente volumen es la llamada saga del Maquinador. Un arco que nos muestra a un Kingpin algo más humano. De alguna forma no deja de ser un clásico retrato de mafioso, como muchas veces hemos apreciado en el cine, en que los capos del crimen disponen de sus propios seres queridos.
Un Kingpin que acaba mentalmente fuera de la realidad tras descubrir la verdadera identidad del Maquinador.
Mientras tenemos la importante aparición de la Viuda Negra, más por ser su primera aparición con el traje negro clásico, los problemas de Spiderman no paran de crecer.
Primero siente que el Capitán Stacy se está acercando demasiado y puede descubrir su identidad secreta. Luego, se siente mareado y débil como nunca se había sentido, aunque finalmente resultará ser una simple gripe. La fiebre y su inestabilidad mental lo llevan a presentarse en la fiesta de su novia confesando ser Spiderman. Ante la reacción de terror de Gwen.
Para arreglar el desaguisado le pide a Hobie Brown, el Merodeador, que le ayude a restablecer su identidad secreta disfrazándose de Spiderman. Un poco cogido por los pelos, puesto que la forma de agarrarse a los muros de uno y otro pijamero es notablemente diferente, pero no seamos quisquillosos.
Llega el momento de hacer historia. De Marvel, y del cómic de Superhéroes de siempre.En este punto llegamos a una de las sagas más brillantes de la historia de Spiderman, con el protagonismo del Doctor Octopus como mortal oponente.
La cosa empieza con una de las imágenes más impactantes de esa época, los tentáculos del Doctor Octopus abriéndose paso sólos, gracias al fuerte control mental que ejerce su propietario desde la cárcel.
A continuación, tenemos el secuestro del avión, que es toda una lección de cómo crear tensión en el espectador, de cómo van sumándose las diferentes piezas que protagonizan la escena.
Y finalmente las dos luchas entre Spiderman y Doc Ock. Un prodigio narrativo de una espectacularidad inigualable.
Y claro, lo más importante. El brillante y emotivo final: la muerte del Capitán Stacy, que además confiesa a Spiderman que sabe que es Peter Parker.
Una auténtica obra maestra del cómic superheroico en la que, por cierto, tenemos un cambio en la autoría gráfica. Gil Kane pasa a los lápices y Romita a las tintas, posiblemente dando como resultado la etapa de mayor perfección a nivel gráfico de la historia de Spiderman.
A partir de aquí, Stan Lee incorpora temática, situaciones y villanos más propios de la vida real de aquellos tiempos.
Por ejemplo, parte de los protagonistas acuden a manifestaciones de cariz ecológico y antibélico. Eran los primeros signos de la conciencia climática y del flower power.
Y todo seguido el arácnido debe enfrentarse a Sam Bullit, un aspirante a fiscal del estado. Una perla de hombre, corrupto, mafioso y racista, que utiliza a Gwen y a Spiderman para ganar las elecciones a fiscal.
Cuando parecía haber recuperado a Gwen, las cosas no pueden torcerse más para nuestro admirado héroe. La opinión pública lo responsabiliza del Capitán Stacy, y lo que es peor, la propia Gwen también hace lo propio. Hasta él mismo siente que si no fuera por Spiderman el Capitán seguiría vivo. Así que sólo le falta que Bullit le eche toda la ciudad encima.
Finalmente es Robbie Robertson, que convence a Jameson para que denuncie y hunda a Bullit. Un Jameson que en un principio era el principal impulsor del aspirante, gracias a su periódico.
Qué gran personaje es Robbie. Qué huevazos tiene cuando se enfrenta a Jonah, siendo el único a quien mister simpatía respeta.
John Romita vuelve a ser el dibujante a lápiz durante unos pocos números, esta vez entintado por Sal Buscema. Para pasar en el tramo final de nuevo el testigo a Gil Kane, aunque esta vez contando con las tintas de Frank Giacoia.
Todavía en la resaca de la muerte de George Stacy, el Merodeador vuelve a enfundarse su disfraz. Y lo hace motivado por haberse sentido utilizado por Spiderman en el supuesto asesinato del padre de Gwen. O eso es lo que cree también Hobie. Y lo cierto es que tiene todo el sentido.
Al mismo tiempo, Gwen se marcha a Londres desmotivada de su relación con Peter.
Las situaciones más terrenales siguen en la siguiente historia, ambientada en Londres tras haberse desplazado Peter a la capital británica en busca de Gwen. El propio Spiderman tiene que hacer frente a unos terroristas, hasta que Peter se da cuenta que no puede visitar a Gwen después de que Spiderman se haya dejado ver en Londres. Y no sólo eso, cuando le está entregando a Robertson las fotos hechas a Spiderman atrapando a los terroristas, piensa exactamente lo mismo, que el editor podría atar cabos. Para mí una inmejorable muestra del cuidado y precisión que tenía Stan Lee con la colección del trepamuros. No hay ningún agujero en el guion. En todo caso el agujero se encuentra en la memoria de Peter.
Llegamos a otro de los puntos culminantes del tomo y de la mismísima trayectoria del trepamuros. La trilogía de las drogas.
Son tres números famosos por ser los únicos que no fueron aprobados por el Comics Code, el sello que se muestra en portada. Pero el poderío de esta saga va más allá de este detalle. Estamos ante otra obra maestra del cómic americano.
Stan Lee entra sin ningún complejo en un tema tabú para una sociedad conservadora como la americana, la creciente adicción a las drogas entre los jóvenes. Y manda el mensaje de que las drogas afectan a todas las clases sociales, no sólo a las más necesitadas.
El arco supone el regreso del Duende Verde tras un número lleno de intriga, y la caída de su hijo Harry en la depresión y en las drogas.
El guion de esta línea argumental es la perfección, no hay nada fuera de lugar. Y la forma en que Spiderman recupera a Norman Osborn de su alter ego, situándolo delante de su hijo grave en una cama de hospital, es sobrecogedora.
Tras el regreso de Gwen de Londres, y rápidamente a los brazos de Peter, nuestro joven protagonista se da un respiro en el último número incluido. Todo parece irle bien y la felicidad vuelve a reinar en su alma.
Alguna vez también le tiene que tocar, pero mucho me temo que la felicidad no va a durar mucho…
Conclusión.Creo que hay un abismo entre la serie de Spiderman y muchas de las que editaba Marvel por aquel entonces. De hecho, durante esos años creo que Spiderman estaba bastante por encima del resto de colecciones. En mi opinión no hay ninguna que se le acercara.
Los guiones y diálogos de Stan Lee son inmejorables. Precisamente justo cuando su trabajo en las pocas series que le quedaban había bajado un mundo.
Y el trabajo gráfico, lo mismo. No se puede poner un solo pero a Romita, Buscema y Kane. Ni siquiera a los diferentes entintadores. Estamos ante un prodigio visual de la primera a la última página.
Imprescindible es poco.
Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-spiderman-omnigold-5-por-fin-desenmascarado-1969-1971/