Día 305: The (Uncanny) X-Men vol. 1 #132. Abril de 1980
Banda sonora: corría el año 1980 cuando unos jovencitos U2 sacaban el single de "I Will Follow." Sí, yo seguiré a Claremont por muchos años. ¿Y tú?
https://www.youtube.com/watch?v=-sLzV00gNUo
Créditos: Chris Claremont (argumento, guion); John Byrne (argumento, dibujo); Terry Austin (tinta); Tom Orzechowski (rotulación); Glynis Wein (color).
Portada de John Byrne, Terry Austin y Gaspar Saladino.
Estamos en pleno vuelo del Fénix Oscuro, sobrevolando el que posiblemente sea el cénit de la Patrulla de Claremont.
Después del rescate de la Patrulla-X en Chicago, Cíclope piensa que la Mansión Xavier ya no es segura. Sus captores sabían demasiado de sus poderes y de sus dinámicas de combate. Intuyendo que la Escuela puede estar comprometida, acuden al casoplón de Ángel en Nuevo México.
Atentos al modo de saludarse que tienen Jean y Warren. Se plantan un piquito mientras Candy bromea en plan "estos chicos, como son, dándose el lote, qué divertido" 😅 Yo intento ser flexible abierto de mente, pero ¿este saludo lo veis normal? Scott debe de estar acostumbrado.
Últimamente parece que todo el mundo morrea a su novia, entre Jason y Warren. Me encanta que todo esto sea tan civilizado en plenos 80. Pero no perdamos el hilo: Scott no se fía ni de los presentes, así que le pide a Warren hablar en un sitio privado los dos solos. Por no fiarse, no se fía de Xavier. La decisión de venir a ver a Warren ha sido exclusiva de Scott. Ángel se lleva a Cíclope volando a tomar por saco el desierto de Nuevo México, y allí, este le pone al día de lo sucedido. Resulta que Warren es miembro del Club Fuego Infernal.
No se prodiga mucho por sus veladas, ya que solo ha ido una vez con Candy. Esta será una baza que pronto jugarán los mutantes. Scott está confesando a Warren sus preocupaciones sobre la deriva oscura de Jean, cuando esta aparece en escena. ¿Estaba escuchando con su mente? Las apariciones de Jean son cada vez más inquietantes.
Warren, que tampoco es tonto el niño, ve que Jean quiere estar a solas con Scott, así que se marcha. Y atención, meine Damen un Herren, porque aquí tiene lugar una de las mejores escenas románticas y llenas de significado de la historia de la Patrulla: el famosos picnic desértico.
Scott sigue preocupado por los niveles de poder de su amada. Y esta demuestra cómo ha crecido su telequinesis al levantar el visor de Cíclope y contener sus rayos ópticos. Jean quiere ver los ojos de su novio y él se atreve a abrirlos. El resto de la velada se intuye ¿verdad?
Suponemos que esta es la primera vez que la parejita "consuma" su amor. No sabemos si en el cinturón de Scott había algún profiláctico, o fue a pelo, o Jean creo un condón telequinético. U otras cosas. Ahorrémenos detalles de poco gusto, ya que romperíamos la magia de este momento romántico sin precedentes.
Una semana ha pasado de este bonito encuentro. La Patrulla ha vuelto a NY, pero, desde la casa de Warren, ha ideado un plan para infiltrarse en el Club Fuego Infernal. Rondador y Lobezno se colarán por las alcantarillas.
l agua está subiendo de nivel en los túneles del subsuelo y Logan, intuyendo que puede ser de utilidad, se carga los protectores del cableado para que, cuando el agua suba de nivel, alcance los cables pelados y se produzca un apagón en la Mansión infernal de la 5ª Avenida. Eso es ser previsor.
Pero esta es solo una parte del plan. En realidad, el grueso de mutantes está entrando por la puerta principal como invitados, pasando desapercibidos. Consiguen estar en la lista de invitados gracias a la influencia de Warren que, como sabíamos, es miembro del selecto Club.
Como podemos percibir, Claremont quiere transmitir claramente la idea de que Xavier está completamente fuera de juego y descolocado. No tiene enlace con sus pupilos y discrepa abiertamente de un plan que ha sido diseñado fundamentalmente por su discípulo más querido: Scott.
Ororo y Piotr no han tenido problemas para pasar control, pero Scott y Jean son reconocidos desde los monitores por un tal Donald Pierce, quien hace su primera aparición en este número. Estamos reviviendo la Historia Sagrada de los mutantes.
Sebastian Shaw no contaba con ser atacados en su propio terreno, pero acaba complaciéndole pronto este curso de acontecimientos. Insta a Wyngrade, que tanto ha vacilado de que tenía a Jean comiendo de la palma de su mano, a que demuestre que tiene controlada a la chica.
Que por cierto, en las viñetas anteriores acabamos de ver otra primera aparición: la de Harry Leland. Poco a poco se va desvelando lo más granado del círculo interno del Club Fuego Infernal, al que dentro de poco veremos en acción. Jason Wyngarde se pone en marcha y le pide un baile a Jean. Digo "pedir" por decir algo, porque prácticamente se la arrebata a Scott de sus brazos. Pronto, Jean experimenta otra "regresión al pasado". Pero esta vez Scott ya suma la línea de puntos: Wyngarde está detrás de todo.
Cuando Jason pretende llevarse a Jean escaleras arriba, Scott intenta impedirlo, y justo entonces ve a Wyngarde como quien de verdad es: Mente Maestra. De poco le valdrá semejante hallazgo. Jean no le hace ni puñetero caso. Está obviamente controlada mentalmente por Jason. Aquí hay un detalle curioso y es que se recuerda que, en el final del número 130, cuando Scott abandonaba NY en coche para rescatar a Kitty en Chicago, se cruzó con Wyngarde. Pues bien, no nos dimos cuenta, en su momento, de que la sombra que proyectaba Jason era la de Mente Maestra: magnífico detalle premonitorio.
Hasta tal punto está controlada Jean por Mente Maestra, que es la propia Grey, reapareciendo con los trapitos de la Reina Negra, la que deja fuera de combate a su novio con una potente descarga de fuerza psiónica. El Club Fuego Infernal quiere vivos a los prisioneros. Solo eso parece haber impedido que le mate.
Ororo y Pete han oído el grito de Scott. La charada parece haberse descubierto, así que adoptan sus uniformes de combate para acudir al lugar del grito. Pero Shaw les corta el paso y descubrimos cómo usa su poder: absorbiendo energía y devolviéndola con efectos devastadores.
Cuanto más fuerte le pegan, más energía acumula y, por tanto, con más contundencia responde a los ataques de los adversarios. Es una pelea que el fortachón de Coloso no puede ganar. No contra este oponente. Tormenta intenta despistar a Shaw provocando una niebla para huir.
Debe avisar al resto de los sucesos que están ocurriendo en el infernal club. Pero el resto ya está teniendo sus propios problemas. Lobezno y Rondador, quienes ya han accedido desde el suelo a la Mansión, se encuentran con Donald Pierce. Para su sorpresa, demuestra ser un cíborg, al que las garras de Lobezno no le hace gran cosa, más allá de dejar al descubierto la prótesis metálica de su brazo.
Y Pierce no está solo. Es apoyado por Harry Leland, un mutante del que descubrimos su ingenioso poder: aumentar la masa de sus objetos o personas hasta que, como ocurre con Lobezno, este acaba destrozando el suelo y precipitándose a las aguas, hacia una aparente muerte segura.
Rondador cae agarrotado por la presa de Pierce en su cuello. Y Tormenta la pobre nuestra tiene poco éxito en su huida. Finalmente, es alcanzada otra vez por Shaw, quien la noquea violentamente. El partido va realmente mal para los buenos. Curiosa la estética de Shaw, cuya vestimenta me recuerda bastante a la de Puño de Hierro.
El círculo interno del Club celebra su victoria a su estilo, con su lucha de egos y sus peleas intestinas por el poder. Pero, de momento, sus pullas no evitan un brindis por la nueva Reina Negra. Los mutantes están rendidos y Lobezno se ha ahogado. ¿Ha acabado el partido?
¡Pues no, querida audiencia! Todavia hay partido. Porque, como ya suponíamos, Lobezno no es tan fácil de matar. Concentrémonos en contemplar, admirados, otra de las viñetas más celebres de la Historia de Marvel Cómics: ¡¡ahora habéis cabreado a Lobezno, mamones!!
A ver ¿qué se puede decir? ¿qué se puede añadir a esta maravilla del noveno arte? Pues que es un verdadero placer revisitar estas viñetas, de las que nunca, nunca, me canso. Y si es la primera vez que leéis esto conmmigo, sabed que os tengo envidia.