He leído
Los pitufos Nº 1: Los pitufos negros.
Tengo que reconocer que nunca me he sentido especialmente atraído por esta obra, pero llevado por una inmensa curiosidad y por un esa afán de profundizar un poco en el cómic europeo, al final me he acercado esta obra para forjarme una opinión con fundamento.
La experiencia no ha estado mal. Es decir, no se puede negar la importancia de Peyo dentro del panorama comiquero europeo, así como su influencia en otros autores y obras posteriores. No obstante, quizá porque no tengo un nexo emocional con esta serie, que ni siquiera me gustaba demasiado en su versión televisiva, me da la sensación de que son tebeos demasiado infantiles para mí. Esto no es óbice para negar su calidad y su nivel de entretenimiento, pero puede que por temática o por el tipo de serie que es no termina de apasionarme. Está entretenida, tiene algunos conceptos interesante, pero casi me atrevería a decir que no son tebeos para mí. No sé, quizá es que he llegado un poco tarde y tendría que haberlo leído con otra edad. Sinceramente, no lo se. La verdad es que le lectura ha sido entretenida, y algo curiosa, pero nada. Tampoco quiero restar calidad a la obra ni nada, simplemente que no me atrae demasiado. Seguramente lea alguno más a ver que tal, pero tampoco me veo leyendo toda la serie, simplemente porque digamos que prefiero leer otras cosas antes que seguir leyendo una serie que sin ser en absoluto una mala lectura, no me termina de atraer como otros cómics, ya sea por su temática o por sus autores.
El tomo es una versión digital de la edición de Norma, el cual comienza con el relato de que título a este volumen: “Los pitufos negros”. La historia sirve de presentación de los personajes, los cuales destacan por ser una comunidad a priori marcada por la poca individualidad de sus miembros, a excepción de papa pitufo, al que podemos considerar el “jefe del clan” y la figura más reconocible de esta raza de “duendes”. La aldea se verá afectada por la picadura de la mosca “Bzzz”, cuya picadura vuelve negro a los pitufos de apariencia normalmente azul. Además, estos pitufos negros se vuelven agresivos y su mordedura vuelve negros a los otros pitufos. De esa manera, comenzará una carrera contrarreloj para buscar un remedio contra la picadura, mientras la comunidad se ve cada vez más afectada por las mordeduras de los pitufos negros. Curiosamente, a medida que leía la historia lo primero que pensaba era en una amenaza zombie pitufa. Hay quien ha querido ver en esta trama de Peyo algún tipo de crítica hacia la sociedad o algún tipo de mensaje críptico que podría hacernos reflexionar sobre su posible final. Aunque yo no acabo de ver tal cosa, sí que me parece ver cierta conexión con el tema zombie, que sí tiene esas connotaciones sociales. Desde luego, el planteamiento de Peyo no deja de ser original y bastante entretenido, dejando momentos verdaderamente divertidos que nos hacen esbozar una buena sonrisa.
A continuación tenemos “El pitufo volador”, un relato en el que podemos ver a un miembro de la comunidad obstinado en conseguir alzar el vuelo, cuando todos piensan que es poco más que un excéntrico. De ese modo, tenemos una historia centrada en ver como este pitufo soñador hace todo lo posible por emplear elementos de la aldea que le permiten volar. Resulta cuanto menos curioso que cuando lo consigue sea a través de la magia. Aunque no acabo de ver claramente el tema social dentro de esta serie, sí que podemos pensar que en esta historia hay una interesante trama centrada en la individualidad dentro del grupo. Los pitufos son todos iguales, al menos de momento, no hay diferencias físicas entre ellos, ni siquiera tienen habilidades distintivas, salvo el pitufo de las gafas que más adelante sería definido según sus cada vez más evidentes características personales. Sin embargo, en medio de esa comunidad surge alguien que piensa diferente y tiene unas metas que son diferentes al resto. De hecho, casi podemos ver que es una constante en ambos relatos, ya que todo sucede cuando algún pitufo desobedece las órdenes de papa pitufo cuando le encarga buscar algo en el bosque, concretamente nueces en las dos ocasiones. Posiblemente lo más divertido sea ver como se va esquilmando la aldea de todo tipo de elementos, lo que provoca le caos y la persecución del pitufo que quería volar.
Finalmente tenemos “El ladrón de pitufos”, donde se introduce al enemigo natural de los protagonistas, el mago Gárgamel, obsesionado con buscar la fórmula de la Piedra Filosofal, que permite convertir en oro los metales, para la cual necesita incluir a la poción a un pitufo. Me ha llamado la atención que el gato Azrael ya aparece en la primera historia en solitario, además siendo reconocido como tal por uno de los pitufos, lo cual me parece o una incongruencia, o que las historias no están en el estricto orden cronológico. Realmente desconozco si eso es así o no, la verdad. La historia narra las aventuras de un pitufo que es atrapado por Gárgamel, al que correrán a salvarlo todos los miembros de la aldea, liderados por un papa pitufo que se perfila no solo como el jefe, sino como su salvador ante cualquier problema que surge. La historia no está mal, en la línea de las anteriores, dejando un final abierto y un posible regreso del villano,
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Como decía al principio, la experiencia no ha sido mala en absoluto, es un lectura muy entretenida, apoyada por un dibujo bastante bueno de Peyo, pero sigo sin verle la gracia a esto de pitufar, aunque me parece una lectura fenomenal para los más jóvenes del hogar.