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Héroes Marvel / Re:... Vengador siempre (hilo para comentar cronológicamente los vengadores)
« en: Hoy a las 14:46:57 »68ª Etapa:Atlantis Ataca. Tercera Parte. La Saga de la Corona Serpiente.
Para comprender correctamente Atlantis Ataca, hace falta un poco de contexto. O al menos eso piensa el Vigilante, quien, a lo largo de los Anuales, a modo de complemento de las historias principales, nos va contando cronológicamente la historia de Set, de la corona y de otras cosas. Aquí lo resumiremos todo de seguido para una mayor comodidad en el seguimiento de estos épicos hechos. Es decir, se hará un resumen de un resumen, porque estas historias, al menons muchas de ellas, ya habrán sido contadas en muchos otros tebeos.
¡Coronita! ¡Uhh!
[/size]Todo comienza en el albor de los tiempos. No se dice bien quién creó el Universo, pero sí que, de la misma energía etérea de la vida que irradiaba de la Tierra poco después de su creación, surgió el Demiurgo, que es una entidad que representa el poder de la Creación. Obsérvese la contradicción... ¿de lo creado surge un Creador? Necesito un teólogo. Asumamos que este Creador creaba cosas, pero no era el creador absoluto ¿no?
Pero sigamos. El Demiurgo empieza a hacer lo que se espera de él, y crea cosas. Entre ellas, los Dioses Antiguos, los primeros pobladores de la Tierra: Gea, la Madre Naturaleza; Chtoh, el Místico Oscuro... y Set, el Gran Destructor. La primera se dedicaba a crear vida; el segundo se entretenía con magia negra y el tercero, Set, pobló la Tierra con monstruos y otras abominaciones, para dominarla. Además, descubrió que podía fortalecerse drenando vida del personal. Y haciéndolo así, Set se convirtió en el primer asesino conocido.
El panorama pinta mal: la guerra y el caos se extienden por este nuevo mundo, así que Gea implora ayuda del Demiurgo. Este responde a su plegaria con la creación del primero de los Nuevos Dioses: Atum, quien ostenta el poder del sol. A esos poderes añade otras capacidades. Muy especialmente, la de absorber la forma y energías de los demonios que mata. De esta guisa, Atum se convierte en el Demogorgo, una fuerza demoniaca y brutal con un poder inmenso. Y es de esta forma como logra enfrentarse a los malvados Chtoh y Set. Chtoh, viéndose perdido, inscribe su conocimiento místico en unos pergaminos indestructibles que serán conocidos como el Darkhold y luego huirá a otra dimensión; Set hace lo mismo. Atum, acabada la lucha, vuelve a su forma primigenia, deshaciéndose de la carcasa demogórgica, y regresa a su hogar, fundiéndose con el sol. Pero Set observa vengativo a la Tierra, desde su exilio.
Un porrón de años más tarde, los dinosaurios pueblan la Tierra. Gea ama a todos los seres vivos, pero comprende que los saurios no pueden desarrollar todo el potencial de la vida, así que apuesta por unos nuevos seres para que hereden el planeta: los mamíferos. Sin embargo, Gea ignora que Set tiene afinidad con los dinosaurios y, desde su dimensión, ha estado absorbiendo grandes cantidades de energía que se forman cada vez que uno de sus congéneres lejanos mata a otro. Esto es un poco porque sí, pero es así. Total, que cuando Set advierte los planes de Gea, ordena a los dinos que maten a los mamíferos. Además, tres dinosaurios se fusionan en una sola criatura. Algo también raruno, pero de esa fusión nace el mismo Set, de vuelta a la Tierra desde su dimensión. Set quiere acabar con Gea, pero esta se apoya, una vez más, en la ayuda de Atum. Atum, convertido nuevamente en el Demogorgon, expulsa a Set a su dimensión por segunda vez.
El siguiente salto en la evolución de la Tierra muestra a dos aparentes tribus de homínidos que se encuentran por primera vez. Tres exploradores de una de las razas homínidas han llegado al paraje donde puebla la otra. Les reciben pacíficamente, pero solo superficialmente. El que parece el líder se dirige a uno de los exploradores y le dice que, para unirse a ellos, tendrá que matar a sus dos compañeros, prometiéndole diversos parabienes. Pero como este no acepta, se inicia una lucha, en la que los simios malvados se acaban revelando como hombres serpiente al servicio de Set. Los mamíferos ganaran a los reptiles en esta ocasión. Justo al acabar la batalla, aparece una nave con el primer contingente de Celestiales a bordo, ante la presencia de la propia Gea. Los Celestiales favorecen a los homínidos, proporcionándoles diversos dones, entre ellos, una sensación agradable de paz. Los hombres serpiente de Set están celosos, porque pretendían que esos dones fueran a parar a ellos. Sin embargo, los Celestiales expulsan a los hombres serpiente de muy malos modos, mostrando su preferencia por los simios.
Estos son llevados a bordo de la nave celestial. Y aquí tiene lugar un importante evento evolutivo, pues los Celestiales transforman a los homínidos en tres diferentes razas humanas: los Eternos, los desviantes y los humanos normales. La humanidad creció fuerte y próspera, hasta el punto de que Kull logró acabar con los últimos hombres serpiente que aún quedaban en la Atlantis previa al cataclismo. Aunque todavía quedó alguno que otro vivo...
Los Celestiales llegan, sin saber la que han montado
20.000 años después de aquello, los Celestiales regresan para ver qué ha sido de su obra: descubren que muchos humanos han sido esclavizados por los desviantes, que ahora poseen Lemuria, cuyo emperador es Phraug, quedando los humanos libres agrupados en la Atlantis precataclísmica, bajo el gobierno de Kamuu y Zartra, esta última asesinada a traición mientras estaba en los mismos brazos de su amante. Los desviantes lanzan un ataque a gran escala contra Atlantis para conquistarlo definitivamente. Kamuu ordena recurrir a un último y desesperado recurso: abrir las cabezas de las serpientes, unas construcciones dispuestas en el perímetro de Atlantis que liberan magma de la Tierra. Trozos de roca fundida impactan contra las naves desviantes, destrozando a su ejército. Pero la victoria tiene un terrible precio: Atlantis comienza a verse sacudida por terribles temblores de tierra, debido a la liberación del magma.
Pero ojo que, mientras todo eso acontece, en Lemuria, un poderoso alquimista humano, Atra, ha creado la corona serpiente. Es la primera vez que se forja el artefacto. El emperador desviante conmina a Atra para que le entregue su arma secreta. Sin embargo, Atra se coloca en el colodrillo la corona serpiente, tras sacrificar a su propia hija, Antilia, como tributo a su nuevo dios, que no es otro que Set. Con el chisme puesto, intenta matar a Phraug, el emperador desviante, pero no contaba con que Phraug también adoraba a Set por su cuenta y resulta inmune a los poderes de Atra. Los dos pelean por hacerse con la corona.
A todo esto, Phraugh había ordenado atacar a las naves celestiales que llegaban para inspeccionar sus progresos (en un ejemplo de estulticia y soberbia, pensando que podía derrotarles). Los celestiales, viendo tanta cafrada junta, provocan una poderosa explosión sobre la Tierra, que fue conocida como el Gran Cataclismo y que envió los míticos enclaves de Atlantis y Lemuria bajo las aguas. Ikaris, de los Eternos (que de estos nada sabíamos hasta ahora) intenta salvar a todos los humanos que puede metiéndolos en un gran navío, revisitando con ello la leyenda del Arca de Noé.
Los Celestiales parten de la Tierra, dejando preso a uno de sus propios congéneres como castigo, embutido en la roca de una montaña, sin que se sepa bien qué crimen cometió (el crossover empieza con el celstial removiéndose en su prisión, en el Anual de Estela, pero no se desarrollará esta parte de la trama más allá de esa anécdota). Los esqueletos de Phraug y Atran reposan ahora en el fondo del mar, todavía aferrados a la corona serpiente, que queda así momentáneamente fuera de circulación.
Ello no impidió que, ya durante la Era Hiboria, Thoth Amon intentara restaurar el culto a Set. Para ello, creó un artefacto de poder similar a la corona serpiente, llamado la Corona Cobra, aunque esta se diferenciaba de la original en que Set no podía ejercer su dominación mental a través del artefacto. Thoth Amon batalló a Conan, como ya se sabe. La corona pasó a otras manos menos capaces hasta que perdió su poder y, en fin, Set perdió nuevamente su oportunidad de penetrar en nuestra dimensión terrícola. En los tiempos del Antiguo Egipto, parecía que Set tendría las cosas de cara otra vez, pero un advenedizo que se hizo llamar, nada casualmente, Seth, se apropió en su beneficio del “lore” de Set, instaurando un culto personalista, mientras la deidad se retorcía de rabia en su exilio.
Saltamos en el tiempo hasta que Atlantis es ya un Imperio submarino. El patriarca atlante Ossem advierte al dios Neptuno de que el culto de Set ha renacido y le pide que interceda a su favor para imponerse a los adoradores del dios serpiente. Neptuno se niega a ayudar a Ossem. Cuando el patriarca atlante regresa a sus dominios, ya es tarde: es detenido por atlantes seducidos por Set y enviado a la presencia de Balaal, su propio hijo, quien ha usurpado el poder. Balaal ofrece en sacrificio a Set a su propio padre, ante una esfera de poder que contiene la esencia del dios. Ese sacrificio traerá a Set a la Tierra de nuevo.
Cuando Balaal está a punto de sacrificar a su padre, irrumpe Neptuno, aplicando su cólera mortal sobre el hijo de Ossem. Los atlantes, temiendo la ira de Neptuno, inician una diáspora y se dispersan. Neptuno ha erigido un altar donde se encontraba la esfera de poder de Set, drenando la energía del reptil. El asentamiento es conocido desde entonces como el Altar de la Cólera de Neptuno y será evitado como un lugar que infunde temor, ya que además un poderoso monstruo guarda el emplazamiento. Después de este incidente, Ossem se dedicará a reunir a su pueblo y refundar Atlantis hasta el día de su muerte, algo que consigue, con la bendición del propio Neptuno, quien residirá muchos años entre los atlantes, dejándose querer un poco.
Pero Set no pierde la esperanza: un monarca de Lemuria, Naga, se hace con la Corona Serpiente, que descansaba desde hacía seiscientos años en las profundidades, todavía asida por las manos esqueléticas de Phraug y Atran. Se coloca la corona en la cabeza y con ello comienza un reinado de terror en Lemuria. El cacharro garantiza vida eterna mientras se porte, lo que permite a Naga aplastar muchas rebeliones a lo largo de su duro reinado. Sin embargo, una de esas rebeliones resulta ser especial, al venir orquestada por una raza de telépatas lemurianos capitenada por dos hermanos: Pyscatos y Bekkit. Ambos se introducen subrepticiamente en la alcoba de Naga y le roban la corona serpiente, quedando a salvo de la perniciosa influencia del artefacto gracias a sus poderes mentales. Los hermanos y sus súbditos viajarán a las superficies heladas de la Tierra, donde encontrarán unas viejas instalaciones construidas por los atlantes. Allí sobrevivirán gracias a una poción que les permite respirar aire. Se instalarán allí muchos años y la magia oscura de la corona serpiente no afectará a nadie, al quedar encapsulada en un artefacto que impide que ejerza su influencia.
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En un momento dado, pasados los años, Bekkit se despedirá de su hermano para viajar a otros confines de la Tierra y establecer contacto con los humanos normales. El tiempo pasará y Pyscatos envejecerá, de modo que su muerte estará próxima. ¿Cómo escapar del funesto destino que le aguarda? Pues efectivamente, cediendo a la tentación y poniéndose la corona serpiente. Cuando Bekkit regresa a los dominios de Pyscatos, halla a su hermano y a su gente muy diferente: todos adoran a Set y se han transformado en humanoides reptilianos. Pyscatos mata a Bekkit cuando este le recrimina lo que ha hecho. Pero dicen que el que tuvo, retuvo. El propio Pyscatos tiene un momento de lucidez, horrorizado al contemplar a su hermano, muerto por su propia mano. Así que se quita la Corona y se suicida, como único medio de escapar de Set, pero no sin antes detonar el emplazamiento, que quedará sumergido en las profundidades, junto a la Corona Serpiente.
Y desde esos remotos tiempos, viajamos ahora casi al presente, hasta hace unos pocos años, en los que el culto de Set revive en las altas esferas políticas. En este caso, en un tal Paul Destine, un político fanático a favor de las guerras y esas cosas. Destine nació con superpoderes, pero los intentó potenciar más aún, viajando para ello a un antiguo lugar helado donde, según se decía, vivía una raza de telépatas. Estos telépatas no son otros que la variante de lemurianos psíquicos de los que ya hablábamos. Allí, Destine encuentra la corona serpiente y se la encastra en la olla. A partir de ahí, Destine (ahora rebautizado como Destino), cumple la voluntad de venganza de Set, acometiendo a viejos enemigos del dios serpiente. Y así, aprovechando el gran poder de la corona serpiente, Destino provoca enormes temblores de tierra en la actual Atlantis, lo que provocará la muerte del Emperador Thakorr y la Princesa Fen, padres de Namor.
Los atlantes huirán, convirtiéndose en pueblo nómada, y Destino borrará la memoria a Namor y lo enviará a las calles de Nueva York, donde vivirá durante años como un mendigo, sin ser consciente de su majestuoso legado. Finalmente, Destino y Namor volverían a encontrarse y contender, ya con el mutante recuperado de su borrado de memoria. Destino llevará casi siempre las de ganar, pero contemplará atónito como el atlante se levanta siempre, una y otra vez, plantando cara. Por alguna razón no especificada nunca con suficiente claridad, esto influye en que Destino se vuelva ya completamente majara y, quitándose la corona de la cabeza (algo muy conveniente en términos de guion) se precipita desde un rascacielos, suicidándose, ante la mirada incrédula de Set.
Volvemos a Naga quien, sin la Corona en su cabeza, ha ido envejeciendo lentamente, pero todavía está vivo. Ahora, una sacerdotisa del culto a Set le comunica que la corona ha sido recuperada por un tal Kharton, y pronto volverá a figurar en el provecto cabezorro de Naga. Este, complacido ante la expectativa de un nuevo imperio de terror y de beneficiarse a la sacerdotisa, se siente de humor para contar qué fue de la Corona tras la muerte de Destine y cómo llego a manos de Kharton: La Cosa se la llevó al Pentágono, resistiendo su poder como buen hobbit (¿o esto no iba aquí?), gracias en parte a que el artefacto estaba metido en un contenedor mágico que protegía de su influencia (recordad que esto lo habían hecho los hermanos Bekkit y Pycastos hace eones). Sin embargo, Namor, que había luchado contra Destine, cree que los humanos no van a cuidar bien del cacharro, de modo que lo roba y se lo lleva a Atlantis. Quiere la mala fortuna que, mientras el Príncipe de Atlantis se encontraba ausente, el contenedor de la Corona Serpiente se desintegra y esta queda expuesta en toda su maligna influencia. Lady Dorma, la prometida de Namor, decide ponerse en la cabeza la corona y pasa lo que todos esperamos. Al regresar Namor, es atrapado y sometido por sus compatriotas, quienes pretenden sacrificarlo a Set. Namor se libera in extremis, arrebatando la Corona de la cabeza de Dorma y poniéndosela él mismo al sucumbir a su influencia. En el último momento, y haciendo acopio de voluntad, Namor se quita la Corona y la lanza lejos.
Pero hete aquí que aparece en escena Kharton, un coloso lemuriano que quiere hacerse con el artefacto, del que ya hemos hablado. Kharton lucha contra Namor, pero ambos son atrapados por el Capitán Barracuda, quien interroga a los dos antagonistas para que le digan qué tiene la corona serpiente que tanto la desean. Namor se libera y le quita la corona a Barracuda, en lo que ya parece un partido de rugby. Sin embargo, el atlante es derribado y Kharton se hace con la pelota, culminando su touchdown con su entrega a Naga en pase con asistencia, quien, muchos años después, vuelve a encastrarse el chisme en su imperial mollera. ¡Peligro en La Condomina!
Pero miremos el VAR, porque Namor aparece ante el mismo Naga para recuperar el objeto. El Príncipe de Atlantis provoca un derrumbe en el salón del trono, pero el cruel emperador le tiene reservada una jugada: le hace ver que quien se encuentra sentada, en realidad, en el mismo trono, es su amada Dorma. Esto confunde a Namor y cae preso de Naga, al tiempo que Dorma muere, aparentemente, sepultada entre cascotes. Seguidamente, y sin ningún empacho, Naga asesina a los hombres de Kharton y este último abre los ojos y se da cuenta de la inmensa maldad que tiene delante, y eso que no ha visto aún de la misa la media. Namor es lanzado a la arena de gladiadores para que muera a manos de un monstruo tentacular. Sin embargo, el mutante atlante desafía a Naga para que baje al ruedo y pelee con él, modo Gladiator.
Allí, en el mismo circo, Naga revela sus cartas y le hace ver a Namor que, en realidad, la mujer que murió no era Dorma, sino Liyna, la hermana de Kharton. Y este último, presa de la rabia por el sacrificio de su propia hermana, acomete a Naga, matándolo, reclamando la corona para él. Algo que habría culminado con éxito de no ser porque Namor finalmente le birla el objeto antes de que se lo ponga en su ciclópea testuz. Kharton reacciona a tiempo de evitar males mayores, y acepta que la corona solo le corrompería absolutamente. A Namor y a Kharton solo se les ocurre lanzar el cadáver de Naga por un abismo, con la corona puesta, para que se pierda para siempre.
Mientras, en las sombras, se revela que la suma sacerdotisa de Set, a la que Naga prometió casar con su heredero, llamado Merro, es la misma Llyra, quien ahora es aliada de Ghaur. Sonríe maléfica al tener localizada a la corona serpiente, que algún día, está segura, llevará sobre su frente.
Contemplamos ahora una Tierra alternativa, donde un grupo de potentados adoradores de Set se ha hecho con el poder de EE. UU.: Henry Hungerford Gideon, Justin Hammer, Leland Owlsley, Kyle Richmond, Sebastian Shaw, Obadiah Stane y Cornelius Van Lunt. Su plan es extender el dominio de la corona serpiente por todas las Tierras. A tal fin, los siete contactan con Hugh Jones, de Tierra 616. John es el CEO de Roxxon Oil Corporation y le encanta contar cómo se hizo con la Corona Serpiente de su dimensión: todo se remonta a cuando Krang (al que ya hemos conocido como un hombre fuerte de Attuma) encuentra la corona serpiente en el pacífico. Seguidamente contacta con Madame Hydra, quien, seducida por el poder de Set, se rebautiza a ella misma como Víbora y se alía con Krang. Víbora se pone en marcha con el plan de Krang, y secuestra al propio Hugh Jones, ayudado por sus secuaces. Por alguna razón que nunca se llega a explicar bien, Krang y Víbora le ponen en la olla la corona serpiente a Hugh Jones.
Su plan era volver a levantar el continente sumergido de Lemuria, pero nunca se nos muestra qué pretendían con ello. A Set le importaba un bledo ese plan porque lo que quería es que la corona descansara sobre la cocorota de Jones. Pero Nómada (un alias de Steve Rogers, como ya sabemos) desbarata el plan. Víbora escapa con la Corona y, aunque Rogers la persigue, al final no se sabe qué ha sido de ella ni del vetusto artefacto... hasta un tiempo después. Jones, guiado por el “radar” de Set, pretende ahora encontrar la corona y colocársela de nuevo. Y lo hará, aunque por accidente.
Seguidamente, es el propio Gideon de la Tierra alternativa quien cuenta su historia. La Corona fue encontrada en el Pacífico también, mientras los trabajadores de Gideon extraían petróleo. Gideon se pone la Corona en la mocha y, poco a poco, la va pasando por las cabezas de cada uno de los influyentes empresarios, hasta formar una logia poderosa favorable a Set. Lo primero que hacen es librarse de dos místicos llamados Arcana e Imam, los dos seres más poderosos de su dimensión que se podrían oponer a sus designios. Arcana, miembro del Escuadrón Supremo y amiga de Gea, es encerrada en una celda, para servir como novia de Set, en tanto que Imam es expulsado a una dimensión alternativa. Posteriormente, Gideon controlará las mentes del resto del Escuadrón con el poder de la corona serpiente. Tan solo Halcón Nocturno y la Princesa Poderosa escaparán a su maléfica influencia.
Con la principal oposición neutralizada, el cártel logra colocar la corona sobre la misma cabeza del presidente de los EE. UU. al que utilizan como peón para sus planes. En concreto, el Presidente hipnotiza a toda la población gracias a sus discursos televisados.
Con esas explicaciones dadas, la alianza entre los siete empresarios y Jones se pone en marcha. Gideon envía al Escuadrón Supremo a Tierra 616 para deshacerse de Los Vengadores. Sin embargo, al ser la batalla favorable a los Héroes más poderosos de la Tierra, Jones activa un transporte interdimensional que envía tanto al Escuadrón Supremo como a Los Vengadores 616 a la dimensión originaria de su aliado Gideon. Como al lector versado no se le escapará, estamos resumiendo aquí la Saga de la Corona Serpiente que ya leímos en Los Vengadores: el presidente de los EE. UU. de esa dimensión acorrala a Los Vengadores con su ejército, pero Visión le arrebata la corona al vuelo, entregándola seguidamente a Wanda. Nuestra adorada brujita huyó con la corona, pero sin saber a dónde ir, en una dimensión extraña, al tiempo que el artilugio amenaza con tomar el control de su mente.
Las tornas están, no obstante este negro panorama, a punto de cambiar, porque la misma Gea se le aparece a Arcana en su celda y le informa de que la Bruja Escarlata tiene la Corona en su poder y de que resiste su influencia gracias a su poder y voluntad, como les ha pasado también a la Princesa Poderosa y a Halcón Nocturno. Mientras, Gideon está iracundo porque el Escuadrón no encuentra la corona perdida por el Presidente de los USA. Y más cabreado que va a estar, porque la Princesa Poderosa se ha colado hasta la cocina de su organización, disfrazada de asistenta de Kyle Richmond. En un descuido, Zarda libera a Arcana de su celda. Richmond, quien en realidad es el mismo Halcón Nocturno (quien resistió la influencia de la corona), deja inconscientes a los aliados de Gideon con un gas y se pone el traje de faena, para enfrentarse a Gideon seguidamente. Arcana libera a Imam de su prisión dimensional y, juntos, lanzan un hechizo que libera a todo Estados Juntitos del perverso influjo de la corona. El resto del Escuadrón Supremo despierta de su control mental. Los Vengadores vuelven a su Tierra 616, dejando como epílogo unas inquietantes palabras de Hyperion defendiendo, a partir de lo vivido, una dictadura como posible solución para derrotar el mal, aun en casos extremos.
Posteriormente, la Corona, aparentemente a buen recaudo en Tierra 616, fue robada por el Láser Viviente, quien intentó usar su poder. Pero Visión (experto ya en cazar coronas de los tarros del personal) le quitó el objeto y lo lanzó al fondo del Pacífico, donde lo creyó perdido para siempre. Pero no fue así: esta Corona fue hallada por la segunda encarnación de la Sociedad Serpiente, en nómina de Jones. Mantarraya y Ben Grimm intentaron evitar que llegara a manos de su destinatario, pero no lo consiguieron. Crótalo hace llegar, finalmente, la corona a Jones.
Por otra parte ¿qué paso con la otra Corona, es decir, la que ya existía en Tierra 616? Pues bien, uno de los currelas de Hugh Jones la encontró en unas alcantarillas: se trata de la corona que extravió, como ya recordaréis, Víbora (solo que todavía no sabíamos del prosaico paradero del chisme).
Y Jones, con las dos Coronas en su cabeza, se convierte en alguien superlativamente poderoso (un resumen muy sucinto de ello se encuentra precisamente en el Anual de Estela Plateada (véase primera parte de la reseña). Jones toma el control sobre los USA y se asienta en el mismo Capitolio.
Allí van a buscarlo Mantarraya, Ben Grimm y Wanda, quienes descubren, muy a su pesar, que el empresario ha convocado a dobles etéreos representando a todas aquellas personas que alguna vez portaron la corona serpiente en cualquier dimensión. Aunque la lucha es desigual, el desenlace final consiste en que el buenazo de Ben arrebata la corona doble a Jones y se la coloca el mismo en la mocha. Grimm es un tipo simple y bonachón, después de todo, así que logra resistir su influencia y decide llevarla a Proyecto Pegaso para que sea custodiada. La influencia de la corona se pierde y Jones es derrotado. Como ya sabemos, la corona volvería a escapar de Proyecto Pegaso, enganchando esta historia con el principio del crossover, visto en el anual de Estela Plateada, que, a su vez, continua en las páginas de este complemento de los Anuales.
Quasar era, por aquel entonces, jefe de seguridad del Proyecto Pegaso. Pues bien, cuando la corona serpiente cautiva las mentes de los empleados de las instalaciones, uno de ellos le coloca el cachivache a Quasar. Antes de que el chisme le domine por completo, Quasar manda una señal de socorro que es recibida por el Dr. Extraño y Spiderman. Ambos acuden en su ayuda, junto a Ben Grimm y Wanda.
Cuando llegan a las instalaciones de Proyecto Pegaso, los buenos descubren que los trabajadores del proyecto han estado teleportando coronas serpiente de todas las dimensiones. Para cuando los héroes han entrado en escena, un montón de empleados luce ya una corona en su frente y Quasar ha sido dominado por la influencia de una de ellas. En realidad, todo esto obedece a un gran plan ideado por el jefe del proyecto, Myron Wilburn. Este pretende cambiar el clima de la Tierra por el que existía en la era de los dinosaurios. Los humanos solo tendrán dos alternativas: transformarse en reptiles o morir, y todo ello para gloria de Set, claro.
Finalmente, y por obra de encantamiento, todas las coronas se funden en una sola, gigante, con el propósito, una vez más, que ya cansa, de corporeizar a Set en la Tierra. Set engulle primero a La Cosa y luego a Wanda. Spiderman, sabedor de que Proyecto Pegaso utilizó el cubo cósmico para transportar todas las coronas serpiente desde otras tierrras paralelas, consigue hacerse con él, pero también acabará en la tripa de Set. Solo Extraño queda fuera, anteponiendo sus conjuros al poder del dios. Sin embargo, la derrota de Set vendrá desde dentro de sus tripas. Lo bueno es que el dios se tragó enteros a los héroes, como usualmente hacen las serpientes. El interior de Set es bastante espacioso, porque allí, de pie, Ben, Wanda y Peter vinculan su fuerza de voluntad con el propio cubo cósmico (que andaba por ahí colgado de alguna telaraña de Parker) y provocan una explosión que revienta por dentro a Set.
Bien, y aquí, al final de tantas cosas ¿qué pasa luego? ¿cómo sigue la historia? No lo sabemos. Mientras esperamos a que el mal renazca en el este, o donde sea, Gea pone el broche final al crossover, en una conversación con el Vigilante, con unas palabras de aliento y esperanza para la humanidad.
¿Cómo os habéis quedado?