Pues anda que Morrison no ha ninguneado en ocasiones lo que hacen sus predecesores en las series...
Discrepo, pero también es cierto que es un percepción personal mía, claro. No obstante, creo que hay muy pocos guionistas de DC que realmente hayan demostrado un mínimo de cariño por los personajes y su historia, y sin duda ese es Morrison, como también lo fue el Geoff Johns que tanto me gustó en la JSA, Green Lantern y otras obras coetáneas.
En cuanto a obras cerradas.... Al final son obras cerradas hasta que se continuan. Para mí algo ajtoconclusivo no significa que no se pueda continuar. Sobre todo cuando hablamos de los cómics del género.
En cierta forma tienes razón, pero con matices. Es decir, cualquier obra se puede continuar, efectivamente, pero cómo mínimo debería de ser decisión del creador, no de la dirección editorial. En mi opinión, Watchmen nace como una obra cerrada, que además revoluciona el medio, siendo una de las principales lecturas de cómics y una auténtica lección de lo que puede dar de sí el género. Lo que viene después es pura explotación, mejor o peor hecha, algo de lo que no opino porque no la he leído, ni lo pienso hacer, fruto de una editorial que busca vender tebeos más allá de la importancia de una obra que como tal ya es lo suficientemente importante y rentable como para que permanezca intocable. Y, repito, siempre en mi humilde opinión, y bajo mi perspectiva como lector. Cada uno puede hacer lo que crea oportuno, disfrutar incluso de esos tebeos, que no tienen porque ser malos, en absoluto. Sin embargo, la idea, el concepto en sí del que nace no me parece más que lo que decía antes, el ejemplo de una industria falta de ideas, y yo no pienso ser partícipe de eso, igual que no intento seguir series por inercia, pese a que no siempre lo consigo, la verdad. Esto no es óbice para que otros lectores se acerquen a esta "continuación", la disfruten y la encuentren de su agrado. Y yo que me alegro, porque al fin y al cabo, leemos tebeos para disfrutar de ellos, pero yo considero esta idea una autentica aberración creativa en la que no me apetece contribuir. Es un postura personal que no tiene porque ser razonable, aunque sí razonada, ni pretende llevar la razón en un asunto en el que tampoco creo necesaria que haya que tenerla.