He leído
Los Muertos Vivientes Nº 30.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Tengo que reconocer que me ha gustado el tomo, sobre todo a medida que avanzaba en su lectura, pero también debo admitir que me ha dejado sentimientos encontrados en algunos aspecto. La primera parte del recopilatorio es la que menos interés me ha suscitado. No sé, creo que es de las pocas veces en las que he sentido que Kirkman repite esquema, como si todo el argumento girase en torno a descubrir una comunidad tras otra, reciclando ideas y conceptos. Si bien es cierto que realmente eso es lo que se ha podido ver en muchos tramos de la serie, no es hasta este volumen cuando como lector he tenido la sensación de que el concepto mostraba síntomas de agotamiento. Después se ha ido desarrollando un poco y me ha resultado mucho más interesante, acelerando el interés en la fase final. Por otra parte, también me he dado cuenta que los personajes han dejado de ser una pieza clave en las trama, quedando la mayoría de las ocasiones en un segundo plano. He leído en varias ocasiones a
adam afirmar que los personajes ya no le interesan tanto como al principio, y quizá esta sea una de las causas. En este tomo, por ejemplo, tenemos un argumento central basado en el encuentro entre las dos comunidades y ahí es donde radica prácticamente toda la atención. Las escenas con Maggie u otros personajes, buscando la cotidianidad de la vida en este mundo postapolalíptico han perdido todo su interés. La nueva relación de Maggie, cocinada a fuego lento, es de lo más insustancial. Y no solo eso, todo lo que no tenga que ver con lo que en definitiva no deja de ser la restauración de la sociedad que conocemos parece más un relleno y un estorbo que algo que sirva para enriquecer a la serie. Bajo mi percepción, uno de los aspectos más importantes del título, la evolución de los diferentes personajes con cierto tono coral, se está diluyendo cada vez más.
No obstante, y aunque esa pérdida de interés creo que es importante en muchos aspectos, hay otra faceta de la serie que sí me ha parecido interesante en este tomo. Para empezar, creo que encontrarnos con una comunidad mayor que la de Rick nos hace abrir fronteras, poniendo de manifiesto que hasta el momento habíamos visto este mundo desde un punto de vista muy localista, por así decirlo. Realmente hasta el momento hemos vivido las peripecias de un grupo que parecía estar formando parte de la génesis de una nueva sociedad, cuando realmente son una pequeña parte muy pequeña del mundo, donde pueden estar sucediendo muchas cosas. La aparición de la Commonwealth sirve para eso, y quizá también para exponer lo ilimitado que podría resultar explorar el mundo si ampliamos la limitación geográfica. Por otra parte, y para mí la más interesante, esta comunidad nos devuelve un poco al mundo tal y como era antes de los muertos vivientes, lo que nos lleva a una interesante reflexión. Es decir, toda la serie se lleva anhelando la restauración de la sociedad, pero es evidente que le mundo no es perfecto, por lo que Kirkman pretende dejarnos la cuestión en el aire. ¿Realmente queremos restaurar ese mundo que conocíamos? De hecho, ¿si tuviésemos las oportunidad de empezar de nuevo, no querríamos enmendar algunos errores de la sociedad? En este caso, el autor se centra en la diferencia de clases, regresando a un mundo en el que la igualdad no es una de sus principales características, si no todo lo contrario. Y esto para mí es quizá lo que abre un nuevo abanico de posibilidades interesante en sta serie. La génesis de un nuevo mundo que se construye con los cimientos de la igualdad o si, por el contrario, restaura el orden mundial que previo a la catástrofe, diferenciando a los ricos de los pobres. Una situación muy interesante que tengo curiosidad de ver como la resuelve Kirkman.
La única subtrama que ha tenido un desarrollo mínimamente cuidad la ha protagonizado Michonne
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No deja de ser una escena muy emotiva, pero al contrario que con hechos mucho más recientes, a mí no me ha transmitido tal cosa. No sé, creo que es una situación que obedece a un solo objetivo: dividir al grupo de Rick. Es decir, en otras circunstancias, el planteamiento de una sociedad dividida por clases no sería aceptado por ninguno, actuando como un bloque. Michonne se convierte en el punto discordante y lo que a la larga puede tener sus repercusiones. Sin embargo, coincido en que no está muy bien llevado el tema. Más allá de la credibilidad que pueda ofrecer, a mí es una situación que no me ha transmitido gran cosa, y eso es algo que nunca suele faltar en esa serie: la emoción. No obstante, Kirkman es capaz de presentarte a un niño mimado que conoces de dos viñetas, pero estoy seguro que prácticamente todos los lectores ya lo odian o les cae tan mal como pretende según e papel que representa. Para mí, ahí radica la diferencia, si el guionista no consigue conectar con los lectores de alguna forma, es que algo no está del todo bien. Sobre todo en una serie que siempre está tan ligada al sentimiento humano y la emotividad.
Desde luego, no puedo decir que me haya aburrido, al menos no de forma plena, pero mientras algunos hablan de aumento de calidad, yo por una vez veo algo diferente. Me gusta la serie, le leo con muchas ganas, y tras finalizar el tomo tengo mucha curiosidad por ver como se van a desarrollar los acontecimientos y que va a ofrecer esta nueva situación, pero creo que es de las pocas veces que he tenido sentimientos encontrados en la lectura. De hecho, cuando lo leía, pensaba que esto sería un buen momento para iniciar el principio del fin, sobre todo al presentar lo que parecen ser las bases de una nueva sociedad que se reconstruye a sí misma. Quizá estemos ante un nuevo orden mundial y el final de los zombis, ¿quién sabe? Sea como sea, y a pesar de sus defectos, Kirkman sigue escribiendo una de las mejores series actuales, aunque ya no nos emocione como antes.