Buenas
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No había votado anteriormente en este hilo. Por cierto, gran currada, PatoHoward
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Amazing Spider-Man: etapa de Stan Lee y John Romita (1966-1972)Con la llegada de John Romita, Spider-Man abandona la ciencia ficción de serie b de los años 50’ con la que siempre he relacionado la etapa de Steve Ditko.
Spider-Man ha alcanzado cierta madurez como héroe tras los excepcionales episodios narrados en la saga del Planeador Maestro (Amazing Spider-Man #31-33), conclusión no oficial de la etapa Ditko. Sin embargo, el joven Peter Parker sigue evolucionando más allá de los citados números. Se gradúa en la escuela y empieza la universidad. Algunos personajes se introducen en los escasos episodios que tratan la nueva vida académica de Peter bajo la batuta de Steve Ditko. Sus nuevos compañeros de estudios son Harry Osborn y Gwen Stacy. Su caracterización se definirá claramente en la siguiente etapa, por lo que resultan más propios de John Romita que de su creador. También se recupera a Flash Thompson, enemigo del empollón Parker y fan número 1 de Spider-Man, reciclado ahora en universitario gracias a una beca deportiva. Las relaciones sociales de Peter no mejoran y no tarda en caer mal a sus nuevos compañeros, gracias a una serie de malentendidos.
A pesar de intentar imitar de forma consciente el estilo de Steve Ditko, la evolución de la serie tras el aterrizaje de John Romita no puede ser más radical.
New York dejará de ser una metrópolis más o menos anónima dentro de un mundo inmenso y amenazante del que Peter Parker es sólo un habitante más y Spider-Man una urbana excentricidad pintoresca. La ciudad que nunca duerme pasa a ser totalmente reconocible. Romita dibuja al héroe en lugares reales, se esfuerza por que aparezcan elementos característicos de la ciudad y los que no existen, como la univerdad Empire State, están diseñados como si lo hicieran.
Peter Parker deja de ser un joven tímido y solitario, con escasas habilidades sociales y poco interés en encajar en el mundo. Sigue siendo un chico responsable y noble pero parece permitirse un poco de frívola diversión. Ya no será extraño verle alternar con las chicas más guapas de la universidad, bailar graciosamente algunos éxitos del momento o pasearse en moto por la ciudad luciendo sonrisa Profident.
Peter abraza su nuevo éxito social con naturalidad pero su antiguo compañero de colegio, Flash Thompson, que ha asistido a esta evolución igual de sorprendido que los lectores, no está dispuesto a olvidar que Peter no es más que el “pelma de Parker” y continuará forzando un enfrentamiento entre ambos. Ajenas a los intentos de Flash por desprestigiarle, sus dos preciosas amigas, Mary Jane Watson y Gwen Stacy intentarán ganarse las atenciones de Peter, que finalmente olvida a la estrecha y feúcha Betty Brant, su primer interés amoroso. Finalmente es Gwen quien conquistará el corazón de Parker y ambos inician un romance idealizado, inocente y hermoso, su primer amor.
La nueva etapa estudiantil de Peter y su relativo éxito social permiten a Stan Lee y John Romita reflejar la cara más hedonista y luminosa de la segunda mitad de los años 60’. La experiencia de Romita en los cómics románticos será fundamental para plasmar la vida universitaria de Peter Parker y la belleza de Gwen Stacy, de Mary Jane o del propio Peter, que cada vez se asemeja más a un galán clásico, a un Warren Beatty juvenil y seductor. En este sentido, Romita creó viñetas que son una auténtica delicia, ahora mismo recuerdo el Spectacular Spider-Man Magazine #1, en el que aparecen Pete y Gwen recorriendo la ciudad en su motocicleta en unos dibujos llenos de vida que parecen salirse de las páginas.
A pesar de lo edulcorada de esta visión, es innegable que también se muestran algunas de las sombras de este período. La lucha por los derechos civiles y las conquistas sociales de las minorías tienen su representación en una nueva figura, Robbie Robertson, el redactor jefe del Daily Bugle. Es un hombre noble, con principios, de una gran integridad periodística y humana (años más tarde Gerry Conway escarbaría en su turbio pasado). Además, es negro. Pronto se convertirá en el mejor aliado de Peter en su lugar de trabajo. También cuestionará la línea editorial del Daily Bugle y los encendidos editoriales en contra de Spider-Man escritos por el inimitable Jonah Jameson. Su editor procurará escuchar y valorar sus consejos, ya que le tiene un gran respeto como profesional y una alta estima personal. Además, en alguna ocasión dará claras muestras de desprecio contra el racismo imperante.
Si Robertson representa al hombre negro integrado en la sociedad del hombre blanco, asertivo, luchador desde la legalidad y prudente, su hijo Randy peleará por sus derechos tomando las calles, manifestándose en contra de las injusticias y aportando cierto elemento reivindicativo a la serie, reflejando la realidad universitaria y social de la época.
En el contexto de las manifestaciones estudiantiles se introducirá el Capitán de Policía George Stacy, padre de la guapísima Gwen. El astuto policía llegará a elaborar un dossier acerca de Spider-Man e intercambiará impresiones sobre el superhéroe con su amigo Robbie Robertson. Parece sospechar quien se esconde tras la identidad secreta del cabeza de red. Funcionará, además, como una figura paterna para Peter.
Tras haber sido un solitario durante toda su adolescencia, Peter traba una gran amistad con Harry Osborn, hijo del multimillonario industrial Norman Osborn. Ante la perspectiva de compartir con su nuevo amigo un apartamento cercano a la facultad, Peter no tardará en conseguir su independencia de las siempre protectoras faldas de tía May. Por desgracia, el nuevo éxito de Peter entre las mujeres despierta la envidia y el rencor en Harry que, desesperado tras los contínuos desplantes de Mary Jane y azotado por su débil autoestima, cae en el consumo descontrolado de drogas. Las sustancias psicodélicas, entre otras, que están cobrándose víctimas mortales entre la juventud del momento hacen su aparición en la serie, prescindiendo del paternal sello del Comics Code Authority.
Finalmente, Flash Thompson es reclutado para servir a su patria en la infame Guerra de Vietnam. El capitán del equipo de fútbol acudirá presto al cumplimiento del deber pero no desaparecerá de la serie, gracias a sus constantes permisos para retirarse del frente. Sabiamente, se omite cualquier tipo de opinión sobre el conflicto, que además le sirve a John Romita para homenajear a algunos de sus dibujantes favoritos gracias a una serie de números centrados en el periplo bélico de Flash.
La lucha por los derechos civ iles, las manifestaciones estudiantiles, el consumo de drogas, la guerra de Vietnam, los bailes de la época, las canciones y bandas de los 60’ y algunos cómicos y cineastas se pasean por la serie con total naturalidad y sirven para fijar a Peter Parker de forma verosímil en un contexto y realidad determinados.
Las referencias nunca se vuelven asfixiantes ni entorpecen los argumentos. Muchas historias son rabiosamente originales al tratar temas del momento y problemáticas sociales que no habían sido nunca abordadas en el género. Si bien se podría acusar a Lee/Romita de falta de compromismo o desconocimiento real de la situación, lo cierto es que la voluntad didáctica brilla por su ausencia y se trata al lector con respeto e inteligencia. Seguramente estas referencias contribuyeron a una mayor identificación de los lectores del cómic con sus personajes.