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Panini / Re:Clásicos Revisitados: Club de Lectura de la Biblioteca Marvel
« Último mensaje por Marvel Zuvembie en Hoy a las 09:57:45 »Pues termino ya con la Saga del Planeador Maestro para comentar los Amazing #32 y #33 de la BM Spiderman nº 7, que me han encantado y posiblemente sean los mejores de la colección hasta ahora (lo cuál es decir mucho), casi al nivel de la Trilogía de Galactus:
¡UN HOMBRE FURIOSO!
- Nada más iniciarse el episodio sabemos que el Planeador Maestro es en realidad el Doctor Octopus, visto por última vez en el Amazing Spider-Man Annual #1, donde resultó capturado (no se nos explica cómo es posible que esté en libertad). Resulta curioso cómo, después de haber ocultado celosamente la identidad del villano en el episodio anterior, ésta se nos desvela ahora a primeras de cambio sin necesidad de una "revelación impactante" ni nada. Comentar también que Doc Ock presenta aquí la que será su imagen más icónica utilizada hasta finales de los 80: unas "gafas especiales" más adecuadas para pelear; un mono verde, acompañado de botas y guantes color calabaza, más ajustado al cuerpo; un aspecto más estilizado (aunque dependerá mucho del estilo de cada dibujante)...
- A la tensión de tener a su tía muy enferma y haber comenzado las clases en la Universidad, tenemos que Betty Brant se resiste a romper del todo su relación con Peter y le presiona para que intenten arreglar las cosas (a pesar de que Peter sabe que no tiene posibilidades con ella sin comprometer su secreto), todo ello mientras un moscón Ned Leeds revolotea cerca para poner más de los nervios al protagonista. Se va construyendo así poco a poco una atmósfera de tensión que tiene al pobre Peter a punto de estallar.
- Por si fuera poco, los doctores determinan que Tía May se encuentra en peligro de muerte por algún tipo de elemento radiactivo presente en su sangre (sin duda, tal y como sospecha Peter, por la transfusión que le dio de su propia sangre en el Amazing #10). El hecho de que May se haya encontrado bien durante meses después de esa transfusión es coherente con el "Síndrome de Irradiación Aguda", donde se sabe que un paciente que haya sufrido exposición masiva a radiación puede tener mejorías que abarcan días, semanas o incluso meses, antes de sucumbir definitivamente al envenenamiento radiactivo. De todos modos, resulta sorprendente ver que Steve Ditko recupera un subargumento antiquísimo, de los primeros tiempos de la colección, para construir una nueva trama. Esto, y la recuperación constante de personajes secundarios aquí y allá, demuestran que Ditko se repasaba escrupulosamente los números anteriores en busca de ideas para nuevos argumentos con un uso casi perfecto de la continuidad.
- Peter recuerda que el Doctor Curt Connors, visto por última vez en el Amazing #6, es un experto en bioquímica y decide pedirle ayuda tras saber que se ha mudado desde Florida a New York. Para ello Spidey roba del hospital una muestra de sangre de Tía May y se la lleva al Dr. Connors, que determina que solo un suero experimental llamado ISO-36 podría curarla del envenenamiento radiactivo. Inmediatamente Peter empeña todo lo que tiene de valor (incluyendo el microscopio que le regaló Tío Ben, otro detalle del pasado recuperado) para que el Connors pueda encargar ese carísimo suero, el cuál nada más llegar a New York es robado por los esbirros del Doctor Octopus.
- A partir de ese momento, Spider-Man entra en desesperación y empieza una frenética búsqueda de la Banda del Planeador Maestro para intentar recuperar el suero robado. Primero contacta con Frederick Foswell para que use sus contactos criminales en intentar localizarlos (esta escena hubiera quedado mucho mejor si hubiera sido Foswell directamente, y no su identidad secreta de Parche, el que le puso en la pista sobre la banda en el episodio anterior). Sin embargo, es el mismo Spidey el que termina encontrando la guarida de los villanos a base de rastrear las antiguas guaridas criminales que desmanteló en números anteriores (la verdad es que han sido numerosas: la del Gran Hombre, la de Lucky Lobo, la del Hombre de Arena y Los Forzadores, la del Señor del Crimen...; resulta coherente que, una vez una banda criminal resulta capturada, sea otra la que ocupa poco después su base abandonada).
- Spidey, tras hacer demostraciones de fuerza descomunales, esquiva a los matones del Planeador Maestro y penetra en un túnel que conecta la guarida de sus hombres con la base submarina bajo el río. Allí le espera escondido el Doctor Octopus, que ha colocado el ISO-36 a modo de cebo para atraerle hacia una trampa; sin embargo, el villano pronto se ve desbordado por la ferocidad con la que pelea Spider-Man fruto de la desesperación. Tras una breve lucha, la pesada maquinaria que había en el techo cae sobre ambos contendientes, quedando Peter atrapado a apenas unos metros del suero bajo toneladas de escombros mientras el lugar amenaza con inundarse.
¡EL CAPÍTULO FINAL!
- Tras una angustiosa escena donde Peter no hace más que recordar que Tío Ben ya murió por su culpa y ahora está a punto de hacerlo Tía May, el héroe realiza un esfuerzo titánico para poder levantar la maquinaria que le aprisiona, en una sucesión de angustiosas viñetas donde casi duele al lector ver el padecimiento que sufre hasta la liberación. De los momentos más épicos del personaje.
- Del Doctor Octopus no hay ni rastro, por lo que obviamente se ha fugado tras ver su base y sus experimentos destruidos. Una vez cogido el suero, el techo se derrumba definitivamente y toneladas de agua del río entran en el lugar arrastrando a Peter por el túnel de vuelta a la guarida inicial. Allí le espera la Banda del Planeador Maestro, con la que tiene que lidiar un Spider-Man a punto de desfallecer: tiene una pierna herida, magulladuras por todo el cuerpo, está al borde de la extenuación... y sin embargo, en un esfuerzo final consigue dejar KO a la banda completa. Una curiosidad es que, aunque le hubiera facilitado aquí mucho las cosas, Peter no hace uso de sus telarañas en todo el episodio y desde el final del número anterior, siendo mi impresión de que agotó el fluido al intentar mover la maquinaria que iba a aplastarle pero Stan Lee olvidó explicitarlo en los diálogos.
- Spidey consigue llevar el ISO-36 al Doctor Connors justo a tiempo para elaborar una cura. Seguidamente decide probarla en su propia sangre, una escena que me parece un pequeño error porque se supone que ya tenían una muestra de la sangre de Tía May robada del hospital en el episodio anterior. La cura aparentemente funciona, aunque Connors advierte a Spider-Man que la edad y el estado físico del paciente pueden influir mucho en su recuperación.
- Mientras los doctores luchan para salvar a Tía May con la ayuda del suero que les ha traído Spider-Man, este aprovecha para regresar a la guarida del Planeador Maestro a tomar fotos y darle la exclusiva a Frederick Foswell en agradecimiento. Gracias a haber malvendido las fotos a Jameson, Peter podrá desempeñar su material científico (incluyendo ese microscopio que tiene valor sentimental para él) y pagar las facturas del hospital, donde una May Parker comienza a recuperarse.
Dos cosas destacan sobre manera en esta historia: cuando parecía que la serie entraba en un esquema repetitivo, Ditko se saca de la manga un argumento novedoso: una carrera contrarreloj para obtener algo que puede salvar a la Tía May, basado en un pequeño detalle de un número muy anterior; por otro lado, es destacable cómo se narra la manera en que la tensión psicológica y la desesperación se van acumulando en el protagonista hasta que se produce un desenlace épico. Obra maestra, con unos textos inspiradísimos por parte de Stan Lee.
¡UN HOMBRE FURIOSO!
- Nada más iniciarse el episodio sabemos que el Planeador Maestro es en realidad el Doctor Octopus, visto por última vez en el Amazing Spider-Man Annual #1, donde resultó capturado (no se nos explica cómo es posible que esté en libertad). Resulta curioso cómo, después de haber ocultado celosamente la identidad del villano en el episodio anterior, ésta se nos desvela ahora a primeras de cambio sin necesidad de una "revelación impactante" ni nada. Comentar también que Doc Ock presenta aquí la que será su imagen más icónica utilizada hasta finales de los 80: unas "gafas especiales" más adecuadas para pelear; un mono verde, acompañado de botas y guantes color calabaza, más ajustado al cuerpo; un aspecto más estilizado (aunque dependerá mucho del estilo de cada dibujante)...
- A la tensión de tener a su tía muy enferma y haber comenzado las clases en la Universidad, tenemos que Betty Brant se resiste a romper del todo su relación con Peter y le presiona para que intenten arreglar las cosas (a pesar de que Peter sabe que no tiene posibilidades con ella sin comprometer su secreto), todo ello mientras un moscón Ned Leeds revolotea cerca para poner más de los nervios al protagonista. Se va construyendo así poco a poco una atmósfera de tensión que tiene al pobre Peter a punto de estallar.
- Por si fuera poco, los doctores determinan que Tía May se encuentra en peligro de muerte por algún tipo de elemento radiactivo presente en su sangre (sin duda, tal y como sospecha Peter, por la transfusión que le dio de su propia sangre en el Amazing #10). El hecho de que May se haya encontrado bien durante meses después de esa transfusión es coherente con el "Síndrome de Irradiación Aguda", donde se sabe que un paciente que haya sufrido exposición masiva a radiación puede tener mejorías que abarcan días, semanas o incluso meses, antes de sucumbir definitivamente al envenenamiento radiactivo. De todos modos, resulta sorprendente ver que Steve Ditko recupera un subargumento antiquísimo, de los primeros tiempos de la colección, para construir una nueva trama. Esto, y la recuperación constante de personajes secundarios aquí y allá, demuestran que Ditko se repasaba escrupulosamente los números anteriores en busca de ideas para nuevos argumentos con un uso casi perfecto de la continuidad.
- Peter recuerda que el Doctor Curt Connors, visto por última vez en el Amazing #6, es un experto en bioquímica y decide pedirle ayuda tras saber que se ha mudado desde Florida a New York. Para ello Spidey roba del hospital una muestra de sangre de Tía May y se la lleva al Dr. Connors, que determina que solo un suero experimental llamado ISO-36 podría curarla del envenenamiento radiactivo. Inmediatamente Peter empeña todo lo que tiene de valor (incluyendo el microscopio que le regaló Tío Ben, otro detalle del pasado recuperado) para que el Connors pueda encargar ese carísimo suero, el cuál nada más llegar a New York es robado por los esbirros del Doctor Octopus.
- A partir de ese momento, Spider-Man entra en desesperación y empieza una frenética búsqueda de la Banda del Planeador Maestro para intentar recuperar el suero robado. Primero contacta con Frederick Foswell para que use sus contactos criminales en intentar localizarlos (esta escena hubiera quedado mucho mejor si hubiera sido Foswell directamente, y no su identidad secreta de Parche, el que le puso en la pista sobre la banda en el episodio anterior). Sin embargo, es el mismo Spidey el que termina encontrando la guarida de los villanos a base de rastrear las antiguas guaridas criminales que desmanteló en números anteriores (la verdad es que han sido numerosas: la del Gran Hombre, la de Lucky Lobo, la del Hombre de Arena y Los Forzadores, la del Señor del Crimen...; resulta coherente que, una vez una banda criminal resulta capturada, sea otra la que ocupa poco después su base abandonada).
- Spidey, tras hacer demostraciones de fuerza descomunales, esquiva a los matones del Planeador Maestro y penetra en un túnel que conecta la guarida de sus hombres con la base submarina bajo el río. Allí le espera escondido el Doctor Octopus, que ha colocado el ISO-36 a modo de cebo para atraerle hacia una trampa; sin embargo, el villano pronto se ve desbordado por la ferocidad con la que pelea Spider-Man fruto de la desesperación. Tras una breve lucha, la pesada maquinaria que había en el techo cae sobre ambos contendientes, quedando Peter atrapado a apenas unos metros del suero bajo toneladas de escombros mientras el lugar amenaza con inundarse.
¡EL CAPÍTULO FINAL!
- Tras una angustiosa escena donde Peter no hace más que recordar que Tío Ben ya murió por su culpa y ahora está a punto de hacerlo Tía May, el héroe realiza un esfuerzo titánico para poder levantar la maquinaria que le aprisiona, en una sucesión de angustiosas viñetas donde casi duele al lector ver el padecimiento que sufre hasta la liberación. De los momentos más épicos del personaje.
- Del Doctor Octopus no hay ni rastro, por lo que obviamente se ha fugado tras ver su base y sus experimentos destruidos. Una vez cogido el suero, el techo se derrumba definitivamente y toneladas de agua del río entran en el lugar arrastrando a Peter por el túnel de vuelta a la guarida inicial. Allí le espera la Banda del Planeador Maestro, con la que tiene que lidiar un Spider-Man a punto de desfallecer: tiene una pierna herida, magulladuras por todo el cuerpo, está al borde de la extenuación... y sin embargo, en un esfuerzo final consigue dejar KO a la banda completa. Una curiosidad es que, aunque le hubiera facilitado aquí mucho las cosas, Peter no hace uso de sus telarañas en todo el episodio y desde el final del número anterior, siendo mi impresión de que agotó el fluido al intentar mover la maquinaria que iba a aplastarle pero Stan Lee olvidó explicitarlo en los diálogos.
- Spidey consigue llevar el ISO-36 al Doctor Connors justo a tiempo para elaborar una cura. Seguidamente decide probarla en su propia sangre, una escena que me parece un pequeño error porque se supone que ya tenían una muestra de la sangre de Tía May robada del hospital en el episodio anterior. La cura aparentemente funciona, aunque Connors advierte a Spider-Man que la edad y el estado físico del paciente pueden influir mucho en su recuperación.
- Mientras los doctores luchan para salvar a Tía May con la ayuda del suero que les ha traído Spider-Man, este aprovecha para regresar a la guarida del Planeador Maestro a tomar fotos y darle la exclusiva a Frederick Foswell en agradecimiento. Gracias a haber malvendido las fotos a Jameson, Peter podrá desempeñar su material científico (incluyendo ese microscopio que tiene valor sentimental para él) y pagar las facturas del hospital, donde una May Parker comienza a recuperarse.
Dos cosas destacan sobre manera en esta historia: cuando parecía que la serie entraba en un esquema repetitivo, Ditko se saca de la manga un argumento novedoso: una carrera contrarreloj para obtener algo que puede salvar a la Tía May, basado en un pequeño detalle de un número muy anterior; por otro lado, es destacable cómo se narra la manera en que la tensión psicológica y la desesperación se van acumulando en el protagonista hasta que se produce un desenlace épico. Obra maestra, con unos textos inspiradísimos por parte de Stan Lee.