Por último, cada uno es muy libre de coger cabreos y enfadarse porque suben los precios, desde luego. Lo que trataba de trasmitir es que los cabreos, disgustos, enfados, o similares que cada uno experimenta al único que le afectan es a él. Es decir, si yo mañana me cabreo porque ocurre cierta cosa, eso no va a cambiar lo que ya ha ocurrido. Ese cabreo no va a cambiar nada. Desde luego puedo compartir ese cabreo con otras personas, y si ellas opinan igual nos reforzaremos unos a otros esa sensación de injusticia que ha dado lugar a ese cabreo. Pero nada cambiará. Si no se está de acuerdo con una subida de precios, la forma de expresarlo para conseguir que eso cambie es que baje el consumo de artículo, y lo único que está en la mano de cada uno es no comprar ese producto. El cabreo no va a cambiar nada.
Estoy totalmente en desacuerdo. El cabreo puede ser el iniciador de la acción. Compartirlo y encontrar a otros que también lo experimenten es una forma fantástica de iniciar una acción colectiva. Y las acciones colectivas cambian cosas.
Iba a escribir exactamente esto.
Un individuo por supuesto que no puede cambiar nada (a veces sí, eh). Pero muchos opinando lo mismo, organizándose y armando bulla, sí pueden.
Desde, no sé, el sufragio femenino, que no se consiguió por apretar los puñitos muy fuerte cada una en su casa o resignarse porque no está en tu mano como individuo, a, yo qué sé, que el Milan no fiche de entrenador a Lopetegui porque los ultras no lo quieren en el equipo.
Pretender simplemente conformarse con todo porque gestionas tu frustración de puta madre, pues te puede llevar a una enorme cantidad de paz de espíritu. Te tomarán por el pito del sereno siempre, pero tendrás una gran paz interna.