He leído los seis primeros números de Hulk (el clásico, el de los sesenta), es decir, su etapa inicial hasta que la cancelaron por las bajas ventas.
Números malillos en general, con la excepción del primero, que es un digno comienzo. Me han sorprendido bastante los cambios respecto a la idea que tenemos actualmente del personaje, más allá del famoso color gris que lucía al principio: se transforma cuando llega la noche, no es demasiado estúpido y suda maldad pura (una de sus primeras reacciones es tratar de asesinar a Rick para que nadie pueda difundir su doble identidad). Esa ligerísima cercanía al tebeo de terror me ha resultado bastante llamativa y casi agradecible. Sin embargo los números siguientes son un ir y venir de ideas mal implementadas y constantes cambios de dirección en el héroe que no llevan a ninguna parte, repitiéndose situaciones casi idénticas y haciendo un uso nefasto de los secundarios, con un Rick Jones pesadísimo y una Betty Ross con la implicación narrativa de un jarrón.
El poder de Hulk aquí no tiene tampoco nada que ver con la mole invencible que conocemos en la actualidad. Es fuerte, sí, pero a una escala muchísimo menor. Es incapaz de derribar una pared de tres metros de cemento armado, se hace mención más de una vez a que es lento y torpe y se ve en aprietos a la hora de enfrentarse a meros batallones armados. Eso sí, a cambio de esas insignificantes debilidades tiene el superpoder de meter unos saltos tan aerodinámicos que gira y planea en el aire como si volase.
Y mención especial a las tontadas de la época, desde Rick Jones arreglando los pistones destrozados por Hulk de una puerta hermética de varias toneladas en cuestión de un rato (¡venga ya!) hasta la famosa villanería de los comunistas, cuyos escasísimos méritos se deben a que copian la mano de obra estadounidense (textualmente, ”mientras se sienta en la cabina del avión que los rojos han copiado a partir de nuestro sorprendente X-15”), pasando por la exacerbada trascendencia de los protagonistas de cada cabecera en comparación a los del resto (cuando los Hombres Sapo, grandes villanos que deberían ser ya un icono clásico de la Casa de las Ideas, van buscando a la mayor mente científica de la Tierra, se lanzan a por Bruce Banner… ¿y qué pasa con Reed Richards?).
Y por cierto, al terminar cada número me pasaba a leer el correspondiente artículo del tema de La Era Clásica de los Cómics, y encontré algunos fallitos de escasa importancia. La mayoría se señalaban en los posteriores comentarios de otros usuarios, pero me extraña que nadie haya señalado que el Misil Iceberg que se muestra en el #4 sí se empleaba en el futuro, concretamente en la segunda historia del #5.
Lo dicho, números malillos, pero que se pueden leer. Tras la cancelación, ¿qué es lo siguiente que viene de Hulk?
Un saludo.