He leído
Las Crónicas de Conan Nº 27.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
A pesar de las noticias del regreso de los derecho de Conan a Marvel, parece que Planeta sigue su ritmo pausado de la recuperación de
Conan the Barbarian, aunque este año al menos no ha pasado tanto tiempo desde la salida del volumen anterior y ya tenemos otro anunciado para dentro de unos meses. Por otra parte, también hay que decir que este tomo puede ser un buen punto de corte para aquellos que quieran bajarse la colección, sin esperar llegar al final, porque tenemos el final de la larga historia-río de Jim Owsley, junto al dibujante Val Semeiks, cerrando el tomo una historia autoconclusiva escrita por Charles Santino, que se convertirá en el siguiente guionista fijo de la colección durante los próximos números de la cabecera. En líneas generales la etapa ha estado bien, ha sido muy entretenida y nos ha permitido mantener un hilo conductor durante muchas entregas, aunque quizá ha estado un poco lastrada por la cadencia de publicación de los recopilatorios. Este tomo en concreto está bastante bien, aunque debo admitir que llegado a cierto punto se nota cierto bajón, con relatos entretenidos sin más, con reciclaje de ideas incluso, además de perder el elenco de secundarios y dejarnos a un solitario cimmerio viviendo aventuras en un viaje hacia Turan que no llegará hasta el próximo volumen. Quedan aproximadamente unos sesenta números para que acabe la colección, pero esto promete ser un arduo camino, solo aptos para los acérrimos seguidores del personaje.
Comenzamos este volumen allá donde terminó el anterior, en una trilogía titulada "Heku", en la que tendrá un papel principal Kobe, desentrañando toda su infancia y su relación de amor odio con su padre. La historia gira en torno a la cultura oriental, el honor y sus tradiciones, creando una fisura irreparable entre el cimmerio y el que consideraba su compañero de armas, así como a su amante Anneka. también se produce el debut de Sevante, una concubina que deja el harem de Khorshemish para vivir una vida de aventuras tras conocer a Conan, al que persigue aunque este no quiera aceptar su compañía. Además, la relación entre Kobe y Anneka dará un giro de lo más inesperado, precisamente por la presencia de Sevante. La historia está bastante bien, quizá de las mejores de este tomo, estableciendo cierta reflexión si el honor es más importante que la amistad, o como una vez más el bárbaro se debe enfrentar a una sociedad estructurada que choca frontalmente contra todas sus creencias y su código de vida.
A partir de aquí, Owsley y Semeiks, en colaboración argumental, trabajan en una serie de historias autocontenidas, pero que mantienen el hilo conductor de la huida de Conan de Koth, además de estar perseguido por los hombres de Strabonus, que quieren acabar con él. De ese modo, el cimmerio inicia un viaje lleno de vicisitudes que pasarán por separarse de Kobe y Anneka, además de dar esquinazo a Sevante, que la verdad es que se vuelve un poco pesado y demasiado empalagosa. A su vez, el bárbaro vivirá una aventura con el caballo del Devorador de Almas, al que consigue domar,
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me ha impactado mucho el desenlace de esta historia, porque me ha parecido ver cierto potencial en la relación de nuestro protagonista y el corcel negro, pero si se piensa fríamente, es el único desenlace coherente, aunque se podía haber alargado un poco la situación, al menos. La separación de Sevante se llevará todo un capítulo, en ese avance por tierras ignotas repletas de criaturas de fantasía, en lo que parece un
back the basics a épocas pasadas de la colección.
Después tenemos una historia en dos partes, que enlaza un hecho de la adolescencia de Conan con su actual aventura, estableciendo ciertas similitudes entre ambas, incluyendo una tumba perdida con un gran tesoro, así como monstruos de pesadilla en su interior. Además, esto dará pie al enfrentamiento del cimmerio con la tribu de los Ghamud, que lo pondrán a prueba en el oasis de su fortaleza en el desierto, que incluye criaturas como una especie de pequeño dinosaurio. Y de esta forma, con su viaje inconcluso, los autores de despiden de la colección, añadiendo incluso un "fin", para remarcar ese final de una etapa que pese a sus altibajos no ha estado nada mal. Charles Santino debuta con una historia en la que pone a prueba a Conan, que deberá elegir entre los placeres de la vida, en una extraña ciudad en medio del desierto, o la libertad de seguir viajando por el agreste camino. Su voluntad indomable, como otras tantas veces, será la pieza clave de este relato.
Las historias no están mal, son entretenidas, tiene parte de la esencia del género y creo que son bastante disfrutables. Además, el apartado gráfico es bastante bueno, a pesar de las irregularidades de Semeiks, que tiene bastantes, todo hay que decirlo. No obstante, es mejorado bastante por las tintas de Alfredo Alcalá, que mejora sustancialmente el resultado final del arte. He disfrutado del tomo, yo seguiré, pero qué duda cabe que para aquellos indecisos, tiene una oportunidad de oro para bajarse del carro. No sé si será la última o no, pero teniendo en cuenta el futuro incierto, muchos querrán aprovechar la oportunidad. Yo seguiré fiel al cimmerio, ya prácticamente por puro coleccionismo, aunque tampoco puedo negar que de momento estoy disfrutando de la lectura, con tebeos que al menos no han perdido su factor de entretenimiento, aunque estemos lejos de la mejor época de la serie. Después de tantos años ya se vislumbra el final, y yo espero estar ahí para leerlo.