He leído Batman: Oscuras lealtades.
ECC recupera esta novela gráfica perteneciente a la línea otros Mundos, escrita y dibujada por Howard Chaykin, que viera la luz originalmente en 1996. En un momento en le que parecen proliferar los grandes tochos y las ediciones de tapa dura, me alegra ver que de vez en cuando aparecen tebeos a precios asequibles y en formatos manejables. 72 páginas a 6,95€, con tapa blanda, un prologo y una pequeña biografía final del autor, me parece todo un acierto, en contraposición al tomo de John Bolton que comentaba un poco más atrás. Aunque quizá esta no sea la tendencia de las editoriales, todavía quedan tebeos con precios y ediciones razonables, y parece que ECC cuenta con varios en su catálogo.
Tengo que reconocer que Chaykin en su faceta de dibujante no me acaba de convencer. Sin embargo, en esta novela gráfica, noto un trazo mucho más seguro y con menos irregularidades de las que se le verían en trabajos posteriores. Supongo que también influye que vaya perdiendo un poco de pulso con la edad, pero sin ser uno de esos artistas que me disloquen especialmente, aquí me ha gustado, consiguiendo incluso que sus gruesas líneas encajen bien con el tono de la historia. No bastante, sus sonrisas a veces dan un poco de miedo o transmiten otra cosa de las que realmente creo que deben transmitir.
A nivel de guion, tenemos al Chaykin crítico y mordaz, que posíblemente muchos reconozcan de una de sus obras más famosas, American Flagg!. Y es que precisamente en su faceta de escritor es donde más me gusta este autor. Su propuesta nos traslada a un escenario previo a la Segunda Guerra Mundial, presentándonos una América plagada de quintacolumnistas que pretenden llevar al país por un camino similar al de la Alemania nazi. El guionista no solo explora unos Estados Unidos fascistas que parece compartir ideales con el partido de Hitler, sino que además muestra una versión del Ku Klux Klan bajo el nombre de la Legión Blanca. De ese modo, tenemos al Caballero Oscuro en lo que podríamos ver como una lucha arquetípica entre la luz y la oscuridad, pero con los roles intercambiados, lo cual no deja de ser curioso.
Por otra parte, Chaykin deja de lado totalmente el Universo DC, incluso las propias máscaras e identidades secretas, salvo en la figura de Batman, que oculta su rostro para evitar ser reconocido en un mundo donde pensar de otra forma tiene sus repercusiones. Curiosamente, motivos similares a la ocultación del rostro de esa legión Blanca que aboga por el racismo y la xenofobia, donde entre sus filas se encuentra el reverendo Jones, el Joker del Universo DC tradicional. En mitad de las conspiraciones políticas y el intento de asesinato del presidente, surge una relación entre Bruce y Kitty Grimalkin, seudónimo de Selina Kyle, que es víctima de chantaje. De ese modo, surgirá una asociación contra el fascismo y la represión, así como el germen de varios héroes que lucharán en el inminente conflicto mundial, uniéndose el propio Alfred que adopta una identidad de lo más inesperada.
Hay varios aspectos que me parecen bastante destacables de esta novela gráfica. El primero, y más obvio, es la utilización de un marco temporal real, llegando a utilizar al propio Hitler como parte activa de la historia o al presidente Roosevelt, transformado en Rosenfeld. Después tenemos un marcado tono pulp, con algún que otro guiño a lo largo de la historia, como la presencia de la revista The Shadow. Y quizá uno de los aspectos más interesantes es la transformación que realiza Chaykin sobre los personajes. El propio Bruce Wayne sigue siendo un huérfano, cuyos padres fueron asesinados, pero u vida le lleva a ser ingeniero, convirtiéndose en un hombre hecho a sí mismo, que ha cosechado una fortuna gracias a su propio trabajo. Me ha parecido ver muchas similitudes con el Tony Stark que todos conocemos de su etapa clásica. Pos u parte, personajes como Selina Kyle son prácticamente irreconocibles, pero muy bien perfilados para este nuevo rol en una historia alternativa. Resulta curioso como el autor transmite la voz melosa de la actriz con bocadillos en forma de corazón, un recurso bastante original. En calidad de villanos, o más bien como políticos corruptos o defensores del fascismo, tenemos a Dos Caras y el Pingüino, renombrados como el senador Pewtie y el señor Biggsley, respectivamente, cabezas pensantes tras el intento der asesinato del presidente, en un intento por traer a estados Unidos la Alemania nazi.
En definitiva, un Elselworlds bastante interesante, donde podemos ver a Batman en un contexto muy diferente al habitual, gracias al trabajo del Chaykin más crítico y mordaz, aprovechando con bastante intensidad la oportunidad que ofrece esta línea. Bueno, bonito y barato, creo que poco más se le puede pedir a un tebeo hoy en día.