La Tumba de Drácula: Marvel Limited Edition 1: La Llegada de Drácula (1972-1974) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-la-tumba-de-dracula-marvel-limited-edition-1-la-llegada-de-dracula-1972-1974/Drácula es el monstruo clásico más icónico y popular, así que no hacen falta presentaciones.
Quitando el breve serial protagonizado por el Doctor Muerte en Astonishing Tales, La Tumba de Drácula es la primera colección protagonizada por un villano. Porque Drácula es, no lo olvidemos, un villano con todas las letras.
Gerry Conway es el encargado de dar inicio a la nueva colección, dentro de la rama dedicada al género terrorífico en el Universo Marvel. En lo que respecta a la parte argumental, porque en el apartado gráfico Gene Colan es dueño y señor de la colección. Desde el primer número hasta último, los lápices no conocen más que un único dueño. Qué, además, consuma uno de los trabajos más sobresalientes de la historia de Marvel.
El número de presentación, por muy previsible que pueda parecer, tratándose de un personaje tan explotado como Drácula, me parece excelente.
Justo lo que te esperas de una colección dedicada al señor de los vampiros. Impecablemente ilustrado y ambientado por Colan, combinado con un lenguaje lo suficientemente poético e inteligible por parte de Conway. Contemplando estas viñetas es fácil que nos vengan a la memoria las películas de Terence Fisher para la Hammer.
De esta forma, el arranque nos presenta a uno de los personajes centrales de toda la serie, más allá del propio Drácula. Frank Drake, descendiente ancestral del pérfido Conde, y heredero de su castillo en Transilvania. Los restos de Drácula yacen en su tumba tras largo tiempo, siendo revivido por obra de un inconsciente y ambicioso amigo de Drake, Clifton Graves.
Graves se acaba convirtiendo en siervo de Drácula, momento en que nos encontramos con el clásico señor de los vampiros déspota, que ejerce un absoluto maltrato respecto a su súbdito.
Pronto la acción se traslada a la siempre apagada y brumosa Londres, en una serie de números en que Drake se consagra a la destrucción de su antepasado. Pronto forma equipo con otra descendiente de personajes de la novela, Rachel Van Helsing, nieta del Barón Abraham Van Helsing, enemigo acérrimo de Drácula. Así como con Taj, el mudo y corpulento protector de Rachel, de origen hindú.
Sólo hacen falta dos números para encontramos con un importante baile de autores, con tres guionistas en seis números. Pese al cambio de Conway a Archie Goodwin, la continuidad argumental sigue su curso como si nada. Además de la presentación de los principales protagonistas, ambos nos regalan muy buenas ideas. Como es el caso del espejo oscuro cuya superficie es un portal a otras épocas. O la trama relativa a Ilsa Strangway, una modelo ya madura que permite a Drácula morderla para volver a ser joven, pero que descubrirá que los resultados no son los esperados.
En lo que respecta a la parte gráfica, Tom Palmer entra como entintador de Gene Colan ya en el número 3, aunque no todavía de forma definitiva. Ni que decir tiene que, con las tintas de Palmer, el dibujo de Colan se eleva a lo más alto posible. Estamos en el inicio de la colaboración de este mítico tándem, cuyos resultados a partir de aquí no harán más que escalar hasta la definitiva perfección.
Sólo hay que comparar la sutileza del trabajo de Palmer sobre los lápices de Colan, con los manchurrones de Jack Abel o los trazos deficientes de Vinnie Colletta, que nos encontramos en los pocos números que realizan.
El único signo de flaqueza a nivel argumental lo tenemos en los dos números obra de Gardner F. Fox, que sustituye a Archie Goodwin.
Drácula acaba viajando a través del espejo a su época de mayor esplendor, en el siglo XIX. Pero creo que toda esta parte argumental queda bastante desaprovechada.
De entrada, su archienemigo el Barón Van Helsing hace apenas un cameo, y el efecto de los espejos oscuros acaba un tanto diluido, cuando todo el mundo acaba traspasándolos para que apenas ocurra nada. Los diálogos pierden fuerza y la trama es algo inconexa, además del romance entre Rachel y Frank un poco precipitado.
El equipo definitivo: Wolfman + Colan.Por suerte se termina el baile de guionistas con la entrada de Marv Wolfman en el número 7, para quedarse hasta el lejano final de la serie.
La mejora en los diálogos y en la narración es palpable respecto a Fox, ya desde el primer número. Además, rápidamente se saca de encima las pocas líneas iniciadas por su antecesor en el puesto.
La primera aportación de Wolfman es una nueva figura que se suma al equipo de los cazadores de Drácula. Quincy Harker, un abuelo sumido en una silla de ruedas provista de algunas armas anti-Drácula, que ya se había enfrentado en el pasado al Príncipe de las Tinieblas.
Con Harker, sumado a Drake y Van Helsing, se completa el trío de descendientes de personajes de la novela de Bram Stoker. Harker es hijo de Jonathan Harker y su mujer Mina.
Con el viejo Quincy convive su hija Edith.
Por si fuera poco, tres números más allá, Wolfman se saca de la manga otro personaje secundario referente y que incluso sobrevivirá a la presente colección. Se trata de Blade, un cazador de vampiros obseso e indisciplinado.
Avanzando unos números más, el nuevo y flamante personaje descubrirá que es poseedor de una particularidad que lo hará muy especial: es inmune a las mordeduras de vampiro. No se transforma. Todo ello se originó al nacer. Su madre fue mordida justo en ese momento, con lo que transfirió sangre vampira al bebé.
Este inicio de la etapa de Wolfman queda unido bajo un hilo conductor, básicamente el rumbo que sigue el propio Drácula, entre la huida de sus perseguidores y sus planes de venganza. Números en que vamos viendo como interactúan y se posicionan los diferentes personajes, todavía sin grandes alardes argumentales
En el transcurrir de la serie vienen insertadas diferentes historias, como obstáculos en el camino a los que nuestro conde va haciendo frente. Y, sobre todo, nos es presentado un misterioso personaje llamado Dr. Sol, del que nos van facilitando pistas por entregas.
Historias interesantes como la del Proyector que revive a los muertos o el de los motoristas con su sorpresivo final. También está muy bien el asalto a la mansión de Drácula por parte del grupo perseguidor, que origina una batalla campal en la que Gene Colan manda por todo lo alto. Un número que termina en tragedia, y en el que también Rachel Van Helsing queda marcada de por vida en forma de cicatrices en la cara.
Ya con Tom Palmer como entintador fijo, los dibujos de Colan logran llegar a tal nivel de perfección, que fácilmente se sitúan como una de las obras mejor dibujadas de toda la historia de Marvel. Por ejemplo, ese episodio bajo la nieve en los Alpes transilvanos es una absoluta joya a nivel visual.
Una de las joyas de esta etapa es quizás el número que más se aparta de la línea argumental principal. Vemos a Drácula escribiendo sobre episodios de su pasado, a modo de diario, y como narrador de varios cuentos de terror que son un deleite. Y Colan en modo Dios.
El magnífico episodio en el tren, emocionante e intrigante, da paso al primer crossover con otra colección. Aprovechando que Wolfman ejercía brevemente de guionista del Hombre Lobo, aprovechó para montar un cruce entre ambas series sobre estos dos monstruos clásicos. A diferencia de lo que ocurre habitualmente, el crossover no supone ningún paréntesis para ninguna de las dos series, quedando integrado en la continuidad de ambas. Entre otras cosas, se vincula a Drácula en el origen de la maldición de Jack Russell, el Hombre Lobo marveliano.
Y finalmente llegamos al momento de desvelar la identidad del misterioso Dr. Sol. La sorpresa es que no se trata de un ser humano ni nada que se le asemeje, sino de un cerebro conectado a un ordenador a través del cual habla y emite órdenes a sus lacayos.
Para poder sobrevivir, el Dr. Sol necesita sangre, de manera que sus servidores, japoneses todos, se apoderan del vampiro más fuerte que son capaces de encontrar. Se trata de uno de los malogrados motoristas de números atrás, rebautizado ahora como Vampiro Brand.
Dr. Sol necesita de todo el conocimiento posible acerca de los chupadores de sangre, de forma que pretende transferir toda la sapiencia albergada en el cerebro de Drácula a su vampiro lacayo. Un poco rebuscado, la verdad.
De todas formas, el arco es emocionante y narrativamente es un portento.
Conclusión.Para empezar, me parece un volumen muy recomendable a nivel de calidad en general.
Desde luego, el apartado gráfico es absolutamente imprescindible, encaminándose hacia la calificación de obra maestra ya en el último tercio del tomo. Y lo que vendrá.
Pero a nivel argumental también me parece un trabajo notable. En sus compases iniciales y en buena parte de lo guionizado por Wolfman.
Por si fuera poco, creo que el tomo se hace esencial para la adecuada comprensión de los que van a venir, puesto que prácticamente la totalidad de los personajes principales nos son presentados aquí.