5,5 Las dos Torres: Los problemas que se intuían en la primera parte se acentúan en ésta. La narración no es ya que avance a golpes, sino que directamente se puede encorsetar la película en capítulos. Por un lado la búsqueda de los hobbits por parte de los restantes miembros de la Comunidad del Anillo me recuerda poderosamente a “La venganza de Ulzana” y deja algún buen momento pero creo que Jackson se empantana con panóramicas y vistas aéreas en lugar de currarse la épica a ras de suelo.
Por otro, el destino de Frodo y Sam, narración reiterativa, monótona y pesada tan solo aliviada por la introducción del personaje más interesante y estimulante de la trilogía: La criatura Gollum. Lo cierto es que la recreación es todo un prodigio y Andy Serkis merece todos los elogios del mundo pero… no siempre funciona. Las escenas de la lucha interior de Gollum-Sméagol son demasiado ridículas y creo que aparece demasiado en pantalla. Es el error de Jackson y de la trilogía. Lo que en la primera interesa por novedoso e intrigante aquí sacia y en la tercera empalaga y empacha. Tiene gracia ver a un Troll de las cavernas haciéndoselo pasar mal a los héroes pero me aburre ver una batalla larguísima filmada sin ninguna pericia entre monigotes hechos a ordenador y monigotes hechos a ordenador.
El plato fuerte de "Las dos Torres", la batalla en El Abismo de Helm, está lastrado también por estos defectos. Veamos, lo que funciona en la novela no tiene porque hacerlo en la pantalla y la apuesta que se traen Gimli y Legolas es lamentable, no hay forma de plasmar eso dignamente en una película, pero en lugar de optar por su eliminación inmediata, se potencia hasta el absurdo. Por otra parte, hay concesiones imperdonables al comercialismo más burdo como Legolas haciendo surf con un escudo o el grotesco acento ruso de Gimli (en la versión doblada, al menos).
Como Peter Jackson no sabe rodar acción (para cargas a caballos, ver “Murieron con las botas puestas” de 1941, para ver el acecho a una fortaleza por superiores fuerzas enemigos, ver “El señor de la guerra” de 1965, para ver combates a espada emocionantes contra monstruos ver “El guerrero número 13”, para ver espada y brujería en un mundo medieval ver “Excalibur”; y así hasta el infinito con películas hechas con cuatro duros pero con mucho más talento) se limita a llenarlo todo de ruidos, confusión, efectos especiales a mansalva y acumulación. Más y más enemigos. Más y más minutaje. Pero la emoción rara vez se consigue por acumulación y así como la mayoría del rock progresivo es un absoluto aburrimiento, Jackson se despeña por el abismo de la insustancialidad y la irrelevancia.
A ver, es evidente que el héroe no va a morir. Pero por lo menos que parezca estar en peligro. Eso se conseguía en la primera película, más o menos. Cuando 4 luchan contra 50.000 y se los sacan de encima de 6 en 6 con un par de espadazos resulta evidente que algo falla. Falla la tensión, el suspense, no me implico con lo que estoy viendo porque no me resulta formalmente atractivo.
Otra oportunidad desperdiciada es la de Rohan. Creo que incluso en la versión de Cenicienta de Disney se presenta un reino embrujado y decadente con más audacia que aquí. Sólo el gran actor Brad Douriff (Grima) aporta el veneno y la putrefacción que esta situación reclama.
Por supuesto, más minutos que en la anterior, para que no nos quedemos con ganas. Con todo lo que he dicho, me parece medianamente atractiva y una digna película de acción (no así de aventuras).
4.0 El retorno del rey. No me apetece explayarme demasiado en ésta, por motivos obvios. Sólo decir que a los momentos ridículos que continúan de la anterior, se suman nuevas escenas que harían sonrojarse a cualquiera: Los cantos de uno de los Hobbits en la corte de Gondor (el pequeño ruiseñor), el ¿asesinato? del menescal de Gondor a manos de Gandalf el Blanco, la estupidez de la muerte del Rey Brujo (-¡Yo soy una mujer!)… bueno, todo bastante patético, chabacano y decadente. Las escasas virtudes de la anterior se esfuman ya casi del todo en ésta, sólo recuerdo agradablemente la ciudadela de Gondor, magnífico diseño pobremente utilizado.
Llegados a este punto todo lo bueno que se intuía en la primera parte, lo que se sugiere, el misterio, la sencillez, el suspense, las historias pequeñas de personajes interesantes… Todo ha sido arrasado por un ejercicio mastodóntico y burdo de cine hortera y ruidoso, con todas las concesiones posibles a la comercialidad más burda y ávida de palomitas y de estupidez filotolkieniana. La película es un empacho continuo, es la pizza que Peter Jackson se comió anteayer y que vomita en unas interminables tres horas y media. Se trata de un suplicio indecente, de unas batallas pesadísimas, rodadas sin ningún tipo de personalidad ni de tensión, ni de talento, de unos personajes que ya no pueden importarme menos, de un final alargado hasta lo grotesco, de una dinosáurica despedida totalmente exagerada y escandalosamente torpe. Nada sorprende si estamos hablando del director que hizo que odiáramos a “King Kong”. Peter Jackson pretende ser Steven Spielberg, pero le falta todo su talento y le sobra todo su amor al dinero. No hay tensión, no hay alma, es toda la película un potaje indigerible de efectos especiales y mediocres batallitas.
(continúa)