He leído Grandes autores de Superman: Jeph Loeb y Tim Sale - Superman: Las cuatro estaciones.
Como suele suceder cuando se une este tándem creativo, surge de alguna forma la magia. Loeb, un autor capaz de auténticos engendros dentro del mundo del cómic, sobre todo en sus trabajos para Marvel, muestra la mejor faceta de sí mismo en una obra que va directa al corazón. Lo que en un principio podría parecer el enésimo origen del Hombre de Acero se convierte en algo mucho más interesante, utilizando los meses estacionarios como telón de fondo para el desarrollo de Clark; y de como Superman no deja de ser el propio Clark, que ha llevado su caracter gentil a todo el mundo, en consonancia con los poderes que va descubriendo a lo largo de su adolescencia. Y es que estamos ante una historia tremendamente humana, en la que el protagonista lleva a cabo un viaje de autoconocimiento y una búsqueda continua de su lugar en el mundo. Si bien es cierto que, debido en gran parte a su educación, desde su más tierna infancia tiene muy claro que quiere ayudar a los demás y poco a poco se dará cuenta que para ello debe salir de Smallville, no deja de ser alguien muy diferente que necesita encajar en un mundo que parece aceptarlo como un héroe, salvo excepciones como Luthor, que lo ve como un rival que le roba el protagonismo de una ciudad que él mismo ha ayudado a construir, Metropolis.
Pero más allá del profundo análisis humano al que somete Loeb al icono de la cultura pop, que me parece sumamente interesante, también cabría destacar la forma de acometer cada capítulo de la miniserie. Y es que cada número está narrado por uno de los secundarios habituales de la vida de Clark. Empezando por su propio padre, al que le cuesta asimilar no solo el crecimiento de su hijo, sino aquello en lo que parece estar destinado a convertirse, sobre todo por sentir las dudas lógicas que puede sentir un padre cualquiera sobre la educación de su hijo, sin necesidad de que tenga poderes que lo conviertan en la persona más poderosa del mundo. Después pasará el testigo a Lois Lane, la talentosa periodista que terminará irrumpiendo en la vida de Clark a distintos niveles, pero que observa los primeros pasos de Superman con fascinación y con ansia reporteril. A continuación llega el eterno villano, la némesis definitiva del Hombre de Acero, Lex Luthor, confabulador como pocos, capaz de cualquier cosa por quitar de en medio a alguien que solo supone un estorbo para sus planes, además de sentir una malsana envidia. Finalmente, en lo que podríamos considerar el cierre del círculo, regresa Lana Lang, que no solo es el primer amor de Clark, sino la única poseedora de su gran secreto y la que se acabará convirtiendo en su mejor amiga, aunque antes deberá superar y asimilar lo que descubrió tras la noche de su graduación.
Sin duda alguna, la humanidad es la clave para conectar con esta historia que, como decía al principio, va directa al corazón, buscando empatizar on el lector, algo que creo que consigue con creces. Loeb intenta enfatizar que el hombre más poderoso del mundo, más rápido que una bala y capaz de doblar el acero con sus manos desnudas es algo más que un superhéroe. En realidad es el chico que se crió en un pueblo de Kansas, viviendo en una granja y cultivando un sentimiento de bondad que le lleva a utilizar su gran poder en beneficio de los demás. de ese modo, ese chico de pueblo va madurando, llega ala gran ciudad y se convierte ne un reportero estrella, actividad que combina con su álter ego. Quizás muchos vean que en el fondo no es más que una historia contada mil veces, pero tanto los textos de Loeb como el magnífico dibujo de Sale son capaces de transmitir tantas emociones, que al final todo resulta en cierto modo novedoso y refrescante, quedando relegado el sentimiento de repetición. Posiblemente estemos ante uno de los mejores trabajos del guionista, al menos a mí me lo ha parecido, con una prosa especialmente inspirada. El trazo de Sale mantiene su estilo habitual, aunque me ha parecido que en esta miniserie deja de lado la simplicidad para trabajar en más profundidad los detalles. Hay una evidente inspiración en Norman Rockwell, sobre todo a nivel de escenas familiares, algo que los propios autores reconocen en sus dedicatorias iniciales. Pero es que hay escenas en las que parecen querer dejar meridianamente claro que Superman no solo es un icono, sino que forma parte del acerbo cultural de la sociedad americana, sobre todo al tener su origen y educación tan ligado a una familia humilde como los Kent, que no se puede negar que forman parte del arquetipo de familia norteamericana de campo. Desde esta perspectiva, incluso, se intenta fomentar ciertos valores, que están asociados intrínsecamente al personaje y que ayudan muy bien a crear esa empatía emocional que tan bien transmite esta historia.
Me ha gustado mucho esta miniserie, una de mis cuentas pendientes con el personaje, y que por fin he podido saldar; algo de lo que me alegro bastante. Más allá del importante componente emocional, me han gustado otros aspectos como la estructura de la historia, así como la caracterización de los personajes o la profundidad de alguna cuestiones que prácticamente podemos considerar la esencia de Superman, un personaje que puede resultar tan interesante como aburrido, dependiendo de quién y cómo lo escriban los autores. En esta ocasión, tenemos a un Loeb inspiradísimo, que busca explorar el lado más humano del icono, consiguiendo como resultado una delicia de tebeo, que por supuesto también destaca en su parte artística con un Tim Sale en muy buena forma.
Al final del tomo, se incluyen tres relatos de los mismos autores, que vieron la luz en diferentes publicaciones en años posteriores a la miniserie, pero que tienen el mismo espíritu y son un complemento perfecto. Quizá la que menos me convence es la del primer encuentro entre Bruce Wayne y Clark Kent, que creo haberla leído en otra parte hace relativamente poco tiempo. Por otro lado, tenemos la historia al completo de la cita de Clark y Lana, que surge a raíz de una pequeña foto ilustrada por Sale que podemos ver al principio del tomo. También continúa esa narración en off propia de la miniserie, lo cual me parece todo un acierto. Además, se incluye una enternecedora historia de un amigo de la infancia de Clark que acaba enfermo de cáncer. Por un momento me he acordado de que el hijo del autor también murió por una enfermedad similar, creo que fue la leucemia, no sé si tendrá alguna relación. Obviamente, la idea es resaltar la impotencia de alguien con grandes poderes contra una enfermedad que no tiene cura. La humanidad del personaje, un tema recurrente a lo largo de toda la obra y de lo que podríamos definir como pequeñas secuelas, manteniendo la concordancia con el relato original.
En definitiva, un tomo muy recomendable, que creo que se podría situar en una de esas lecturas de cabecera imprescindible para todo aquel que quiera acercarse al personaje, y cuya lectura puede acometerse en cualquier época del año. Si es que ya lo dice el propio título: For all Seasons...