Sí, desde luego. Aunque el pobre es tan tonto que yo no lo llamaría
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Yo es que creo que la película no merece una lectura seria, pero si se la diera, todo el trasfondo ese de que los Kens sean básicamente imbéciles, que no tengan casa ni derecho a propiedades, ni oficio, ni ninguna habilidad, ni estudios, que sean dependientes tóxicos enfermizos que complementan a Barbie y viven para ella, que se critican los unos a los otros, que no merecen ningún lugar en el Tribunal Supremo (¡si ya hay hasta latinas, que hemos metido el pie!) o el Gobierno ni como moraleja final... es para echarle de comer aparte
Recordemos que ambos mundos se suponen que son reflejos inversos el uno del otro... telita por todo lo que supone.
Si a eso sumas la imagen de empoderamiento que quiere ofrecer uno de los productos más sexualizados, rancios, adoctrinadores (mujer, casa, familia, cocina) y que se ha erigido del lado del poder y la moda para lavar la cabeza de las niñas (en los sesenta vendía que las mujeres estuvieran en casa, pues la perfecta rubia que sabe hacer un asado y cuidar de los niños. ¿Ahora se lleva otra cosa y hay billetes en otro discurso? Pues "tú puedes ser lo que quieras"). A mí es que las multinacionales dando mensajes motivacionales, sobre todo las que tienen pasado detrás
Es como los anuncios emotivos de los bancos, donde parece que tu banquero te quiere y se preocupa por ti
Es como si me pones a Paulo Coelho tomando café en una taza de Mr. Wonderful en una sucursal del Santander.
Hace 15 años igual Ken hubiera sido la pareja, el sidekick, un secundario o directamente no hubiera aparecido en la película (como pasaba en las infantiles de Barbie). En 2023, ni cotiza que
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. Porque directamente no damos para más y es el tipo de producto simplista e hiperbólico que se hace hoy día. Sobre todo teniendo en cuenta que la realidad del muñeco no apunta a ser esa, ya que es un complemento al servicio de. Esa parte también se la olvidan y pasan de resolverla, pensando que
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Eso sí, la parte del mansplaining con los deportes, los caballos, las guitarras y la construcción del patriarcado sí me pareció simpática.
Eso y el Just Ken.
Y al final, si es que además, Lisa ya lo aprendió en su día con la Stacy Malibú: un producto tan capitalista, controlado por hombres, vendido en serie, hecho por niños en Indochina, no está hecho para concienciar a nadie. Las niñas, y los hombres coleccionistas de cuarenta años, solo se van a fijar en el sombrero nuevo.