Yo también he leído el tomo y la verdad es que me ha llamado mucho la atención lo jóvenes que son los protagonistas y la cantidad de droga que han probado. Realmente desconozco si el tema era así en la era de Reagan, pero resulta cuanto menos chocante. Después llama mucho la atención la crudeza de las historias, a pesar de ir dirigidas a un público muy joven. Desde luego, me parece bien que se manden mensajes directos, porque el problema es grave, pero no deja de ser curioso que aquí haya cierta libertad y después las editoriales tuviesen que lidiar con el Comic Code en otros asuntos más banales. También me parece reseñable que son cómics educativos que cobran sentido en un contexto social y en una época concreta. Su lectura tampoco es precisamente amena, aunque no puedo estar más de acuerdo con el mensaje y me parece necesario, sobre todo en jóvenes que no tienen su personalidad formada.
Respecto a la edición, destacar los artículos que incluyen, que explican algunos aspectos como el de la ausencia de Robin, aunque hace una referencia a Héroes en Crisis, que no he terminado de comprender, pese a haberme leído dicha miniserie en un pocket. No obstante, los materiales de reproducción no debían de ser muy buenos, porque me ha parecido ver manchas de color en algunas viñetas, típicas de las publicaciones de los setenta y principios de los años ochenta, solo faltaba el color de puntitos. Con todo, me parece bien que re recuperen este tipos de cómics, que estaban inéditos hasta ahora, por su carácter didáctico y su valor histórico, aunque, como decía antes, no es una lectura muy lúdica, pese a lo loable de la iniciativa.